Neko Corporation es una organización creadora de los mejores juguetes sexuales del mundo, pero una vez se vino abajo la corporación, todos creyeron acabado el martirio del nivel tan raro que estaban tomando los experimentos. Soobin es una persona no...
Después de quedarse minuto tras minuto simplemente acariciando las orejas del gatito, Soobin comprendió que al pequeño minino le agradaba ese gesto, cerraba sus ojos y ronroneaba un poco más fuerte, aún sobre su regazo y si el mayor podía ser sincero, en realidad Yeonjun tenía muchas cosas de felino, pero no le molestaba, eso no quitaba que fuera, para él, la criatura más hermosa del planeta.
Con simplemente verlo, esos ojos color marron tan preciosos y brillantes, grandes, llenos de vida, de inocencia, esa piel suave, como de un niño, bueno, Soobin, es que es un niño.
Pero definitivamente se podría conseguir una nueva adicción con el simple roce de su piel. Más de una vez ya había sentido a Yeonjun estremecerse cuando tocaba un punto en sus orejitas que le agradaba, y Soobin no evitaba sonreír ante eso.
Bajando la vista, observaba la traviesa cola del menor, y si bien estaba relajado, la punta de esa larga extremidad se movía de lado a lado, en lo que Yeonjun continuaba sosteniendo el vaso con las dos manos, sin querer derramar nada, ya lo habían golpeado mucho por eso y aunque se consideraba un poco torpe, aprendía la lección a la tercera o a la cuarta vez.
De hecho, aún había cosas que el gatito no entendía, como la razón por la cual Soobin le estaba acariciando las orejas de esa manera tan delicada, quizás era porque había podido pronunciar su nombre y ahora merecía su premio, un perfecto premio lleno de caricias. La gran mano de Choi se pasaba de una a otra sin ningún problema, causándole cosquillitas de vez en cuando.
Y no era que se quejara, eso se sentía extremadamente bien.
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Pasados unos minutos más, Yeonjun aún tenía el vaso a medio tomar, pero lo alejó de sus labios para luego relamerlos, quitándose todos los restos de leche. Miró hacía su cola, subiendo luego la vista a Soobin. Ese chico había sido muy amable con él ¿Cómo podía agradecerle? No, el pequeño Yeonjun sentía que ya no era suficiente un simple beso en la boca, así que miró a Soobin y sin decir más, volvió a cortar la distancia entre sus rostros, atrapando los labios en un lento contacto.
Yeonjun jamás había besado a nadie antes. Por raro que parezca, siempre lo tenían encerrado en una zona diferente a los demás gatos. Él creía que era porque se comportaba muy mal, ya que lo que si solían hacer, era golpearlo sin piedad alguna hasta dejarlo en el suelo, lleno de moretones y largas tiras de sangre. Claramente nunca su rostro, jamás en la cara, y según escuchó decir a uno, era porque tenía que mantenerse bonito, como una puta sin estrenar.
Sin embargo, Yeonjun aprendía. A diario veía a los otros ser sacados de sus jaulas a tirones de cabello, los escuchaba llorar, gritar, algunos maullar, otros decían palabras cortas, quizás fue de ahí que aprendió a decir "Sí" y a decir "No", también supo decir su nombre por las miles de veces que al golpearlo, con esas sonrisas oscuras y feas, gritaban el "Yeonjun, eres un buen gato" ya que nunca ponía resistencia a los golpes, y de hecho, supuso que de eso se trataba su vida, no tenía que hacer nada, porque ese era su mundo, un lugar del que nadie lo salvaría.
