Marzo catorce, dosmil diecisiete.
-Arianita, mi amor, ¿te paso a recoger después de la escuela y vamos a casa para que toques el piano un rato y nos tomamos un café?- Mi papá sonrió al verme molesta yéndome a dejar al instituto.
Hoy era un día raro. El sol no había salido, yo me había despertado de mal humor y no había visto a Mar en las mañanas como de costumbre. No quería ir al instituto, quería quedarme con papá todo el día, pero él también tenía que ir a trabajar.
Papá trabajaba en una oficina en el centro de la ciudad, e iba tarde y era mi culpa por no haberme despertado a tiempo para ir al instituto. De camino, había empezado a llover un poco y estaba nublado. Hacía frío, y yo tiritaba en el auto mientras ponía la calefacción.
-Te dije que era mejor que no te lavaras el cabello, te vas a resfriar- Dijo él mientras yo intentaba desenredar mi cabello.
-Lo sé, me quedé dormida, perdón- Dije yo.-¿Vas a ir por Mar al salir de la escuela?
-Claro que sí, hoy va a ser una tarde preciosas con mis dos princesas- Sonrió él, y guardé aquella sonrisa que me regaló en mis memorias, adoraba a papá mas que a nada en este mundo.
Dicen que el primer amor de una chica es su papá, y el mío era cierto. Después de mi papá, está Julián. Papá me dejó en la puerta de el instituto y después de un fuerte abrazo y un beso la frente que él me dio, me bajé para que Julián lo saludara de lejos y él también me abrazara.
Algo había raro en el día. Papá no había pasado por mi a el instituto, y de Mar no sabía nada. Al llegar a casa, no había nadie, y había un silencio que detestaba y se me hacía extraño. En casa siempre había música, pero aquella tarde todo estaba en silencio, un silencio incómodo y vacío.
De repente, me miraba sentada en la sala de hospital después de darme cuenta que papá había tenido un accidente yendo a recogerme a el instituto. Y mi vida cambió.
Marzo ocho, dosmil veintitrés.
Mar estaba en lagrimas viendo la escena desde la puerta de el edificio. Paulo estaba atrás de mí con una mirada confundida, no entendía como reaccionar, y no lo iba a culpar por absolutamente nada. No lo iba a meter en ninguno de mis problemas, era alguien nuevo en mi vida y no necesitaba involucrarlo en absolutamente nada de ella. No necesitaba su lastima y no necesitaba que s sintiera mal por mí.
-Mamá, no lo hagas- Volví a agarrarla de los brazos y sentí su mano pegarse a mi mejilla, el ardor me inundó y las lágrimas empezaron a correr mientras solo la miraba confundida por lo que había pasado.
-Alex, nos vamos- Paulo habló detrás de mí.
-No, te vas tú, no te quiero volver a ver- Hablé yo fuerte mientras le daba la cara.
No, no me iba a ir, mucho menos con él que prácticamente era un extraño para mí. Él me miró confundido, se notaba que tenía muchas dudas, y yo no iba a tener respuestas para él. No lo quería ver, solo quería que se fuera y yo quedarme a lidiar con mi mamá.
Agarré el brazo de mi mamá empujándola hasta la entrada de el edificio mientras Mar también me seguía. Mi hermana aún estaba en lágrimas intentando descifrar qué era lo que había pasado, por qué Paulo Dybala estaba afuera de nuestro edificio y por qué yo me había bajado de su auto, era una conversación quieta a tener con ella luego, la quería evitar a toda costa pero sabía que tarde o temprano aquella conversación iba a pasar, y me iba a atacar.
Subimos hasta nuestro apartamento, y mi madre hecha una furia aún gritándome, golpeaba los sillones de la casa.
-Eres una estúpida, Julián se va a dar cuenta que estás con otro mocoso y te vas a arrepentir- Ella volvió a gritarme.
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ᴀᴛᴇᴏ - ᴘᴀᴜʟᴏ ᴅʏʙᴀʟᴀ
RomanceAlexandria era una chica común. Paulo era un millonario. ¿Destinados a estar juntos? Posiblemente.