ALGUIEN COMO TÚ

11.- Reencuentro y despedida

BRITTANY POV

Oma habla acerca de cómo el corazón te dice a quién creer y a quien tenerle cuidado, pero aunque yo le quiero creer me he dado cuenta de que por mis complejos nunca he estado sola. Nunca me di tiempo de ser yo, pasé años de relación en relación buscando una cura y me detuve en la zona de confort que me ofreció Artie, pero lo dejé por viajar en los rápidos con Santana. Ella, solo ella dejó atrás mis complejos, pero sin ella, ¿quién soy? No tengo respuesta para eso. La amo, pero si un día me deja o si no me busca, ¿qué será de mí?

La tranquilidad y el arrullo de esta casa me hacen pensar en que puedo yo sola, puedo salir adelante. En que debo reencontrar a la Brittany que era antes de tanta relación que me dañó, antes de Artie y antes de Santana. Pero, ¿será capaz de esperarme?, ¿será capaz de comprender lo que quiero? Si ni siquiera yo me entiendo. ¿Acaso podremos ofrecernos una relación en donde no hayan Arties ni Celestes que nos dañen más de lo que lo han hecho? Una relación en donde mis padres no sean una piedra de tropiezo, en donde mis orígenes fríos se mezclen con sus orígenes calientes, para dar lugar a un clima cálido.

*****

SANTANA POV

El vuelo de siete horas me pareció un siglo, mi corazón palpita cada vez más fuerte y se desboca al pensar que ella está ahí. No lo sé, solo estoy segura de que la holandesa que busco está en esa casa de campo. El taxi me llevó por una vereda que tenía, tanto a la izquierda como a la derecha, campos de tulipanes, todos dispuestos en hileras de colores, parecía una bandera multicolor. Pensé que era muy gay, por eso tanta aceptación a todos los géneros. Al final de la ladera una casa de piedra blanca, con algunas grietas y techo de tejas color arcilla, no pude evitar sonreír, en realidad parecía sacado de una pintura o una caricatura. Solo harían falta un par de holandeses con suecos, bailando con sus trajes típicos. Eran seis ventanas, cuatro  rectangulares y dos redondas, estas últimas justo por arriba de la puerta principal una sobre la otra. Bajé del taxi y no tenía nada, ni un ramo de flores, pero cómo llevar flores si estaba lleno de jardines con tulipanes amarillos y rojos. Una pequeña jaula cerca de la puerta donde habían un par de pajarillos de color celeste. Sentí como mi corazón estaba en su lugar, pero de una forma desbocada, me sentí una caricatura de Tex Avery. Toqué la puerta de madera y momentos después un hombre grueso de manos toscas, con rostro duro, pero mirada suave de color azul cielo, me sonrió detrás de una barba blanca.

Opa: "Santana, ella está en la segunda planta."

El interior de la casa era de piso de madera y sus paredes blancas, en la chimenea ardían maderos de nogal dando un olor particularmente agradable y acogedor a todo el hogar. En las escaleras de madera y en cada parte de la casa habían retratos de Susan, Lexie y Brittany y otros miembros de la familia materna de Britt. El rechinar de las tablas era suave, pero lo suficiente para saber que alguien subía. Toqué la puerta y escuché una voz familiar.

B: "Pasa Oma."

S: "No soy tu abuela." Dije y giró con un sobresalto. No dijo nada, solo se limitó a sentarse y llorar. Me acerqué despacio a ella y me arrodillé. Esta vez no me golpeó, levanté su rostro con mi mano.

S: "¿Podemos hablar?"

Suspiró.

B: "¿Cómo supiste?"

Me señalé el lado izquierdo del pecho donde se suponía que vivía mi corazón y sonrió.

B: "Eso dice Oma."

No entendí en el momento, pero supuse que Oma había dicho algo a mi favor.

Me senté junto a ella y quise abrazarla, respondió a mi abrazo pero fue un abrazo frío que me lleno de miedo, prefería a la Brittany que gritaba y me insultaba, la molesta, porque esa era la que estaba segura de que me amaba. Pero esta Brittany, la tranquila, la que estaba dispuesta a escucharme, era la Brittany que al parecer terminaría conmigo a pesar de creer mi explicación.