Iridiscencia | GH Argentina

uno : ❛c o n v i v e n c i a❜

En realidad, el tema de convivencia no cambio demasiado, tal vez, ahora dormían en la misma cama pero cada uno en su lugar, ninguno de los dos se atrevía hacer algo, sin el consentimiento del otro.

Otra vez, fue Julieta, la que había propuesto de dormir juntos, por sus problemas para levantarse en la mañana. ella era muy perezosa cuando se trababa de madrugar, por lo que la obligaba tener que ponerse alarmas muy ruidosas cada cinco minutos.

Por el lado de Marcos, era muy distinto. él estaba acostumbrado de levantarse con el sol, Disfrutar el día de principió a fin, este hábito siempre estuvo en su familia y adoraba ver el amanecer en su querida Salta.

En sus primeros tres años de matrimonio, Marcos era el que se encargaba de despertar a Julieta, a veces, dependiendo el día. Le costaba mucho, pero igual, él era muy paciente y se tomaba el tiempo en lograr levantarla, nunca se rendía.

Si se despertaba más temprano que ella, preparaba cosas ricas para desayunar, a la chica le gustaba comer y él tenía muy buena sazón.

Mayormente, mientras desayunaban, él contaría cosas interesantes, para llamar su atención, sabía a qué a ella le gustaba el chisme y era una de las tantas formas en las que podía despabilarse.

Actualmente, Julieta podía levantarse por si sola, pero ninguno habló de dejar de dormir juntos, porque lo que todavía comparten la misma cama.

Ella le preguntaba de su trabajo, Marcos era abogado y le ponía mucho esfuerzo, dedicación también. Hasta ahora, había ganado casi el setenta porciento de sus casos.

Le contaba, pero, no tanto. Para mantener la privacidad de su cliente, solo le confesaba de los próximos pasos que podría hacer, por evidencia o ganar ese caso.

Después de tener ese tiempo juntos, ambos se marchaban hacía sus trabajos, dónde pasarían casi todo el día, pero a Ju no le fue también como espero, parecía que, todo estaba en su contra, sus ideas eran robadas por alguien más, nadie le escuchaba sus propuestas y fue básicamente ignorada por sus propios compañeros.

Al volver a casa, sus ánimos estaban por el suelo, el estrés del día y la bronca de que le dieran laureles a otra persona por su esfuerzo, la obligaron entrar dentro de la cama en busca del algún refugio, en otras palabras, a llorar.

Marcos llego a casa, un poco cansado, pero feliz por haber encontrado más respuestas a lo ocurrido con su cliente. Noto que las luces no estaban prendidas en ninguna habitación de la vivienda, por lo que creyó que Julieta todavía no llego.

Se adentro más, dejo sus cosas en un pequeño sillón y se retiró el saco de su traje, con la intención de tomar agua, pero ni bien se acercó a la heladera, escuchó el llanto de ella.

Penso que era su imaginación, pero cuánto más se acercaba a la pieza, dejo de pensar en aquello, hasta abrir la puerta y verla como bolita debajo de las sábanas.

— Juli, ¿que paso? — llamó preocupado, acercándose un poco más a la cama

ella tuvo que salir, no sabía que Marcos iba a llegar, así que aun estando oculta se limpió los ojos para secarse las lágrimas — Hola Marcos, Bienvenido — lo saludo con una sonrisa que a él no le termino de convencer — ¿Cuándo llegaste? —  le pregunto.

— Llegué recién — le confirmo — y mientras estaba por tomar agua, te escuché llorar.

— No estaba llorando

— Julieta — se sentó al frente de ella — tenés los ojitos rojos y tu rimel está corrido — le dijo calmado pero aún se notaba preocupado.

Ella se miro las mangas de se remera blanca y vio manchas negras del maquillaje que estropeó por su llanto — Me fue mal en el laburo, nada más.

— Si estás llorando, es porque paso algo más grave. — le hablo mientras le sacaba el pelo de su cara de manera suave. — Me querés contar?

— Me trataron como una pelotuda — él escuchaba atentamente — se robaron todas mis ideas, estuve cuatro horas planeando un marketing para que le dieran laureles a otra — ella no podía parar de llorar y Marcos la acercó para abrazarla — nunca escucharon mis propuestas y mis compañeros de equipo no paraban de sacarme el cuero por este día.

Logró que Julieta corresponda su abrazo y le podía comentar palabras que calmaban, Marcos siempre fue bueno para consolarla, en sus momentos difíciles o donde el estrés por su trabajo la hacían estallar, ella podía confiar profundamente en él.

Había dejado de llorar hace tiempo, pero ambos seguían abrazados y no parecía querer separarse, aunque a Ginocchio le dio curiosidad saber cómo se sentía.

— ¿Estás mejor? — se alejo un poco y ella asintió levemente.

— Gracias, Marcos.

Él sonrió un poco — No hace falta que me agradezcas — le dio un pequeño beso en la frente, ella se sorprendió, no solía tener ese tipo de detalles con ella.

En los seis años de casados, nunca tuvieron relaciones sexuales o e incluso un beso en los labios, tampoco hablaron de, básicamente, estar enamorados entre sí.

Acordaron de seguir en matrimonio, hasta que uno consiga una persona del cual le guste o se enamoren y ahí, ambos pedirían un divorcio.

Julieta desde que se casó con Marcos, ningún hombre la ha llamado su atención, tal vez, porque estaba conforme con los buenos tratos, el respeto y la vida que mantenía con él.

O está enamorada de su marido, lo cuál lo veía muy común.

— Hoy voy a cocinar yo — Hablo, sacándola de sus pensamientos.

— ¿Estás seguro? — dudo ella — Hoy me tocaba a mí.

— Si — confirmo — vos podrías tratar de relajar tu cuerpo con un baño caliente, te hará bien. — le recomendó — yo te voy avisar cuando esté la comida, ¿Dale?. —

— Dale.

La convivencia no es mala, ellos saben coordinarse para tareas de la casa y ahí, siempre había buenas vibras, reinaba mucho el respeto, más la que se tenían entre los dos y algunas risas por sus ocurrencias.

Según sus vecinos; son el matrimonio más lindo que conocían.

Sí supieran que Marcos Ginocchio y Julieta Poggio de Ginocchio no estaban tan enamorados como se ve.

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