2.9K 485 150
                                    

La verdad era que Jimin siempre había sido un perfeccionista. Desde que empezó a tomar clases de baile cuando pequeño, se había obsesionado con cada detalle, con cada movimiento, con cada ángulo de su cuerpo. Siempre había sido su mayor crítico, encontrando defectos en cada paso que daba, y por más que los demás le dijeran que era un gran bailarín, Jimin simplemente no podía creerlo. Sus inseguridades se intensificaron cuando comenzaron los ensayos para presentaciones en vivo. Mientras otros parecían estar avanzando rápidamente, Jimin seguía atascado. Cada vez que se equivocaba, se sentía como si estuviera decepcionando a todo el mundo, como si no mereciera estar allí.

El día del accidente fue el punto de quiebre. Tuvo que arrastrarse por el suelo, llegando al estudio donde Jungkook seguía practicando, para pedirle ayuda. Su tobillo le dolía tanto que su pecho se sentía pesado. Estaba seguro de que había asustado a su compañero, aparecer repentinamente arrastrándose y llorando, incapaz de soltar palabras coherentes, no pudo dejar una primera impresión positiva. No recordaba con claridad todo lo sucedido en aquel momento, pero sí recordaba todo el dolor y la expresión en el rostro de Jungkook, quien rápidamente se acercó para levantarlo del suelo, llevándolo al hospital que quedaba apenas a unas cuadras de la universidad.

Después de eso, todo pasó muy rápido. Jimin estaba acostado en una cama de hospital con una pierna enyesada y un semblante sombrío, como si una nube negra se posara por sobre su cabeza. Aunque los médicos le aseguraron que su lesión no era grave y que se recuperaría completamente con el tiempo, Jimin no podía evitar sentirse frustrado y deprimido por tener que estar en el hospital y no poder realizar sus actividades normales.

Su habitación estaba silenciosa y solitaria, lo que sólo empeoraba su estado de ánimo. Miró por la ventana y vio el sol brillando afuera, recordándole las muchas cosas que no podía hacer mientras estaba con su pierna enyesada. En cierta manera llegaba a sentirse como un tonto, apreciando los detalles de la vida únicamente por una lesión. Estaba seguro de que volvería a ignorar el brillo del sol, las risas infantiles y los paseos matutinos desde el momento en que se recuperase. Su vida se trataba de estudiar hasta tarde y de bailar hasta que le doliera el cuerpo. Se encerraba en esa idea, no podía alejarse del pesimismo y la sobreexigencia.

De repente, la puerta de su habitación se abrió y entró su compañero de clases, Jeon Jungkook. Jimin intentó forzar una sonrisa en su rostro, pero Jungkook pudo ver a través de su actitud y se acercó a la cama con preocupación. Él era un buen chico después de todo, lo llevó al hospital sin detenerse por nada del mundo. La rivalidad entre ambos se desvaneció, apenas esa situación se presentó, cosa que le tenía avergonzado, ya no sabía cómo actuar frente a Jungkook después de mostrarse en un estado tan vulnerable.

— Hola, ¿cómo estás? — Jungkook se oía inseguro. Era la primera vez que hablaban, así que el ambiente se sentía un poco raro.

— Mucho mejor. — Evitó mirarlo a los ojos —. Yo... agradezco que me ayudaras. No tenías por qué hacer tanto por mí, me siento infinitamente agradecido. Juro que te lo pagaré de alguna manera, si quieres una cena o cualquier cosa, sólo dímelo.

— No quiero nada, pero cenar juntos se oye bien.

Jungkook se sentó frente a la cama de Jimin, cerrando sus piernas como una colegiala que acababa de entregarle el almuerzo a su amor platónico. Tenía una sonrisa dulce en su rostro y las mejillas levemente rosadas. Jamás lo había visto de ese modo.

— Vas a tener que esperarme, porque de momento no voy a poder moverme a ninguna parte. — Dijo Jimin, señalando su pierna.

— Si quieres podemos almorzar en la universidad, no tenemos para qué salir a otra parte.

— ¿De verdad?

— Sí, por supuesto. — Jungkook asintió exageradamente, Jimin lo encontró adorable. ¿Era normal encontrar dulce a su compañero de un momento a otro? Porque se sentía hipnotizado como una polilla al fuego. Nunca lo había visto tan cerca, incluso cuando se sentaban juntos en clase no se daba el tiempo de contemplarlo.

HOSPITAL BEDS 病院 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora