6. No se tienen por que enterar 2/2

1 1 0
                                    

AVISO: Este capítulo contiene lenguaje/contenido explícito +18

ALGER

Por fin los pesados de mis hermanos se habían ido a esa estupida tradición. Y este era mi momento de gloria, podría tocar mi piano a todo volumen tanto que retumbase por las paredes de la mansión y nadie se podría quejar.

Que maravilla.

Todo hubiera sido así de no ser por el pequeño detalle de que no estaba solo. Había una humana muy apetecible a mis ojos en todos los sentidos, merodeando o bueno, viviendo en la mansión desde hace unos días.

Olía el aroma de esa mujer que iba poco a poco aproximándose a la cueva del lobo, es decir, a mi habitación. Luego ya lo confirmé, por que vi como aquella humana se quedaba apoyada en el marco de la puerta en una posición un tanto tentadora, aunque de por si su cuerpo ya era provocativo.

Cuanto tiempo llevo sin hacer nada.

Los dos estábamos solos, no había nada ni nadie que nos pudiera molestar en lo absoluto, tenía que aprovechar una oportunidad así, por que no se tenía en muchos millones de años. Me acerqué a la velocidad del rayo usando mi rapidez vampírica y la tapé los ojos agarrándola de la cintura en un movimiento rápido, adentrandola en mi cueva. Ella no paraba de moverse, parecía una mosca tratando de escapar de una tela de araña.

Que irónico.

Finalmente llegamos a mi cama y ahí ya la dejé soltarse. Yo me volví a mi silla para observar cada detalle de su rostro, aunque parecía que la que me observaba era ella a mi.

Vaya, las tornas han cambiado.

- Bueno, te vas a quedar mirándome toda la noche o que. - Dije observándola como hacia ella fijamente.

- ¿Como? No no. - Dijo avergonzada aparatándose el cabello de la cara.

Sus nerviosismo me gustaba, estaba casi tartamudeando, por lo que pensé en vacilarle un poco.

- Señorita, - Dije cruzándome de brazos y apoyando la espalda levemente en el piano. - Debe saber que no es de buena educación espiar a través de una puerta. ¿O es que acaso a usted no le enseñaron modales en casa?

- ¿A-a mi?- Preguntó incrédula, cosa que me pareció divertido.

- No, hablaba con el alma de mi tatarabuela. Pues claro que te lo decía a ti, tonta.- Dije en un tono burlón.

- Y-ya lo entiendo, u-una cosa, como es que tu te quedaste en casa y no fuiste con tus hermanos?- preguntó con mucha curiosidad y cautela.

Chica curiosa, me gusta.

- ¿Yo? ¿Ir con mis hermanos a hacer esa estupida tradición? No gracias, prefiero quedarme a componer mis melodías.- Dejé claro manteniéndome en la misma posición.

Asintió tras mi declaración.

Bueno esto no esta siendo como esperaba que fuese, mejor vayamos directos al grano ya.

- Mejor no hablemos de mi familia, y divirtámonos, ya que estamos solos y nadie nos molesta .- Dije incorporándome dando pasos lentos hacia ella observándole de forma coqueta.- Y no te preocupes no se tienen por que enterar.

- ¿A-a que te refieres?- preguntó teniendo miedo de la respuesta.

Me gusta tu inocencia.

- A esto.- le agarré de la cintura y la levanté de la cama quedando los dos de pie, mi otra mano estaba en su mandíbula y en un segundo nos estábamos besando apasionadamente. Nuestras lenguas viajaban en la boca del otro encajando a la perfección.

Sangre Que CongelasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora