Aclaraciones:
> Apariencias de Karmaland
> Rubplay
> Angst, menciones de suicidio, abuso de alcohol
> Italic POV Rubius, normal POV Alex4:20
Alejandro ingresó al maltrecho edificio y cerró la puerta principal con llave, así como le decía el amarillento cartel hecho a mano que el viejo portero había pegado hace unos meses en la pared.
Su cuerpo comenzó a entrar en calor ni bien la puerta se cerró con un chirrido. Como siempre el ascensor parecía estar averiado, así que se encaminó a las escaleras. En sus oídos sonaba por el auricular una de sus canciones favoritas y era la que le acompañaría los cinco pisos que debía subir en silencio. Sus pasos retumbaban contra las paredes y las luces automáticas se iban prendiendo a medida que iban captando sus movimientos.
Cuando llegó al piso quinto volvió a sacar su manojo de llaves del bolsillo y se encaminó al departamento C.
4:20 Alex ingresó al departamento de su mejor amigo, cómo llevaba haciendo todos los domingos de los últimos 7 meses.
Olía terrible. A alcohol y a tabaco. Sentía eco de gritos y llantos. Raúl ya no estaba, probablemente había huido del departamento ni bien terminada la acción.
—¿Rub?—Llamó bajito, sin saber que tan destruído podía llegar a estar su mejor amigo. Piso vidrio y eso le alarmó un poco. Una copa rota. El piso se sentía pegajoso bajo sus zapatos y había colillas de cigarrillos en el suelo.
Dejó su mochila en la mesa repleta de porquerías del comedor y se encaminó por el pasillo que lo llevaría a los cuartos restantes. La habitación, sin sábanas ni colchas en la cama, con un espejo roto y ropas desparramadas estaba vacía. Olía a sexo, sudor y lágrimas saladas.
Por último se encaminó al baño. La luz estaba encendida. Una botella rota de vino habia teñido el suelo de carmín y su compañero, destruido, parecía casi ahogarse en la bañera.
—Rubén.—Alejandro preocupado se agachó frente a su hermano del alma. Le colgaba una botella de Vodka de las manos, tenía el cuerpo congelado por estar dormido en el agua. Unas profundas ojeras marcaban su rostro y lágrimas secas terminaban de adornarlo. Le movió para que despertara. Le temblaba el cuerpo.
¿Tan hijo de puta había sido Raúl para dejarle dentro de la bañera sabiendo que no saldría de allí? Rubén despertó entre un par de quejidos y se dejó manipular hasta salir de la bañera, pisando la alfombra pesadamente y dejándose envolver en un toallón.
—Cuidado que hay vidrios.—El cuerpo ajeno chorreó agua aun cuando Alex se estaba encargando de secarlo. Observó sus cicatrices. Viejos cortes en sus muslos, en sus caderas y en sus antebrazos.
Cual títere siendo manipulado por un titiritero su amigo se dejó guiar fuera del baño hasta su habitación. Se dejó sentado en la cama mientras abría el armario, igual de desordenado que la casa. Tomó una remera y un pantalón de aquellos que su amigo usaba para dormir y se giró para ayudarle a cambiarle.
Rubén estaba quieto observando una mancha rojiza en la pared, reciente. Probablemente vino. Se veía delgado, peligrosamente delgado, se le marcaban las costillas y la columna, las clavículas con feas mordidas y rasguños. Tenía un gran hematoma verdoso y mirado en la cadera junto a un nuevo rasguño.
Lo vistió, escondiendo su maltrecho cuerpo y le dejó una caricia en la mejilla. Rubén instintivamente la inclinó en busca de más calor, encogiéndole el corazón.
—Salte un segundo así armo la cama.—Acatando sus ordenes Rubén se acercó a la ventana y se puso a observar el pequeño destello de luz que se comenzaba a observar en el cielo.