Capítulo 5| Vergüenza y Colegiatura del 1900.

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Paula me contó acerca de su vida todo el tiempo que pasamos mientras llegaba nuestro turno. Me compartió que tenía dos hermanas al igual que yo, que era pésima en matemáticas y odiaba que a las puntas de su cabello le salieran orquestillas tan a menudo, pero que seguiría rehusándose a cortarlo.

Al principio, hablar con ella me hizo sentir nervioso, más de lo que usualmente podía pasarme con una persona nueva, pero luego de casi dos horas esperando poder entrar a la universidad; la incomodidad fue desvaneciendo. El haberme compartido cosas acerca de ella me hacía sentir responsable de hacer lo mismo. Lo cual creí que terminaría mal, sin embargo, salió mejor de lo que esperaba. Le hice saber que también tenía dos hermanas y bromeé con que parecían ser adoptadas. Ella se rio. También que mis padres se habían separado hace algunos años y que vivía con mamá y “las adoptadas”. Por último, le conté acerca de lo gris que era mi vecindario comparado al lugar donde estábamos.

Todo eso resultó a la perfección.

—¡Siguiente!—exclamó la chica de la taquilla número tres.

—Me toca—dijo Paula, se levantó y comenzó a caminar hacia ella.

Era extraño y me aterraba un poco el hecho de ser el último en pasar, porqué después de mi no llegaron más personas, y fue inevitable pensar que no lograría entrar—en constancia que era el aspirante número sesenta y dos de la fila—. Suspiré y me quedé esperando mi turno.

—¡Siguiente!—exclamó la chica de la taquilla número dos, la misma a la que había caminado cuando llegué.

Desde el año anterior me había dado cuenta que tenía una rara manía, y era que cuando pasaba vergüenza o una situación similar con otra persona me sentía con la confianza de bromear acerca de lo ocurrido. No tenía idea de porqué lo hacía.

—Hola. —dijo la chica con un tono de voz agradable.

Su cabello era castaño y su piel era pálida, traía puesto un suéter de mangas largas y cuello de tortuga color beige. Tenía consigo una placa que decía su nombre.

Lili M.

—Hola—asentí con una media sonrisa y proseguí con el comentario acerca de lo que pasó—. Parece que mi destino de igual forma era que tu me atendieras.
Ella soltó unas pequeñas risas y luego tendió su mano para que le facilitara mis documentos. Me giré llevando mi bolso hacia adelante y saqué el sobre manila donde mamá había metido todo lo que iba a necesitar.

Luego alrededor de dos minutos, habló:

—Tienes razón, Carlos. Probablemente el destino quería que fuera yo quien te hiciera el favor académico—sonreí.
La chica de la taquilla, Lili, parecía agradable y había entendido mi pequeña broma. Si a eso se le podía llamar así.

—¿Sabes como funciona el programa de admisión Carlos?—me preguntó Laura.

Negué con la cabeza.

—En el auditorio estarán varios profesores y encargados de la rectoría, donde los pondrán en una cierta prueba de conocimiento sobre arte y esas cosas—ella me miró y yo me reí, con eso me dí cuenta que no le llamaba la atención en absoluto lo que impartían en la universidad—. Luego de eso, tendrán que irse y esperar el correo de capacitación, cuando eso pasé puedes celebrar todo lo que quieras; porqué fuiste admitido.

Asentí.

—Te daré un consejo, solo porque pareces buen chico—me miró—. No te quedes callado, trata de responder todo lo que te pregunten, ese es tu pase asegurado.

—Gracias, Lili. —se sorprendió un poco cuando dije su nombre, y luego añadí—. Lo vi en tu placa.

Crucé las puertas de la entrada y comencé a buscar el auditorio. Primero quise encontrar a Paula entre la gente, pero no tuve éxito, así que continué buscando el auditorio.

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