Capítulo 8

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Jennie toma aire mientras camina hasta la sala, con una alegre Ella detrás de ella, y Lisa, quien sonríe tranquila como si aquella situación fuera de lo más normal.
La castaña mentiría si dijera que no estaba completamente de los nervios por su presencia. Pero fingir que todo iba bien era una de sus muchas cualidades.

—Lisa, hola. —Nayeon saluda desde el sofá con algo de sorpresa, acompañada de las demás niñas que se encuentran a su lado.

—¡Entrenadora Lili! —Soobin exclama con alegría, sus ojos grises brillando con ilusión al verla.

—Hola, Soobin. —la mayor sonríe con cariño.

La forma en la que todos los niños parecían adorar a Lisa solo hacía que el débil corazón de la castaña se derritiera.

Ella entonces corre hasta el sofá, subiéndose encima de su tía Nayeon para seguidamente abrazarla con fuerza.

—¿Has visto Nay? La entrenadora Lili ha venido a mi cumpleaños. —anuncia con emoción y orgullo, haciendo que Lisa sienta cierto calor en el pecho. Es cuanto menos, una sensación reconfortante.

—Sí, amor. —le sonríe, acariciando su mejilla.

Jennie mira la escena con una sonrisa, mientras Ella pone la película de Tiana y el sapo en el televisor. Intenta apartar los pensamientos negativos, aquellos que le piden a gritos que se esconda porque en cualquier momento Lisa podría confrontarla por lo sucedido la última vez que se vieron.

—Iré a preparar un poco de té. —avisa, finalmente rindiéndose. Y Nayeon asiente sin apartar la mirada del televisor.

Supone que la cocina era un buen escondite. Así que entra en su gran cocina y mientras busca la tetera en los armarios, piensa en qué excusa poner para quedarse allí hasta que Lisa se vaya.

—¿Te importa que te haga compañía? —la voz de Lisa se hace presente en la cocina, sobresaltando a la más baja que casi tira la tetera al suelo.

Quizás no. Quizás necesitaba un mejor escondite.

—No —carraspea, intentando aparentar lo más normal posible—. Adelante.

Lisa entra en la cocina, cerrando la puerta detrás de ella, haciendo que que el cuerpo entero de Jennie se tense. En un intento de distraerse de su presencia, pone el agua a hervir.

—Espero que no haya sido una sorpresa que haya aparecido. —Lisa dice, rompiendo el silencio. Mientras Jennie se propone no mirarla.

—Ella me dijo que estabas de acuerdo con que viniera cuando me dió la invitación.

Jennie se muerde el labio, y no entiende en qué momento Ella se ha vuelto tan descarada. Sabía que su pequeña sólo quería ayudar, pero no puede evitar sentir molestia. No quería acercarse a Lisa, porque sabía que no podría controlar a su desesperado corazón.

Y no podía permitirse tenerlo roto de nuevo, no lo soportaría.

—No te preocupes. —evita el tema, fingiendo una sonrisa.

Se quedan en silencio una vez más, y Jennie dirige su mirada al suelo porque no se atreve a mirar a la pelinegra a los ojos. Pero Lisa la mira, con aquella mirada que decía más que las palabras.

Jennie se veía tan extrañamente bien en aquel cardigan blanco, con su cabello recogido en un pequeño moño y unos pantalones deportivos grises llenos de manchas de harina. Era tan hogareña, Lisa tan solo quería abrazarla y enterrar su nariz en el hueco de su cuello, quería ayudarla a hacer el té y verla ponerse así de nerviosa con tan solo su presencia.

—¿He hecho algo mal, Jennie? —dice finalmente, volviendo a la realidad.

—¿Qué? —frunce el ceño mientras levanta su mirada, finalmente el verde chocándose con el azul— Claro que no.

¡Entrenadora Lili! - (Jenlisa) (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora