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CAPÍTULO TREINTA: perros salvajes
alternativo: un hogar
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⠀⠀⠀LA PLUMA RASPABA EL PAPEL CON VELOCIDAD, dejando una huella de tinta a su paso. Su mano no dejaba de doler ante las largas horas de arduo trabajo que llevaba, y la fuerte presión que hacía al escribir en la documentación.
⠀⠀⠀Notó lo tensa que se encontraba su espalda, por lo que movió su cuello lentamente en círculos como si aquello pudiera alivianar su anatomía. Dejó escapar un suspiro cuando este finalmente tronó.
⠀⠀⠀Como capitán, la tarea de presentar argumentación en contra de la recuperación temprana de la muralla María estaba en sus manos. Pocas habían sido las ideas que se formaron en su cabeza, hasta que la joven muchacha de cabellera oscura se había avecinado por la puerta de su oficina con una tetera en sus manos.
⠀⠀⠀Agradecía la presencia de Nova una vez más.
⠀⠀⠀—Y también puedes decir que se nota el claro intento de parte de los bastardos de la capital de eliminar a los refugiados —sentenció la mujer, con enojo denotando en sus palabras, mientras sacudía su dedo índice como si estuviera reprochándole a un niño.
