Capitulo 5

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Hoy no tenía el ánimo de caminar hasta rio para ir a lavarme, me moví perezosamente en mi cama para sentarme y estirarme, camine hasta el armario para tomar uno de mis camisones blancos y cambiarlo por el vestido que llevaba puesto desde el día de ayer.

Fui hacia el fogón, para encontrarme con algunas brazas, deje sobre estas un tronco de pino para que comenzara arder y asegurarme que la choza no perdiera calor. Mire hacia donde debería estar durmiendo Tikki y ella se encontraba observándome, fui por su pocillo y le deje una caricia mientras estuve a su lado. Vertí un poco de leche de la cacerola, la cual se mantuvo tibia sobre el fuego para luego dejarla frente a ella.

- Iré a lavarme Tikki, estaré atrás por si quieres salir –dicho esto, tome el jarrón de agua que había recolectado el día de ayer, para salir por la puerta-

El sol estaba comenzando a brillar, la brisa estaba fresca por lo que sería un día no tan caluroso, cerré mis ojos al sentir como algunos rayos de sol se colaban entre los arboles acariciando mi cuerpo, aquella sensación era majestuosa, te brindaba energía de una forma que si no eres consciente no te percatarías, aquel calor traspaso mi piel; lentamente, cosquilleando a medida que abrazaba mi cuerpo, con un suspiro deje salir toda tensión que albergaba mi cuerpo del día anterior.

Al paso de unos segundos me sentía totalmente renovada, abrí mis ojos y respire el aire del bosque, ese olor tan característico tenía algo que no sabía cómo describir, pero me hacía sentir como en casa. Deje la puerta levemente abierta por si Tikki si quería salir, cambie de mano el peso del jarrón, para empezar a rodear mi choza, el caminar descalza por el pasto me provocaba pequeñas cosquillas.

A unos metros de mi hogar al fondo, había una agrupación de rocas no más altas que mi cintura, aquellas las utilizaba para lavarme cuando no tenía ánimos de ir al rio como hoy, deje el jarrón al costado de una, camine hacia un arbusto del cual tome una rama no más larga que mi propia mano, para tomar mi pelo de tal forma de sostenerlo todo con la intención de no poder mojarlo cuando me lavase.

Ya sentada en una roca que tenía la altura perfecta para sentarme, con la seguridad de que mi cabello no caería por mis hombros, comencé a verter agua por mi cuerpo, despejando el leve rastro de sueño que aun mantenia para despertar por completo. Aquel camisón se apegó a mi cuerpo delineando cada curva, lo que provocaba a la vez que sintiera con más detalle la brisa que danzaba en el bosque. Frote cada rincón de mi cuerpo para volver a cubrir con el resto de agua del jarrón.

Divise a Tikki caminando hacia acá, cuando estuvo a unos metros de mi comenzó a cazar algunos insectos que revoloteaban en el alrededor. Me erguí para tomar en mis manos el camisón y estrujarlo dejando caer el exceso de agua que había absorbido.

Después de un buen rato ya me encontraba más seca, por lo que recojo el jarrón para volver a la choza, Tikki se quedó jugando. Cuando tenía la clara intención de empujar la puerta, el movimiento brusco del follaje del bosque hizo que me tensara, aferre el jarrón con fuerza a mi cuerpo, para ver después como un conejo negro salía al claro oliendo sus alrededores, tome aire para calmarme.

"Es imposible que alguien encuentre este lugar, por más que busque" pensé para mí en un intento de relajarme.

Entre a la choza dejando el jarrón a un costado de la puerta, para ir a mi habitación tomar una blusa que me llegaba a mis muslos, una falda café y un corsé negro. Deslice aquel camisón húmedo por mi cuerpo para dejarlo junto con el vestido en la silla, tome una botella de aceite de vaina de vainilla con violeta para untar mis dedos en ella y aromatizar mi cuerpo. Cuando me di por satisfecha tome aquella camisa de mangas holgadas para vestirme, acomode mi falda en mi cintura para finalizar con el corsé negro.

¿Aceptarías la magia hay dentro de mi?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora