4. La fuente de los deseos

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DANÁNE

Me sentia extraña, muy extraña aparte de tener mejor oido tenia una vista increíble. Podia llegar a ver hasta una simple lombriz que se desplazaba sin muchas contemplaciones por una hoja con todo lujo de detalles. Estaba sin palabras, desde que me acerqué a esa fuente empezaron esas extrañas sensaciones. El sol se iba ocultando poco a poco, en ese momento me di cuenta de que debía regresar a la mansión. Tenia un mini mapa dado por Antara hecho por ella misma con el que me podría guiar, un poco, al menos.

***

¿Tu que, no te das cuenta de que ya esta de noche no sabes mirar al cielo?— Me reprochó Leckan al llegar a mi actual casa.
Perdón, me distraje un poco y no me di cuenta de que ya estaba oscureciendo, no volverá a pasar.— Dije intentando rectificar.

- No me gusta tener que regañarte la verdad, pero es peor si Antara se entera hazme caso, la conozco.
Asentí y puse mi mejor sonrisa forzada, a el le hizo gracia y se le escapó una risita.

Que mono por dios.

- Anda vete a tu cuarto a darte un baño antes de que te vea Antara aquí en la puerta.

A sus órdenes mi rey.

Después de darme aquel bañito con agua caliente. Me encontré con Antara en el salón bebiendo otro extraño "té". Por lo que me senté al lado de ella, supuse que quería contarme algo. ¿Quizás algo sobre el vampiro rubio?

No, ya estoy haciéndome mis historias.

Aún así me puse a pensar y me di cuenta de el tiempo que llevaba en la mansión únicamente había visto a ese tal Alger una vez y la forma en la que nos conocimos no fue muy afortunada, aun me acuerdo como me escocía la mordida.

- ¿Sabes? Yo nunca he sido agradable con la gente. Pero no es por que yo sea borde por que quiero, simplemente por que no me queda otra opción. — Me soltó de pronto pensativa. Supuse que tenía una triste historia detrás de su confesión.— Los de tu especie nos despreciaban a mis hermanos y a mi, simplemente por ser vampiros. Entiendo que por tener colmillos mas afilados de lo normal alimentarse de sangre les den respeto o incluso miedo. Pero la verdad es que duele mucho que te vean como si fueras un monstruo que les aparece en las noches para beber su sangre atormentándoles la noche. Por allí donde vas te señalan con el dedo y se burlan de ti sin siquiera conocerte, eso si que es un gran dolor.

- ...—No supe que decirle se sentía decaída contando sus experiencias.

- ¿Amigos? ¿Que es eso a caso se come? Nuca supe lo que era tener una amiga de verdad nadie me quiera ni ver ni hablar. Mi vida fuera de esta mansión ha sido muy dura y los humanos nunca nos trataron bien. La verdad, no te voy a mentir hubieron un par de personas que me intentaron hablar, pero yo los ignoraba, pensaba que a la mínima de coger confianza me traicionarían y acabarían siendo igual que el resto.— Los ojos le cristalizaban y unas gotas deslizaban por sus mejillas como si de mantequilla se tratase. Mi cara era un poema en ese instante, las lagrimas de Antara se habían convertido en espejos, podía ver claramente mi reflejo. No me recordaba teniendo tanta cara de "muerta" tenia unas ojeras que por lo menos llegaban hasta los talones, mi piel se veía grasosa y con muchos granos.

Creo que ese agua estaba podrida contaminada o algo, tengo la cara como un zapato.

Antara noto mi extraña actitud, se secó la cara con las manos pidiéndome perdón avergonzada por según ella aguantarla en ese estado, dice que no sabía por que me lo había contado y que lo sentía de nuevo. Se fue escaleras arriba dejándome con la palabra en la boca. Dejó un poco de el "té" en la mesa sin acabar. Me incorporé a oler aquella inocente bebida, un olor metálico intenso invadió mis fosas nasales. Aun así decidí darle un sorbo para probar su sabor quizás era dulce.

Sangre Que CongelasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora