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Jaemin se acomodó más cerca del cuerpo de Jeno, con una de sus piernas sobre él, abrazándolo como si de una gran almohada se tratase. Jeno por su parte, no se quejaba en lo absoluto; peinó con sus dedos el cabello azul de su amigo mientras su mirada seguía enfocada en la película, poniendo atención únicamente en eso.

La sensación de estar junto a Jaemin era reconfortante, a veces vivir con una familia tan conservadora y estricta lo hacía sentir muy desanimado, por eso, cuando veía a Jaemin todo mejoraba, porque para él, era diferente; nunca lo juzgó por su orientación sexual, al principio, fue un poco chocante con sus creencias, sin embargo, supo tomarlo de buena manera, porque sin importar su sexualidad, seguí siendo el mismo para él, no había cambiado ni lo había abandonado en ningún momento, y eso era suficiente para seguir queriéndolo, aunque a veces seguía cuestionándose al respecto.

—Nana, es tarde, ya debo irme. — movió suavemente su cuerpo para despertarlo ya que se había quedado dormido.

—Mhm, no molestes, sigue tocando mi cabello. — respondió somnoliento sin abrir sus ojos, abrazando más el cuerpo de Jeno.

Jeno rió ante la ternura que le causaba. Miró el reloj digital en la mesita de noche y decidió que podía quedarse un rato más, solo esperaba no encontrarse con sus padres en la entrada de la casa.

Pasaron alrededor de quince minutos más, y Jeno ya debía irse. La luz del día estaba desapareciendo, dándole paso a la oscuridad de la noche. Volvió a mover a Jaemin, haciéndolo reaccionar al fin.

—Ahora si debo irme.

Jaemin levantó levemente su cabeza, apoyándose en el pecho de Jeno para mirarlo con un puchero en sus labios.

—Odio que no podamos hacer pijamadas. — frunció el ceño.

—Hemos hecho pijamadas varias veces.

—A escondidas. — suspiró, apartándose del mayor — Entiendo que tu familia es complicada, pero de verdad quisiera que pudieras conocer a mis amigos y yo a los tuyos para hacer pijamadas.

—Lo siento, Nana. — se desanimó, sentándose en la cama.

—Está bien. — sonrió comprensivo — Vete antes de que tus padres lleguen y te castiguen por estar aquí.

Jeno asintió, sintiéndose triste de repente. No quería irse, quería quedarse más tiempo con Jaemin, comer chucherías y ver más películas, aunque solo él prestara atención. La idea de regresar a su casa y escuchar a sus padres no le emocionaba, pero esa era su vida, estaba acostumbrado y no podía hacer nada más. Se despidió con un abrazo del peliazul antes de caminar de nuevo hacia la ventana corrediza, lo vio por última vez y le sonrió, prometiéndole que cuando tuviera tiempo libre otra vez, iría a verlo o haría lo posible por salir juntos.

Jaemin sintió un horrible vacío en su pecho cuando lo vio irse, unas inmensas ganas de llorar invadieron su pecho, estaba muy triste, amar a alguien imposible le estaba resultando cada vez más difícil, pero no podía evitar caer ante sus encantos si lo trataba de esa manera tan cariñosa, como si de verdad tuviera sentimientos más allá de una amistad, aunque él mismo había confundido todas esas acciones, era totalmente su culpa.

Se acostó de nuevo en su cama, dejando que el tiempo pasara en la oscuridad de su habitación, y a pesar de que aún era temprano, no quería salir de ahí hasta el día siguiente que debía ir a la escuela, simplemente quería llorar por mucho tiempo hasta quedarse dormido.





Forbidden Nomin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora