1.- El Engaño

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"¡¡¡Mierda, mierda, mierda!!!" Grité y salí corriendo tras de ella. El maldito elevador se cerró antes de alcanzarla. Presioné los botones insistentemente y nada, como odio que la puta oficina este en un séptimo piso. Después de un minuto que parecían horas, me decidí por las escaleras. Bajé lo más rápido posible, esto no me puede pasar a mí. Demasiado agitada llegué a la maldita recepción y le pregunté a Richard:

¿Dónde?"

Me vio, se encogió de hombros y dijo: "Tomó un taxi hace unos minutos."

"Mierda, mierda, mierda."

¿Dónde estará? ¿Mi celular? ¿Donde está? No puedo ser tan estúpida, lo dejé arriba. Cuando  salí corriendo nuevamente para ir por él, se abrió el elevador y choqué contra Tina.

T: "Toma lo olvidaste. Llámala Santana, esto se va poner feo."

Busco la marcación rápida, suena un par de veces, lo intento dos, tres veces más, hasta que me manda al buzón de voz y escucho la contestadora.

"Hola si no te contesto es porque estoy con Santana y si eres tu Santy te mando un beso, te amo, prometo responder la llamada."

Salgo corriendo del edificio, voy al estacionamiento y mierda, mierda, mierda. Las putas llaves del auto, me giro nuevamente para volver a chocar de frente con Tina que entre jadeos dice: "Tus llaves."

Las tomo y antes de arrancar golpea el vidrio de la ventanilla, por poco se me sale el corazón del susto.

S: "¿Qué quieres?"

T: "Celeste, ¿qué hago con ella?"

La angustia se convirtió en furia en un segundo y dije: "Mátala, si puedes."

No le di tiempo a Tina de contestar nada, encendí el auto y salí a toda velocidad. Bueno, si es que se puede ir rápido con este maldito tráfico, mis manos golpean el volante estoy desesperada. ¿Dónde estás? ¿dónde estará?¡Quinn! Debe de haberla llamado. Tomo mi celular  y espero.

Q: "Srta. López, ¿dónde estás? Estamos con los clientes en el lugar de la boda, deberías estar aquí."

Demonios olvide la puta reunión.

S: "Q, ¿no sabes dónde está?"

Escuché a Quinn decirle a alguien que la disculpara y alejarse un poco.

Q: ¿Y ahora que mierda hiciste?"

¿Por qué todos me acusan?, así que solo articule una palabra: "Celeste."

Quinn me interrumpió y por poco se traga la lengua.

Q: "¡Aaaaah! La cagaste en grande, ¿tú no entiendes verdad? ¿Te vio con ella?"

Puta madre no está con Quinn, así que debe estar con Rachel. Me desvié y tomé la calle que me llevaría a la mansión. Llego al gran portón eléctrico, busque el intercomunicador y de inmediato escuché:

"Casa de la familia Berry-Fabrey, ¿en qué puedo ayudar?"

S: "Soy yo, Santana López".

Dicho esto de inmediato las puertas se abrieron y estacione mi auto frente a la gran puerta de caoba que adornaba la casa de color blanco con tejas verdes y grandes ventanales rectangulares. Era una casa muy grande y hermosa, seis dormitorios, un recibidor y una enorme sala de estar. A la derecha de esta, un salón comedor donde la prominente estrella de Broadway realizaba cenas y fiestas para celebrar sus triunfos; a la izquierda un estudio que compartía Rachel y Quinn, lleno de premios, galardones, placas de reconocimiento por sus acciones benéficas y un sinfín de estatuillas. Las escalinatas rectas que daban lugar a un ala este y una oeste, donde se disponían las habitaciones, tres a cada lado y un ático que servía de salón de juegos para Beth que en realidad ya era una linda señorita de 9 años. El sótano era algo como una habitación donde Rachel cantaba, bailaba y quien sabe que más, y un hermoso patio trasero con una piscina de forma arriñonada. Subí las escaleras rápidamente dejando atrás a la ama de llaves que ya me conocía y sabia de mis arrebatos, cuando entre a la habitación de Rachel terminaba de hablar por su móvil.

ALGUIEN COMO TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora