Y ahí estaba él otra vez, como si nada le afectara en el mundo, con una sonrisa se oreja a oreja.
-¿No te cansas de seguirme?- Dije yo riéndome un poco, obviamente burlándome de él.
-Pero qué hablas.- Rió él- Vivo cerca, necesitaba hacer compras.
-¿Los millonarios hacen la compra ellos solos?- Me burlé yo- ¿Y tu guardaespaldas? ¿Enzo se llamaba?
-Le di el día libre- Paulo guiñó su ojo y literalmente me derretí por dentro.
Los encantos de este chico eran obvios, las chicas se volvían locas por él porque era encantador. Tenía una sonrisa preciosa, y su perfil era demasiado perfilado, parecía casi perfecto. Tras mantenérmela mirada por unos segundos, y un silencio un poco incómodo, él decidió romper el silencio.
-¿Pero tú cocinas?-Dijo él.
-Pocas veces, es más para mi hermana.- Sonreí yo empujando un poco el carrito, con la esperanza de que él no tuviera mucho que decir y simplemente decirme ¨gusto en verte, adiós¨
Pero no, él me siguió empujando su carrito.
-Se nota, agarraste los peores tomates que pueden existir.- Una fuerte risa salió de él.
De nuevo, Paulo Dybala era encantador. Mi mirada se fueron a los tomates que había agarrado, y era cierto, eran horribles. No me había dado cuenta que los había agarrado, y la culpa era de él por distraerme un poco.
-Bueno, me retiro.- Dije yo sintiendo el calor en mi cara, sabía que me estaba muriendo de la vergüenza, empecé a caminar un poco más rápido para que ya entendiera que no quería hablar.
-Alex- Dijo él con un tono un poco ¿nervioso? Tal vez- Hoy cocino en mi casa junto a mis amigos, ¿no quieres venir? Van a haber más chicas.
No, no y no, mil veces no. No iba a ir a su casa a comer de su comida, o a beber de su alcohol, o a sentarme con sus amigos.
-Tengo que cuidar de mi hermana.- Mentí. Mar no me necesitaba, y si se daba cuenta que la había usado como excusa para no juntarme con el mismísimo Paulo Dybala, me asesinaría.
-Entiendo- Dijo él con el tono más bajo- Mira, este es mi número, escríbeme y paso por ti.- Sonrió dándome un papel con su número y su nombre anotado.
-Lo tendré en cuenta- Sonreí después de agarrarlo y caminar hacía la caja para pagar.
-
Mientras estaba en la cocina de mi apartamento, miraba aquel papel, pensando si en serio quería ir. Hace mucho que no salía, mas bien dicho, desde que me había mudado, no había salido a ninguna otra parte más que a trabajar. Tal vez salir me iba a ayudar a no pensar por un momento sobre mamá y Mar. Eran casi las seis de la tarde, podía ir por un rato, y regresar antes de que fuese la madrugada, tal vez sí necesitaba por fin hacer algo para mí.
Gruñí al ver el papelito, y empecé a teclear su número para escribirle.
¨¿Me recoges en una hora? Te veo afuera de el bar en el que trabajo :)¨
Segundos después, recibí su respuesta.
¨¿El bar? Puedo ir a tu casa, no pasa nada.¨
¨No preguntes mucho.¨
¨Bueno, te veo en el bar, en una hora :)¨
¿Qué diablos había hecho? Ahora me tenía que arreglar para ir a su casa. Los nervios me entraron horrible, y ahora me quería morder las uñas y pegarme contra la pared por haber decidido ir a su casa. Me iba a morir.
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ᴀᴛᴇᴏ - ᴘᴀᴜʟᴏ ᴅʏʙᴀʟᴀ
RomanceAlexandria era una chica común. Paulo era un millonario. ¿Destinados a estar juntos? Posiblemente.