Capítulo 3

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Es viernes por la tarde cuando Jennie llega a recoger a Ella de su entrenamiento de fútbol.

Aquel día, sorprendentemente era tranquilo y la castaña estaba emocionada por llegar a casa y escuchar las cosas que su hija había aprendido el día de hoy. Se había vuelto una rutina, escucharla hablar sobre los entrenamientos mientras ella hacía la cena, o escuchar algo relacionado con la entrenadora.

Lo cual Jennie no iba a engañarse a sí misma (porque ya es una adulta y puede reconocer lo que es tan claro como el agua) que la entrenadora de Ella era bastante atractiva y amable, tenía un encanto del cual Jennie no está acostumbrada a encontrar, y era casi imposible no quedarse mirando cuando interactuaba con su hija.

Por lo poco que había podido ver, claro.

Aquel viernes llega temprano y se encuentra a Ella riendo por algo que Lisa había dicho junto a otro niño, que asume es el amigo del que Ella ha empezado a hablar. Sonríe mientras se acerca, y hay una sensación extraña que se forma en su pecho cuando los ve reír por algo que Lisa estaba contando.

—¡Mami! —Ella grita alegre al verla y corre hasta a ella para abrazarla.

—Hola bebé, te extrañé mucho. —dice tomándola en brazos mientras sonríe.

—¡Y yo, y yo!

—¿Qué tal ha ido? ¿Te has divertido?

—¡Sí! —asiente euforicamente— ¡He parado un gol!

Jennie sonríe aún más ante la emoción de su hija, que parece ser la niña más feliz del mundo.

—¿Si? Eres toda una portera bebé.

Deja a Ella de vuelta en el suelo, y su mirada cae en Lisa quien las mira con una pequeña sonrisa.

—¿Tienes todas tus cosas? —Jennie le pregunta mirando de nuevo a su hija, sintiéndose un tanto nerviosa ante la mirada de la pelinegra.

No sabía por qué, pero aquella mujer tenía el poder de ponerla nerviosa con tan solo dedicarle una mirada. Quizás es el recuerdo de sus mejillas encendidas por sus propias palabras la última vez que se vieron que le hacen sentir de aquella manera. Sea cual sea el motivo, Jennie todavía no está muy segura de si le gusta o no.

Ella asiente y toma del suelo su mochila amarilla, se la coloca en los hombros con rapidez y se dirige hasta donde la pelinegra se encuentra.

—Entrenadora Lili, ya me voy. —Lisa le dedica una sonrisa antes de asentir.

—Nos veremos el lunes pequeña portera, será divertido.

—¡No puedo esperar! —exclama con la máxima emoción en su pequeño cuerpo, dando saltitos de un lado a otro mientras toma la mano de su madre.

—Adiós. —Jennie se despide en un susurro, esta vez mirando fijamente a los ojos de la pelinegra.

Lisa sonríe causando que pequeñas arrugas se formen alrededor de sus ojos. Y la castaña no debería encontrar aquello extremadamente entrañable, pero lo hace.

—Adiós, Jennie.

Cuando se ha dado la vuelta y camina hasta el coche de la mano de su pequeña, no se da cuenta de la sonrisa que ha quedado dibujada en su rostro tras las palabras de la entrenadora de su hija. Y cuando se da cuenta de aquello, se muerde el labio con fuerza intentando detenerlo. Apenas la conocía y ya estaba sonriendo tontamente.

—Bien, esta noche tenemos nuggets de dinosaurios para cenar. —Jennie dice con cierto entusiasmo, sabiendo que a Ella le encantaban.

—¿Qué celebramos? —pregunta la pequeña castaña mientras su madre le ata el cinturón de seguridad.

¡Entrenadora Lili! - (Jenlisa) (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora