Capítulo 6 | Lápiz y Papel.

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"Lápiz y Papel"

Nuestra mesa se llenaba más de polvo con el pasar de los días, sin contar los años que hemos pasado juntos.

—¿Recuerdas cuando nos conocimos Papel?

Era inevitable no escuchar como la madera de la vieja mecedora chillaba.

—Eso es algo imposible de olvidar, cariño—dijo, viéndose igual de hermosa que el día cuando nuestras vidas se cruzaron—. Tampoco voy a olvidar los sentimientos de esa mujer. La señora Luz era una persona tan buena.

La señora Luz. Ella tampoco era alguien a quién se podría olvidar.

Habían veinticinco años de su fallecimiento, pero antes de eso, mucho antes; era la mujer más admirable y fuerte que mi amada y yo tuvimos la dicha de conocer.

Ella estaba casada. Su esposo, el señor Pedro, fue por mucho tiempo un gran servidor de su país, había sido capitán en las fuerzas armadas durante la guerra, donde falleció en un enfrentamiento. En su ausencia, sin saber de su muerte, Luz se dio cuenta que estaba embarazada de él, del amor de su vida.

Recuerdo muy bien los golpes en la puerta del frente aquella mañana de Mayo, Luz fue a revisar quién era al momento. Escuché la puerta abriéndose.

—Pobre, Luz. —suspiró mi amada, Papel.

La puerta se volvió a cerrar y hubo un momento de silencio, minutos después.
La escena estaba protagonizada por un llanto desgarrador, una mujer desconsolada, un esposo muerto y un bebé en camino. Y la inmensidad de la que era su hogar envuelta en sollozos y recuerdos que ella jamás podría olvidar.

Media hora después, vimos como Luz entraba a la habitación, esa donde estaba la cama donde dormía con su amado esposo. Se miró al espejo y luego bajó su mirada hacía su barriga, donde yacía el entonces pequeño fruto de aquel amor.

Fue entonces cuando desprendió una hoja de un cuaderno. Me tomó entre sus dedos para después ponerme encima del escritorio, su mirada se encontraba perdida en la ventana detrás de mi. Quiso usarme para escribir en ella, pero no lo hizo.

Los años pasaron, las estaciones cambiaron; el bebé nació, Dante. La señora Luz se tintó el cabello muchas veces, Dante crecía y ella seguía llorando por las noches. Dante siempre fue feliz y nunca se enteró del dolor de su madre sino hasta que cumplió los dieciocho.

—¿Recuerdas la cara que puso cuando Dante se lo dijo?—inquirió mi amada.

—Como olvidarla—respondí.

La expresión en el rostro de Luz fue de absoluto terror, como si acabaran de tirar sal a la herida que habría querido cerrar muchos años atrás. Dante le dijo que se iría al ejercito, quería ser como su padre.

Ella le dijo que no, casi de inmediato.

Dante refutó a su negación.

Comenzaron a discutir por las aspiraciones del buen joven Dante. Él le decía que amaría ese mundo, ella le dijo que no tenía idea de lo horrible que podía ser. La discusión terminó cuando Luz rompió en llanto.

—¡TU PADRE MURIÓ POR AMAR SU PROFESIÓN!—Dante se sorprendió—. Tu padre murió por entregar su vida al ejercito.

Recuerdo también como reaccionó Dante.

-Pero al menos fue feliz, mamá.

Palabras que me rompieron el corazón.

El hogar en ese momento estaba protagonizado por la sombra de un fantasma, una madre y mujer destrozada , y un niño que quería convertirse en un hombre.

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⏰ Última actualización: Jun 21, 2023 ⏰

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