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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 21


Mientras Elle me besaba, una de mis manos descansaba en su cintura. Y con la otra, apoyada contra la madera, sostenía mi propio peso. Yo me moría por estar con ella otra vez, por verla desnuda y por sentirla dentro de mí. Pero apenas estábamos aclarando nuestra situación. Ni siquiera habíamos llegado a un acuerdo concreto. Y yo en verdad no quería volver a arruinarlo.

—¿No te parece que vamos demasiado rápido? —atiné a decir entre los besos apasionados de Elle. Parecía como si por estos once años hubiera estado privada de alimento y mis labios eran la primera comida que le ponían en frente.

—Te extrañé, Issa. Te extraño.

—Pero Elle... —llevé mis manos a su rostro para obligarla a detenerse. Ella bufó. Se echó hacia atrás con los hombros caídos. Yo sonreí, enternecida—. Aquí estoy, aquí me tienes. No iré a ningún lado, ¿de acuerdo?

—¿No te irás? 

—No —aseguré. Me incliné para darle un beso. Uno muy corto, pausado y suave. Al soltarla la  vi directo a los ojos. Ese par de ojos marrones tan hermosos que me hacían sentir la paz del bosque—. Todavía no puedo creer que estés aquí, Ellie. No sabes cuánto soñé con este momento.

—Te amo, Issa. Te amo muchísimo —se lanzó a abrazarme, muy fuerte, hasta que me costó respirar.

Yo reí. Estaba increíblemente feliz.
Pero el teléfono en el escritorio empezó a sonar en ese momento. Me levanté del piso, ayudé a Elle a que lo hiciera y luego atendí.
La voz aguda de Jasmin reverberó desde el otro lado de la línea, saludándome.

—¿Si Jas? ¿Sigues aquí?

—Lo siento, señorita Weems. Estaba a punto de irme pero le llegó una llamada urgente.

—¿Urgente? —miré a Elle que se había sentado en el escritorio, a mi lado.

—¿Qué sucede? —cuestionó. Yo alcé la mano como forma de pedirle que callara.

—¿De qué se trata Jas? ¿Es mi madre?

—No, no —contestó en seguida—. La señora... eh... un segundo —Jasmin hizo una pausa. Por el sonido de papeles que distinguí supuse que estaría buscando el nombre—. Lo tengo. La señora Addams. Sí, la señora Addams está solicitando una reunión con usted.

—No la autorizo.

—Pero dice que es urgente. Me pidió que insistiera.

—Ya di mi orden, Jasmin. No la autorizo —con los hombros rígidos y un nudo en el estómago, busqué la mano de Elle. Me aferré a ella—. Y no atiendas ninguna petición que esa señora te haga, ¿entendido? No me pases ninguna llamada suya.

—S-sí —se aclaró la garganta—. Sí, señorita Weems.

—Bien. Gracias Jas. Ya puedes retirarte. Ten una buena noche.

—Espere, una última cosa —vociferó—. Su madre me pidió que le dijera que al salir de aquí pase a casa de la señora... ¿Dessa? Sí, que pase a casa de ella.

—De acuerdo. Gracias.

—¡Buenas noches!

Colgué. Aparté el teléfono y me dejé caer en la silla. El cuero chirrió. Estaba pensando seriamente en cambiarla. De hecho quería cambiar muchas cosas de esa oficina. Todo era tan antiguo, de la época en que yo era estudiante. Y eso no me traía muy buenos recuerdos.

—¿Todo en orden? —preguntó Elle, buscando mi atención. Yo asentí, pero ella no se quedó muy tranquila ante mi evidente ceño fruncido—. ¿De qué señora hablabas con Jasmin?

𝓦𝓱𝓮𝓷 𝔀𝓮 𝔀𝓮𝓻𝓮 𝔂𝓸𝓾𝓷𝓰  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora