2. Como pudiste

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Capítulo corto :)

ORIOL

En cuanto me alejé de mi hermana dejándola en ese lugar me arrepentí al instante. Quise volver, pero tan solo se podía ver oscuridad entre los arboles frondosos.

Mierda, mierda soy estupido.

Corrí, corrí como un maldito cobarde sin rumbo, lagrimas humedecían mis ojos sin compasión. Se suponía que era el mayor, el que debía de cuidar de su hermanita pequeña pero no, tuve que salir por patas como un pobre ciervo asustado. Solo pensé por mi bien, por mi seguridad, sin importarme nada. Había sido egoísta y ahora quizá no la volvería a ver nunca por mi inmadurez.

Después de correr como un loco perdiendo mis esperanzas de volver a casa finalmente llegué.

- ¡Hijo! Cof, cof ¿Pero que horas son estas de llegar?— Me recibió mi madre tosiendo como de costumbre. Inclinó la cabeza esperando ver a mi hermana escondida detrás de mi pero no había nadie.— ¿Danáne? Cof, cof. ¿Dónde está?

- Mamá, no te lo tomes mal por que créeme que yo me estoy sintiendo como una mierda, pero... la cosa es que llegamos a una mansión un tanto peculiar y... Yo escuché un ruido.

Mentira.

y salí corriendo dejándola allí sola.

- ¡¿Que tu que?! Cof cof, cof cof...—comenzó a toser sin parar. Le di golpecitos en la espalda y se le pasó por un momento.

- Sí sí lo se, me siento la peor persona ahora mismo.

Mi padre llegó a casa en ese momento ya que probablemente había estado dando un paseo como de costumbre por alrededores. Se nos quedó mirando extrañado de no ver a mi hermana . Se quedó cruzado de brazos exigiendo una explicación.

- Tu hijo ha dejado a tu hija en una casa abandonada.— Soltó mi madre sin muchas contemplaciones.

Genial.

¡Paf! El guantazo de mi padre me tiró al suelo y hizo eco por todo el salón. Mi mejilla se quedó colorada y ardía, noté algo líquido humedecer mi cara, era sangre.

Perdón papá.

- Como pudiste. ¡Se suponía que tenias que cuidar de tu hermana pequeña! ¿Y la abandonas?

- Pe-perdón.

- ¡Cállate! si no quieres otra bofetada. — Busqué la mirada de mi madre pero me la evitó y se quedó cabizbaja.— ¿Tu te has puesto a pensar como se debe de sentir tu hermana? Bueno, eso si sigue viva, quizás haya pasado una manada de lobos por ahí y ahora esta en el estomago de uno de ellos.

Se marchó a su habitación seguido de mi madre, ella trataba de decirle que no fuese tan duro conmigo a pesar de que me lo merecía. Mi padre hacia oídos sordos, y allí me quedé yo en el suelo tirado reprimiendo las lágrimas sangrando sin cesar.

"Los hombres no pueden llorar si lo hacen son débiles".

Odiaba que me tratase así pero es que realmente lo que había hecho había estado fatal, me lo merecía.

Siempre me habían dicho que yo debía de cuidar de ella que debía de educarla. ¿Y que hacia yo? No ayudarle nada en casa me pasaba todo el día durmiendo y le dejaba a ella hacer todo. Mis padres me llamaban la atención pero tampoco les hacia caso, pero ahora es cuando me doy un fuerte golpe con la realidad y me doy cuenta de que todo lo que ha estado haciendo mi hermana todos estos años lo tengo que hacer yo, sin contar que ahora no tenia padres por que no me dirigían la palabra. Me encontraba solo, literalmente nadie me hablaba y la incertidumbre de si mi hermana seguía viva o no me iba carcomíendo cada vez mas la cabeza. Esto me recordaba a cuando era niño:

En el recreo de mi escuela, siempre me sentaba en un bordillo a disfrutar de el almuerzo que mi madre me había preparado. Pero nunca podía estar en mi soledad tranquilo, cualquier persona que tuviese hambre se acercaba por ahí y me arrebataba mi comida de las manos y se reía de mi.

- Gracias niño con esto ya no necesito ni cenar.

Tenía mucha furia dentro de mi pero no me quería sentir vulnerable, sin embargo, no pude más y me eché a llorar como una magdalena.

- ¿Uy la niñita esta llorando? Pobrecita, jaja los niños no lloramos eso es de débiles.Hizo una pausa — Uy espera, que tu eres igual de débil que las niñas.

Y esa fue la frase que se me quedó grabada desde entonces. "Los hombres no lloran eso es de débiles"

Todas aquellas tardes me escondía detrás de los arboles a veces para disfrutar de mi soledad y de mi comida cuando podía. Pero efectivamente, normalmente no duraba mucho tranquilo, por que las personas poco tardaban en averiguar donde estaba. Vendrían sin dudarlo a por mí y a por mi comida y yo por miedo no haría nada.

Llegaba a casa y le contaba todo a mi padre con la esperanza de que me ayudase o al menos lo intentase. Pero en cambio, tan solo recibía un guantazo " ¿Mi hijo es un cobarde enserio? ¡Yo no quiero tener un hijo asi! Espabila ostia. ¿Qué, si te dicen que les dejes mear en tu cabeza qué, también accedes?"

Eso fue lo que me gritó uno de los días que llegué a casa llorando desde la salida de mi colegio. Mi hermana siempre era testigo de todo, ella únicamente me miraba con cara de pena y callaba.

Una vez dio la cara por mi, todo fue en vano y empeoró, mi padre fue a ponerle la mano encima a mi hermana y mi madre se cruzó en su camino diciendo " ¡No!" El golpe se lo llevó mi madre. Al instante él se quedó desconcertado y con culpabilidad. "¡¿ Pero tu estás loca?!"  En ese momento fue cuando vi a mi mamá llorar desconsoladamente de dolor me partió el alma verla así y Danáne también.

Odiaba tener esos flashbacks. Las piernas me flaqueaban y me estaba mareando subí a mi habitación con un vaso de agua y me senté al borde de la cama a tratar de tranquilizarme, cosa que funcionó a medias por que me quedé dormido, básicamente.

Sangre Que CongelasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora