#DelRevezAEN
> Apariencias de Karmaland
> RubplaySonata marina
La luna, que en lo más alto del cielo iluminaba la noche con su brillante velo de luz, aguantaba la respiración ante el constante zumbido de la muerte que acechaba con lujuria sus últimos suspiros.
La armonía del agua acariciando la arena con ternura, las olas a lo lejos cantándole a la noche. Respiró con lentitud y con esfuerzo. Podía sentir su tacto, frío y transparente, aferrándose a su último aliento.
—¡Raúl!—El sollozo en la lejanía simplemente le instó a buscar su mirada, tan bella, tan...mágica. Tan angustiada como la primera vez que sus orbes se fusionaron con las ajenas.
Una noche de verano hermosa. Con el frescor del viento que la noche traía consigo, robándose la tibieza de sus cuerpos que el sol marcaba durante el día. Adoraba las noches a bordo de La Rosa del Karma, tan silenciosas cuando la mayoría se dormía temprano, tan...llenas de misterios.
Disfrutaba sentarse mirando la luna, con pocas antorchas alumbrando, el océano de estrellas que decoraba el oscuro cielo, el mar de un color tan oscuro que parecía buscar tragarse el mundo entero. Junto a su flauta de pan, su tesoro más preciado, tocando melodías con la noche como su única espectadora. Esperando el amanecer, seguir rumbo a tierras desconocidas, prometidas por la curiosidad humana.
Las notas entrelazándose entre sí, bailando en el aire, musicalizando el ambiente con nostalgia y parsimonia. Raúl se dejó llevar con la tranquilidad del ambiente como todas las noches que decidía aspirar el silencio de la oscuridad y transformarlo en las melodías de su corazón aventurero.
—¿No estás cansado?—La voz que interrumpió su melodía con suavidad le robó la mirada por unos segundos antes de devolverla a la luna. No le sorprendió la presencia ajena, pues realmente era turno de Borja hacer la guardia esa noche.
—Las noches son pacíficas, ¿no crees, Luzu? Durante el día estamos todos trabajando, y el ruido de las olas se siente distinto, ¿durante la noche? Durante la noche es cuando la magia deja de esconderse. Cuando las leyendas cobran vida debajo de las olas.
—¿Crees en la magia, Auroncito?—Borja se sentó a su lado mirando las bailarinas olas ir de acá para allá iluminadas por la luna.
—Somos piratas, en algo hay que creer para alimentar la curiosidad, ¿no lo crees?
Cuando Borja cabeceando se recostó sobre su hombro y cerró los ojos para descansar la mirada creyó verlo. Un movimiento casi imperceptible que no hubiera visto si no fuera por el brillo lunar, por la tranquilidad del agua. Una cola levemente brillosa que vio desaparecer debajo del agua. Un pequeño chapoteo que le dejó con el corazón retumbando.
Ese chapoteo que sin notarlo apoyó la punta de la pluma en el pergamino que escribía la siguiente aventura de su vida.
Al respecto no dijo ni una sola palabra, queriendo creer que había sido su imaginación, una simple jugada de su mente por andar desvelándose sin pensar en su cuerpo y en su salud. Simplemente guardó su flauta y se sentó a desayunar con el capitán y el resto de los marineros antes de zarpar camino a los mares desconocidos y no explorados que estaban curioseando.
No fue mucho el trayecto que pudieron recorrer cuando lo oyeron. Algo que jamás ninguno de ellos había oído. Una melodía tan nueva, tan desconocida y tan...no hubo marinero que no se asomara en búsqueda de esa voz. Una voz que se colaba en tus oídos como una caricia, de aquellas que con hilos comenzaba a entrelazar las ideas, los pensamientos más profundos. Raúl sintió en el momento como si sus pulmones dejaran de respirar simplemente para escuchar la melodía.