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◖ 𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 7


Desperté con el brazo de Elle en mi cintura y su respiración en mi nuca. Me estaba abrazando por la espalda. Y los recuerdos de la noche anterior llegaron a mi como relámpagos fuertes, violentos y estruendosos. Iban desde el baile con Morticia hasta el beso con Elle.

Le aparté el brazo con suavidad, cuidando de no despertarla. Salí de la cama de la misma forma. Había un vacío desagradable en mi pecho. Y justo antes de abrir la puerta, Elle me llamó. Había despertado ya. Estaba sentada en la cama, con los rizos esponjados y frotándose los ojos.

—Hola —dijo con una sonrisa perezosa. Solté el picaporte y regresé a la cama para darle un abrazo.

—¿Dormiste bien? —le pregunté. Ella asintió, aún adormilada. No quise mencionar nada del beso porque al parecer Elle aún no lo recordaba—. Te veré más tarde. Iré a darme una ducha.

—De acuerdo —respondió. Y apenas abrí la puerta volvió a acostarse. Sonreí mientras salía.

Me armé de valor para entrar al dormitorio. Pensé en que tal vez podía solicitar cambiarme de cuarto e incluso de colegio, pero inmediatamente descarté la idea. El semestre ya estaba muy avanzado, no me iban a admitir en ningún otro lado. Y no estaba dispuesta a perder el año. Respiré, giré el pomo lentamente y cuando abrí, ahí estaba ella, sentada en mi cama. Antes de que pudiera darme cuenta, yo ya estaba molesta.

—Hola —saludó Morticia. La vi ponerse de pie y retrocedí cuando intentó abrazarme. Entonces frunció el ceño y me miró con curiosidad—. ¿Dónde estabas? ¿Dónde dormiste?

—Con Elle —respondí. Fui hacia el baño para evadirla.

—¿Te sucede algo?

Mi respiración empezó a agitarse, sentí la piel del pecho caliente, al igual que las orejas. Me tensé, empuñé las manos y fui consciente de que mi frente estaba arrugada. Odiaba sentirme así de molesta, casi enfurecida. Me parecía increíble lo tranquila que Morticia se veía. Ahí me di cuenta de que ella no tenía intenciones de decirme absolutamente nada sobre lo sucedido. Me estaba engañando en mi cara.

—Te vi —dije por fin. La vi palidecer.

—¿Qué?

—Que te vi. Saliendo de la biblioteca, muy sonriente con Gomez —caminé con prisa hacia ella. Morticia retrocedió hasta chocar con mi escritorio. Yo no me acerqué tanto. No quería verla, ni escucharla, mucho menos tocarla, pero tenía que hacer eso, tenía que enfrentarla—. Te estabas besando con él, ¿no es así? Quiero pensar que solo era eso.

—Larissa —pronunció mi nombre como si fuera un reproche. Se estaba haciendo la ofendida. Casi reí. Pero volví a tensarme cuando vi sus manos en busca de las mías.

—No me toques —me aparté, fui a la puerta. Ella me miró con los ojos muy abiertos. Como si le sorprendiera mi reacción. O tal vez se estaba dando cuenta de que su juego había terminado. Había quedado expuesta y sabía que yo ya no iba a perdonarla.

—Lo siento, yo...

—¿Qué es lo que sientes? —la interrumpí—. ¿Haber jugado conmigo?

—No ser lo que tú quisieras —respondió casi en un hilo de voz, con los ojos húmedos. Solté un suspiro y miré al techo. Me pasé las manos por el rostro, hastiada.

—Ya deja de mentir, Morticia. Esa excusa ya me la sé. Estoy cansada de escucharla. Estoy cansada de ti. Creí que mi amor bastaría para las dos, pero no es así. Nunca será así. Te he dado todo de mí, y en cambio tú... solo me das lo que te sobra —la voz me temblaba. Estaba haciendo mi mayor esfuerzo para no derrumbarme frente a ella. No quería que alardeara de la influencia que tenía sobre mí. No iba a dejar que viera que logró hacerme pedazos—. Y no merezco eso, ¿sabes? Me rindo, se acabó. Estoy cansada de perdonarte. Estoy cansada de amarte.

𝓦𝓱𝓮𝓷 𝔀𝓮 𝔀𝓮𝓻𝓮 𝔂𝓸𝓾𝓷𝓰  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora