Capítulo 2 | Henry.

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Después de la llegada para nada esperada de Henry, el hijo de la familia Gomez, de mi vecindario. No ocurrió nada del otro mundo.

Los ruidos de la brisa y el movimiento de las ramas se mantuvieron, algunas risas de los niños que jugaban casi al otro lado del parque resonaban al fondo por pequeños momentos. Así como ellos. Flexioné mis rodillas acercándolas a mi pecho, y mis pies volvieron a juntarse con el césped. También, apoyé mis manos sobre el mismo y presioné lo más que pude por unos segundos, eso me hizo sonreír, y la razón, era que había logrado estar en mi lugar feliz una vez más. Este árbol que se había convertido en mi lugar. Mi lugar seguro.

—Deberías acostarte en el suelo. Es mucho más relajante cuando lo haces—irrumpió Henry.

—Deberías hacer silencio, es mucho más relajante cuando lo haces—dije, y luego escuché una risa que venía de él.

Abrí mis ojos, miré a mi alrededor, me volví hacía mi gorra y zapatos, y después mi vista terminó en Henry. Quién estaba acostado en el suelo. Jamás hubiera pensado que al hijo de la familia Gomez le gustará tirarse en el suelo para relajarse. No estaba seguro que le gustase, porque no lo conocía, podía ser su primera vez.

—Amaría pintar este árbol—expresó él.

No le dí importancia a lo que había dicho. Enfoqué mis pies y luego mis manos, mi piel cálida haciendo contraste con el brillante verde que tenía el suelo, que a profundidad era de un oscuro marrón por la tierra. Comencé a preguntarme ¿Cuál era mi color? Si lo humanos fuéramos de un color ¿cual sería yo? Porqué una cosa es saber cuál es tu color favorito, pero, era distinto saber tu color de verdad, ese con el que te identificarían en alguna dimensión alterna.

Me reí, estaba divagando en pensamientos ridículos.

Miré a Henry de nuevo, quién seguía con los ojos cerrados y las manos entrelazadas puestas en su cabeza.

•••

Tomé mis zapatos y me los coloqué, ya era hora de irme. El sol se estaba ocultando, habían pasado al menos unas tres horas, a veces podría sorprenderme el tiempo que podía pasar en silencio, solo reproduciendo pensamientos y recuerdos que me daban un respiro de las cosas que me perturbaban. No podía negar que pensé en lo que Carla me dijo, "Soñaste con él. De nuevo". Soñar con él no era reconfortante, podía ser fácil de soñar pero difícil de procesar. Podrían pasar dos semanas y a penas estar procesando el sueño y dejándolo atrás. Soñar con El Hombre hecho de Ron y sus noches de amargura no era divertido, para nadie en la casa. Menos para mí.

Suspiré y recordé que no estaban permitidos estos pensamientos bajo el árbol. Levanté mi gorra junto conmigo.

—Te quedas solo, Henry Gomez. —Me volteé al frente y empecé a caminar.

—Fue un placer, Charles.

Me giré.

Seguía con los ojos cerrados.

—Charles. —susurré.

Bicho raro, me repetí en mis pensamientos. Y luego continué mi camino para irme a casa.

Una tarde muy parecida a todas las tardes bajo el árbol. No acostumbraba visitas, pero al menos no había sido una molestia. O tal vez, era parte de la magia del árbol, no podía haber nada que pudiera molestarte mientras estabas junto a él.

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Nota de Autor:

Opinión personal:

Me gustaría mucho encontrar lugares así en el lugar donde vivo, pasaría horas allí.

Espero les haya gustado...

Cajita para que dejes algo que quieras decir 🦋

Los quiero... 🤍
Bye, José M.

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