Prólogo

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ᴜɴ ᴀñᴏ ᴀɴᴛᴇs


El día estaba frío, según Larissa. Como el resto de días anteriores. Como el año anterior en esa misma fecha. Aunque había algo diferente esa vez. Y eso era ella, la nueva estudiante. No lo iba a negar, le despertaba mucha curiosidad, sobre todo porque sabía que ahora sería su compañera de habitación.

Permaneció estática en medio del pasillo, observando a la chica que caminaba al lado de la directora. Iba toda de negro, incluyendo las uñas y el labial. El vestido se ceñía a su cintura y dejaba a la vista lo estrecha que esta era. Su estilo le resultaba interesante. Aunque debía admitir que le gustaba.

Esa chica era diferente y a Larissa le agradaba cuando alguien se atrevía a ser diferente. Su cabello oscuro y lacio le llegaba casi a los glúteos y por un momento, Larissa se sintió hipnotizada ante el suave y lento mecer de sus caderas. Se dio cuenta de que iban hacia ella, así que se dio la vuelta con la intención de continuar su camino. Y entonces la directora la llamó.

—Señorita Weems —le dijo y ella respiró hondo. Se giró, en espera de las dos mujeres—. Que bueno que la encuentro. ¿Recuerda que le dije que le asignaríamos una compañera de habitación? —Larissa asintió, sospechando cuál era el punto al que la directora quería llegar—. Bueno, la tiene ante usted. Morticia Frump.

—¿Larissa, cierto? —preguntó Morticia con una sonrisa gentil. Larissa se sintió hipnotizada por su voz tan suave. Nunca había escuchado que alguien pronunciara su nombre de tal forma.

—Sí —respondió por fin—. Larissa Weems —se acomodó los libros en un solo brazo y con torpeza le extendió la mano. Morticia tardó un poco en estrecharla y cuando lo hizo, Larissa descubrió que su piel estaba fría. Y creyó que el escalofrío que había sentido se debió a eso.

—¿Tienes clases? —le preguntó la directora, pero Larissa ni siquiera alcanzó a responder—. Muéstrale la residencia. Y el resto de la academia, por favor. Y Morticia —añadió, volviendo el rostro a ella—. Pasa por mi oficina más tarde, te entregaré tu uniforme.

Morticia tan solo asintió y volteó a ver a Larissa una vez más. La estudió a detalle y eso a Larissa la estaba empezando a poner incómoda, así que apenas la directora se marchó, ella empezó a caminar. Lo hizo en completo silencio.

Y aún así, Morticia continuó observándola. Le llamaba la atención su tan alta estatura, al igual que su cabello platinado. Nunca había visto a alguien con las mismas características y se preguntaba cuál podría ser su habilidad.

—¿Podrías caminar más despacio? —cuestionó con un poco de molestia, pero sin apresurarse. Le gustaba mantener el suave mecer de sus caderas. Larissa simplemente la ignoró, pero no podía negar que su voz sensual le había provocado escalofríos. Otra vez.

—¿La directora ya te habló de las actividades extracurriculares? —preguntó, en un intento de pensar en otra cosa que no fuera ella y sus caderas.

—Sí. ¿En cuál estás?

—En la mayoría —respondió con orgullo—. ¿Ya elegiste alguna?

—Practico esgrima, así que supongo que me quedaré en esa.

—Soy la capitana —mencionó.

Morticia alzó las cejas y miró la espalda de Larissa con insistencia. No pudo evitar que sus ojos bajaran a sus glúteos y sonrió. Continuaron caminando, hasta que Larissa cumplió con la tarea que la directora le había asignado. Le había mostrado toda la academia y ahora se encontraban en la habitación.

—Aquella será tu cama —indicó, señalando a la que estaba frente a la suya—. Puedes reordenar todo si gustas.

—¿Cuántos años tienes? —quiso saber mientras se sentaba en la cama.

El cabello le caía en los hombros, así que lo apartó con suavidad y agitó un poco la cabeza para terminar de acomodarlo. Larissa no podía dejar de mirarla, por alguna razón. Y sintió que las mejillas le ardían, así que caminó hacia el escritorio. Dejó los libros sobre él y se sentó.

—Dieciséis. ¿Y tú?

—Diecisiete.

Larissa solo asintió. No tenía muchas ganas de hablar, así que se concentró en su lectura, deseando que Morticia no hiciera más preguntas. Pero se llevó una gran decepción. Ella se levantó de la cama y recargó su cuerpo contra el escritorio. Husmeó entre las cosas de Larissa y tomó un lápiz, empezando a jugar con el, pasándolo entre los dedos.

—¿Cuál es tu habilidad? —le preguntó. Larissa suspiró con pesadez y mantuvo la vista fija en el libro.

—Soy una cambiaformas.

—Que interesante —murmuró—. ¿No vas a preguntar cuál es la mía?

—No me interesa, en realidad —expresó con desdén.

—Eres grosera —comentó. Larissa alzó la vista al fin y descubrió que estaba sonriendo. Ladeó la cabeza y la miró con curiosidad porque sabía que otra persona en su lugar se habría molestado—. Me agradas —añadió—. Tengo visiones. Eso es lo mío.

—Que original —volvió a murmurar—. Es la habilidad más común en todos los excluidos —mencionó con sorna. Morticia solo se encogió de hombros y puso una mano sobre la de Larissa, haciendo que ella se tensara.

—Eres muy joven para ser tan amargada —dijo y le apretó la mano con suavidad. Larissa arrugó la frente con molestia. No podía creer que se hubiera atrevido a insultarla tan descaradamente.

Morticia salió de la habitación y fue en busca de su uniforme. Larissa tenía una última clase así que salió también. Y después, se dirigió a la sala de esgrima. Cuando llegó, Morticia estaba ahí, con el traje y enfrentándose a uno de sus compañeros. Debía admitir que se movía con agilidad.

Larissa se dirigió a los vestidores y cuando salió, Morticia ya estaba sin la careta. Se veía despeinada y ligeramente sudorosa, pero no dejaba de verse atractiva. Todos le aplaudían y entonces Larissa supo que había ganado. Morticia sonrió al verla.

—¿Quieres luchar? —le preguntó. Larissa alzó las cejas y se señaló a sí misma.

—¿A mí?

—Es a ti a quien estoy viendo, ¿no? —caminó hacia ella, le entregó el florete que ya tenía y retomó su posición después de conseguir otro para ella.

Larissa cerró la mano en el puño de su floretey se puso la careta. Y después de varios minutos, Morticia la venció. Le había tocado el pecho con la punta del florete y Larissa estaba furiosa. Y tardó un poco en quitarse la careta porque sabía que su rostro estaba rojo.

Ella nunca había perdido y no sabía muy bien cómo manejar esa situación. Pero tampoco quería mostrar que eso le había afectado tanto. Morticia volvió a recibir los aplausos y sonrió mirando a todos. Pero a Larissa en especial.

—Tal vez ya no seas la capitana —le dijo mientras pasaba a su lado. Ella solo empuñó las manos y apretó la mandíbula. Realmente estaba muy molesta. Tanto, que su corazón bombeaba con fuerza y los sentidos le punzaban.

—Al parecer tendrás competencia, Larissa —le dijo el entrenador.

Y eso solo la hizo sentir peor. Arrugó la frente y miró la espalda de Morticia con molestia. Pensó. Estaba empezando a sospechar que la llegada de esa chica se convertiría en un verdadero martirio. Y después de algún tiempo, por primera vez, Larissa deseó no haber tenido la razón ese día. Porque así fue. Para ella, Morticia fue el más grande martirio de su vida.


🥀

ℌ𝔬𝔩𝔦

Buenasssss, soy yo de nuevo jakajaj

Como ya les había dicho, tenía la idea de esta historia. Probablemente publique el primer capítulo hasta la otra semana, pero equis, como en las demás trataré de ser constante.

Les quiero muchooo, nos leemos pronto 💐

Chaito <3

𝓦𝓱𝓮𝓷 𝔀𝓮 𝔀𝓮𝓻𝓮 𝔂𝓸𝓾𝓷𝓰  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora