Capítulo 3:

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 Su mirada se posaba en mí, y aquellos segundos en los que él me sostenía la mirada, eran eternos.

De pequeña, mi papá me había contado que los ojos son la ventana al alma. Los ojos son lo que nos mantiene con emociones, y cuando moríamos, los ojos eran lo primero que se apagaba. Cuando mi papá murió, supe que todo lo que había dicho era cierto. Ver los ojos de mi padre apagarse día tras día era algo que jamás iba a olvidar, y el último día, vi cómo sus ojos ya no tenían ningún destello.

Y aquellos ojos, desprendían un destello único.

-¿Te vas a quedar ahí parada?- Dijo Mar observándome mientras yo estaba literalmente perdida en mis pensamientos mientras preparaba la cena.

Hace una hora, había visto a Enzo y Paulo siguiéndome casi hasta mi apartamento. Les pedí de favor que me dejaran de seguir, y que no quería ninguna obra de caridad de ellos. Paulo sólo se había limitado a rodar los ojos y acelerar aquel auto mientras yo quedaba parada en la oscuridad de aquella calle.

-Perdón, estaba un poco distraída- Dije pasándole el plato de comida a Mar.

-Piensas en él, ¿verdad?- Dijo ella mientras daba un bocado al sandwich que le había preparado.

Se refería a papá, se refería a todas las veces que me había visto casi llorando, y todas las veces que me había visto casi queriendo enterrarme junto a él. Papá se había ido, y no podíamos hacer nada.

-Claro que no, tontita- Sonreí mintiéndole.

Mar y yo saltamos de nuestro asiento después de escuchar un golpe en la puerta y yo salí a ver qué era. Me encontré a mi mamá cerca de la puerta, en el piso junto a una botella de vodka. Aquella desilusión volvió a mí, y otra vez, sentía como si ella nos hubiese vuelto a traicionar.

Claro que me dolía, era una sensación tan vieja, pero siempre se sentía como si la estuviera viviendo por primera vez. Fulminé a Mar con la mirada, y ella entendió que lo mejor era que se fuera a su habitación y no dijera nada mientras que yo lidiaba con mamá.

-Alex, ayúdame.- Dijo ella mientras se intentaba levantar de el piso.

Sin pensarlo mucho, la ayudé a levantarse de el piso y la recosté en el sofá quitándole la botella de la mano. Me dolía ver a mi madre así, me dolía verla todos los días en ese estado y que no tuviera ninguna razón por la cual quería mejorar, Mar y yo éramos lo único que tenía, y aún así, ella no quería dejar su vicio por nada de el mundo. Me dolía que lo único que la mantenía bien, era mi papá. Aquel hombre de ojos marrones era lo único que la podía salvar, pero ya no estaba aquí.

Tras ponerle una manta encima, me limité a sentarme a esperar que ella se quedara dormida para poder irme a dormir. Si mañana no tenía que trabajar, lo iba aprovechar. Saqué mi celular y empecé a leer twitter, no era una persona de redes sociales pero de vez en cuando. Una noticia invadió mi trending line en twitter y quedé enganchada en lo que decía.

¨El joven empresario, Paulo Dybala, se retira de el fútbol, compra empresa y termina su relación con Oriana Sabatini¨.

Genial, este tipo me salía hasta en la sopa. Bufé y cerré la aplicación, y escuché a mi madre respirar profundo, indicando que estaba dormida. Entré a mi habitación y encendí la música.

Paulo Dybala:

-¡Gol!- Enzo gritó- En tú cara.

Enzo y yo habíamos pasado toda la tarde jugando FIFA, y habíamos quedado en una apuesta, y tenía que cumplirla.

-Ahora, nos vamos a buscar a la futura madre de tus hijos- Sonrió él.

Enzo llevaba enganchado con que sacara a una cita a la chica de el bar desde que la conocimos. Yo no quería estar en una relación, mucho menos salir con una chica. Había terminado con Oriana hace un mes, y fue la mejor decisión de mi vida. Ya no tenía que darle explicaciones a nadie, ni inventar excusas para no irla a visitar, ni aguantar un berrinche por haber salido con los chicos. Estaba enfocado en mi, y no quería que absolutamente nada arruinara mi paz mental en estos momentos.

ᴀᴛᴇᴏ - ᴘᴀᴜʟᴏ ᴅʏʙᴀʟᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora