Capítulo 4:

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Aquella canción de Rosalía con C.Tangana retumbaba por todo el apartamento mientras yo limpiaba. Era viernes, y tenía toda la mañana libre. Después de una discusión fuerte con mamá, ella se había largado, y yo ya sabía que no iba a regresar durante unos días.

Mar ya había regresado de la escuela, y estaba encerrada en su habitación hablando con el ¨noviecito¨, esta chica me iba a volver loca en cualquier momento. No le iba a prohibir tener novio, porque lo iba a hacer de escondidas, pero si salía embarazada la metía a una escuela de monjas y yo criaba a lo que fuese que tuviera. Mar era demasiado para mi, y me importaba mucho, me preocupaba siempre por ella y solo quería lo mejor para ella.

-Mar, ¿quieres comer algo?- Dije yo entrando a su habitación.

Si algo tenía mi hermana, es que era la persona más ordenada en este planeta. Todo lo mantenía en orden, nunca había prestado atención a lo que tenía adentro, y cuando entré a aquella habitación, mi mirada se fue directa a la foto que tenía pegada en la pared. Este tipo se me aparecía hasta en la sopa.

-¿Desde cuándo te gusta ese tipo?- Reí al ver la foto de Paulo pegada.

-¿Dybala? cariño, ¿vives debajo de una piedra? Todas las chicas en la escuela estamos enamoradas de él, es el chico de el momento- Ella sonrió al verme un poco confundida- Y ahora, está soltero, y todas las chicas estamos felices.

-Un tipo común- Solté yo.

-¿Común?- Gritó ella un poco dolida por mi comentario.- Inteligente, empresario, ex futbolista, modelo, millonario, y guapo.

Auch. Mi hermana me había gritado por un tipo que jugaba a la pelota.

-Común, tampoco es Messi.- Dije yo.

-Yo no te digo nada por tu obsesión con C. Tangana- Dijo ella dándome en lo que más me dolía acorde a mis gustos musicales.

De fútbol no sabía absolutamente nada, y no me interesaba. Mar rodó sus ojos y me cerró la puerta en la cara después de escucharme hablar de su nuevo ídolo. Mar se moriría a si le contase que traté horrible al mismísimo Paulo Dybala hace algunos días, me lo reprocharía de por vida.

Al terminar de limpiar, me había ido a mi habitación. Hace meses que no tocaba mi computador, y hoy se me había dado la gana de hacer lo que más me gustaba, componer música. Había trabajado en un beat hace meses, y lo había dejado por falta de inspiración. Lo volví a escuchar después de meses, y de repente me había vuelto a sentir nostálgica. Mi papá era el único que siempre me había apoyado con estas cosas, y desde que se había ido, era mucho más difícil para mí hacer algo, siempre que trabajaba en algo así, me dolía y lo dejaba. Y eso había vuelto a pasar. Me sentía triste de nuevo, y no podía avanzar.

Cuando era pequeña, mi papá me regaló un piano, recuerdo mucho lo difícil que había sido aprender a tocarlo, pero después de ir a la escuela, y después de terminar mis tareas, él siempre se sentaba atento, esperando a que yo aprendiera. Mi mamá era diferente, ella quería que yo estuviera siempre enfocada en la escuela, y no estaba muy feliz que mi papá invirtiera todo ese tiempo en enseñarme algo que no iba a traer nada importante en mi vida. Mamá era diferente, y lo sabía.

Cuando nos mudamos a Italia, ella había decidido dejar todo atrás. Yo no había decidido dejarlo del todo. Su amor había nacido en Italia, y mi amor por la música había nacido cuando me sentaba a tocar el piano con mi papá por las tardes.

En mi vida solo había tenido tres amores. Mi papá, la música y Julián. A los diecisiete perdí mi virginidad con Julián. Él era el niño bonito de mamá, el niño perfecto, y el novio perfecto, Julián y yo habíamos decidido dejar todo por el bien de los dos, porque yo estaba a punto de irme de nuestro país, y no íbamos a ser lo suficiente fuertes para mantener una relación a larga distancia. Era lo mejor entre ambos, y su pasión por perseguir lo que él de verdad quería, no era lo suficiente fuerte para mantenernos a ambos a flote.

No negaba que aún lo extrañaba, pero había aprendido a dejar ir mis emociones, y enfocarme en mi hermana y mamá era lo más importante en mi vida en estos momentos. Necesitaba sacar a flote lo que era mejor para mí, y eso era mi familia. De Julián ya no sabía mucho, solamente sabía que vivía en Inglaterra, y que había logrado o al menos había intentado hacer lo que a él le apasionaba, el fútbol.

Julián había sido mi primera relación real, y cada vez que miraba las fotos que aún tengo colgadas en mi habitación, de dolía no haber sido lo suficiente para pelear lo nuestro, porque yo había sido un fracaso toda mi vida, y no sabía pelear lo que de verdad quería. Aún recuerdo a mi madre preguntándome por Julián en medio de su borrachera, ella lo adoraba, pero mi madre fue otra de las razones por las cuales él y yo habíamos decidido dejarlo, él no podía ser parte de mi problema, no podía cargar con una novia rota y una familia postiza rota. Julián me quería, habíamos estado juntos desde pequeños, nos conocíamos bien desde siempre, y mi papá soñaba el día en el que él me entregara a sus manos frente a un altar.

¿Y si sólo estaba con Julián por la idea de papá?

¨Paulo Dybala ha comenzado a seguirte.¨

Y aquí íbamos de nuevo. ¿Este chico no se aburría de ser tan intenso? Bloqueé el celular ignorando la notificación de mi Instagram vacío donde no tenía mas que una foto mía tocando el piano.

Al sentarme en mi cama, unas ganas de revisar el perfil de Paulo me habían entrado. No iba a pasar nada si solo veía unas fotos, ¿cierto?. De repente me encontraba a mi misma viendo absolutamente todas sus fotos, era un chico muy guapo y entendía lo que mi hermana había dicho, tenía toda la razón por la cual tener a todas las chicas vueltas locas por él. Tenía unos ojos preciosos, y no me lo iba a negar, no podía ser tan estúpida como para negar algo tan obvio. Tenía fotos con una tal Oriana, creo que era su ex novia, muy bonita, demasiado, era una diosa bajada del Olimpo, perecía una barbie latina hecha y derecha, pero que bellos hijos pudieron haber tenido este par.

-¡Mar!- Toqué su puerta- Voy a hacer el mercado, ¿necesitas algo?

-¡Tampones!- Gritó ella desde el otro lado de la puerta.

-¿TAMPONES?- Grité yo un poco sacada de mi mundo al pensar que mi hermana ya usaba productos femeninos para chicas más grandes.

-Ya tengo catorce años, Alex, supéralo- Bufó ella desde el otro lado.

Mar estaba practicando natación desde hace unos años, tal vez eso explicaba el por qué necesitaba tampones, no le iba a dar vueltas al asunto.

Salí de el edificio en el vivíamos, no era una zona lujosa pero tampoco era una zona horrible, aún así me daba miedo caminar de noche, y el sol apenas empezaba a bajar un poco, por suerte, el mercado estaba cerca de el apartamento. Al llegar a aquel lugar, decidí sumergirme por aquellos pasillos con un audífono puesto, no quería interactuar con nadie pero tampoco me quería ver grosera.

-Pero que cara esta la fruta en estos días- Susurré para mí misma.

-Claro que sí, dímelo a mi.- Sonrió Paulo al verme.

¨That green eyes, you're the one that I wanted to find.¨ (Green eyes, Coldplay)

¨ (Green eyes, Coldplay)

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ᴀᴛᴇᴏ - ᴘᴀᴜʟᴏ ᴅʏʙᴀʟᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora