Aquella mirada que se posaba en mí me hacía sentir insegura. De pronto sentí como que si ya no estaba en aquella sala de aquel bar. Jessie llamó mi atención cuando carraspeó un poco su garganta. Me di cuenta que todos en aquella mesa estaban pendientes a lo que iba a decir, me sentía como un animal en zoológico, todas las miradas se posaban en mi esperando una respuesta.
Eran los ojos mas bellos que había visto en mi aburrida vida. Sus cejas eran marcadas y podía ver los músculos de sus brazos marcados por encima de su traje. Aquellos ojos eran verdes, sí, como muchas personas que han entrado en aquel bar, pero había algo en esa presencia que me ponía nerviosa, y me sentía un poco incompetente enfrente de él, algo que nunca me había pasado en mi vida en aquel bar. Siempre hacía el mayor esfuerzo para que nadie me hiciera intimidar, aunque era una chica llena de inseguridades, no me mostraba así ante mis clientes, puesto que gracias a ellos iba a tener para comer el siguiente día.
-¿Linda?- El otro tipo chasqueó los dedos y Jessie me miró de ojos abiertos revolviendo su cabello por detrás de su oreja un poco incómoda.
-Claro que sí.- Sonreí saliendo de aquel trance y darme la vuelta para ir a agarrar lo que me habían pedido.
Al darme la vuelta, tuve aquella sensación que tienes cuando te despiertas en la madrugada asustada pensando que algo te esta observando. Sentía una fuerte mirada en mi espalda, estaba más nerviosa de lo normal, nunca me había sentido tan débil enfrente de alguien, y eso que convivía con mi madre muy a menudo.
El chico siguió observándome, serio. Cada vez que iba a dejar algo a la mesa, sentía su mirada penetrante en todo mi cuerpo. Había dejado a Jessie que se encargara de levantar los vasos que iban sobrando cuando terminaban de beber, mientras que yo no posaba mi mirada a ninguno de aquel grupo desde atrás de la barra. Otro chico que se miraba también joven de aquel grupo se acercó a la barra.
-Alex, ¿cierto?- el chico sonrió mostrando sus dientes perfectos mientras que yo sonreía de regreso- Enzo, mucho gusto. ¿Tienes un poco de hielo para la mesa?
Me limité a sonreír y con mi cabeza le dije que ¨si¨. Jessie fue a dejar el hielo a la mesa mientras que yo preparaba la cuenta, el mismo chico dijo que pronto se iban.
Eran casi las once de la noche en lo que yo llevaba la cuenta.
-Fue un gusto tenerlos esta noche, estamos siempre a la orden.- Sonreí después de retirar la cuenta que ya estaba pagada. Y aquellos ojos, siempre estaban posados en mí.
Cada uno de ellos se levantó de la mesa. Y vi cómo se retiraban de aquel lugar entre risas y chistes de ellos. Dejé sacar el aire que tenía en el pecho. Miré el recibo que habían dejado y me di cuenta de los quinientos euros que tenía escrito como propina. Doscientos cincuenta eran para Jessie y la otra mitad eran para mí. Pude haber sido deshonesta y darle solamente cien, pero no iba a hacerle eso a una chica nueva que asentía a todo lo que yo le pedía.
-Alex- Escuché la voz de el chico con el que ya había hablado.- Toma, quinientos mas, son solamente tuyos, el jefe los manda- Guiñó su ojo y salió casi trotando de aquel lugar.
Genial, el tipo asqueroso que me había estado guiñando el ojo toda la noche me había dejado mas dinero. Eso significaba que iba a regresar, y que iba a seguir guiñándome el ojo, y que iba a seguir provocándome asco.
—
Bufé al ver como el vaho de aire salía de mi boca por el frío que hacía. Buscaba la llave de el apartamento con mi mano un poco temblorosa y al darme cuenta que había olvidado la llave en el bar, me maldije una y mil veces. Eran casi la una de la madrugada y probablemente Mar ya estaba profundamente dormida, a menos que estuviese hablando con su noviecito, pero lo dudaba, el cambio de horario era muy diferente.
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ᴀᴛᴇᴏ - ᴘᴀᴜʟᴏ ᴅʏʙᴀʟᴀ
RomanceAlexandria era una chica común. Paulo era un millonario. ¿Destinados a estar juntos? Posiblemente.