1 de febrero 2024 (parte 4)

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CristobalFedora siempre había sido una "niña bien" eso no era un secreto para nadie, tal vez habíamos tomado ventaja de eso al contar cada uno su experiencia más dolorosa, porque sabíamos que se removería en ella ese privilegio que la hace sentir a veces tan lejana de nosotros, y sin embargo para que entendiera que no importaba de dónde veníamos pues al final convergemos en el mismo lugar: Saturno.Luego de escuchar a Emmanuela y de alguna manera pensar en una doble vida (pues nunca ninguno se imaginó que cargaba con esa historia a cuestas) ella muy dulcemente le dedicó unas palabras a Fedora, recurriendo al recurso del peso de nuestras memorias, sin embargo y haciendo parecer que todo estaba perdido Fedora respondió que lo que le pertenecía a ella no era un dolor o un agobio, más bien un pecado, aún así y luego de un silencio prolongado se tomó un par de tragos y sus mejillas tomaron un color rosa encendido. Se dispuso a hablar:La molestia en su voz era notoria, a diferencia de cualquier historia que pudiera cualquiera de nosotros narrar, el sentimiento que se podía sentir en la de Fedora era fastidio, empezó diciendo que había vivido algunos años de su infancia en España, allá su familia estaba aliada con una productora de cine, al menos eso decían, pues a puertas cerradas había otra clase de negocios, allí es donde conocería a su mejor amigo y protector Ángel de Vigo, un niño que le llevaba apenas un año de ventaja, pero era mucho más meticuloso y soberbio, y a pesar de esto, en un "mundo como ese" como lo describe ella, se pudo generar una pura y honesta amistad, sin embargo por un largo periodo de tiempo Fedora volvió a Colombia y trabajó en shows infantiles varios años, cuando volvió a España era ya una adolescente de 16 años, agobiada por su vida laboral y por que a pesar de todo no había dejado los estudios, al volver a ver a Ángel ambos se alegraron mucho y se reconectaron como si nunca se hubieran separado pero como si se debieran mucho tiempo para estar al día. En esta ocasión Fedora había viajado sola para encontrarse con la familia De Vigo que se encargaría de ella y de asegurarse de que estuviera trabajando y estudiando, pero para Fedora iba a ser una experiencia completamente diferente, pues estaba lejos del yugo de sus padres, quienes siempre habían sido tremendamente exigentes con ella, ahora bajo el cuidado de una familia que estaba acostumbrada a lidiar con un jovencito en apariencia muy responsable, que le daban más libertades y que pensaban que sencillamente con esa compañía Fedora estaría mejor que bien. Las salidas nocturnas, la experimentación y las nuevas experiencias estaban a la orden del día, no sólo porque era algo que no había tenido libertad de hacer sino porque a pesar de que todas las señales le dijeran que lo que estaba haciendo era potencialmente peligroso y autodestructivo, la compañía de Ángel siempre la hizo sentir que nunca nada podría salir mal, en esa época había empezado a experimentar con su sexualidad, siempre tomando como guía los parámetros que le dictaba su protector, pero dispuesta a nuevas sensibilidades. Por supuesto su círculo de amigos se amplió y sintió con ellos que estaba siendo aceptada como no lo había sido antes, pues allí no era una gran celebridad entre tantos privilegiados, no eran personas queriendo ganarse la simpatía de sus padres o salir favorecidas de su fideicomiso, por otro lado era como si para ella nunca hubiera existido el rechazo hasta ese momento, pues era una amiga de la familia de Ángel, nadie más y nadie menos. Los acontecimientos se dieron una noche que no parecía tener nada de diferente, era una gran casa a las afueras de Madrid, una fiesta con muchos conocidos y desconocidos, y con un chico llamado Iñaki que le gustaba a Fedora, pero que siempre había demostrado desinterés, luego de algunos tragos ella por fin sintió la seguridad de ir a hablarle, lo que se dijeron no fue relevante en su historia, o el cómo llegaron a una de las habitaciones de la parte superior, y en términos generales Fedora dió a entender que el sujeto se había aprovechado de su estado alterado por el alcohol y alguna otra cosa que habría consumido esa noche, cuenta que se acuerda de cosas muy fugaces, pero que hay dos detalles que no podría olvidar jamás, un dolor intenso que le subió desde las piernas hasta el pecho al ser forzada y ser ésta su primera vez mientras le pedía que parara y que en un momento los ojos pardo profundo de Iñaki se clavaron en los suyos mientras le apretaba la palma de la mano contra la boca y le decía toda clase de improperios para que se quedara callada de una vez, pues lo estaba desconscentrando, y la hizo entender que ella allí sólo podía servir para eso, placer sexual.Luego de esa noche se aisló un par de días, tampoco le resultó fácil pues Ángel vivía con ella y estaba insistentemente buscándola y cuestionándola, había llorado las primeras horas por el dolor y la humillación, pero los demás días por la rabia y la frustración, para el momento en que le permitió a Ángel de nuevo el ingreso ya tenía muy clara la petición que quería hacerle, no hizo falta mucha persuasión, Ángel aceptó casi de inmediato, encolerizado. La voz de Fedora era lineal, no se sentía emoción alguna en su narración, como si estuviera leyendo un artículo de un periodico que más bien le importa poco, me hacía sentir que trataba con todo su talento hacernos creer que no tenía relevancia lo que nos compartía, eso me desconsoló. Que hablara de su dolor como si fuera cualquier cosa. Sin embargo luego de terminar esta parte de su historia hizo una pausa, tomó aire, cómo buscando en una respiración profunda el valor para conseguir articular lo que venía después, casi como en su narración, parecía que su persona completa había cambiado, que ese proceso desde esa noche hasta cuando tomó su decisión determinante fue un punto de quiebre, un paso sin retorno, tal vez por eso lo demás parecía simplemente una circunstancia, porque lo verdaderamente importante era hacia dónde la habían llevado.Durante todo el día siguiente Fedora se encargó de cumplir con su itinerario, tuvo que asistir a unas clases en la facultad y luego a un estudio a hacerse unas fotos para una campaña publicitaria, teniendo en cuenta que había estado recluida los pasados días a todos les resultó extraño que se compusiera con esa rapidez y que lo hiciera todo poniendo esa buena cara, pero nadie iba a quejarse por eso. Al llegar la noche Ángel la estaba esperando a unas calles del parque El Retiro, cuando ella llegó la tomó de gancho y, como una pareja adolescente se fueron caminando hasta adentrarse en la inmensidad del parque.Las luces del sol otoñal se habían apagado casi completamente, tendrían que ser más de las 8, Fedora no quiso preguntar cómo había hecho Ángel para convencer a Iñaki de que les acompañara a una reunión etílica tan temprano un día entre semana, pero fueron dos razones que le hicieron reconocer que no hacía falta y ya eran para ella una certeza, la primera era la naturaleza de personas como esas, que no reconocer responsabilidades como las de los demás, volver a casa a cierta hora o responder con un horario estricto, más aún a esa edad...el mundo y cada día, con sus 24 horas, eran su discoteca. Por otra parte se había dado cuenta del poder que le concedía ser la protegida del heredero De Vigo, no había que preguntar cómo, qué hace falta o qué hacer para ayudar, bastaba con hacer una petición y esperar el momento de saber cuándo se cumpliria, pero siempre conseguiría lo que quería si se lo pedía a él, pero en esa misma medida tenía que ser consciente de seguir sus instrucciones, de manera cuidadosa, pues no podía ser ella la razón por la que las cosas no salieran bien. Para ese momento el punto de encuentro era en la boscosa zona detrás del Palacio de Cristal, por anterior sugerencia de Ángel, Fedora vestía un abrigo largo y guantes elegantes, pero pantalón y zapatos bajos y cómodos, cuando se acercaban al lugar pudieron escuchar algunas risas y comentarios, pero los mismos no se sentían unos metros más atrás, audibles para los demás visitantes del parque, cuando llegaron y la presencia de Ángel se hiciera presente las risas y los comentarios cesaron, todos lo miraron y guardaron silencio, se abrieron a su paso dando lugar a su caminar para llegar al centro del ya muerto barullo para encontrar a Iñaki y otros 4 delirando en el piso, con los ojos en blanco y con apenas capacidad de respirar, habían algunas manchas en su ropa que revelaban vómito y unas salpicaduras de sangre, sin embargo el que menos se contorsionaba sin control y cuya respiración era más controlada era la de Iñaki. El sujeto y sus compañeros habían sido evidentemente drogados, al parecer todo había sido voluntario, probablemente no sabían qué tipo de droga estaban aceptando, pero de nuevo, eso era normal para ellos, habían rastros de que habían tomado alcohol y habían estado escuchando música, luego de reaccionar a la droga es que empezaría lo feo, Iñaki había consumido menos cantidad que los demás pero su reacción no fue menos violenta, sólo que se pasaría más rápido, para que cuando llegaran el jefe y Fedora éste hubiera recuperado algo la consciencia y viera a los ojos de quién había desatado el infierno encima suyo, ésto por dirección expresa de Ángel, quien se había encargado de orquestar todo para que recibiera su merecido sin que Fedora se ensuciara las manos pero que no se eximiera su participación, el ejercicio de humillación y sodomización a Iñaki se había hecho previamente y había generado aquel desastre, pero ya estaba todo terminado para recibir a Fedora. Sin embargo ella no estaba satisfecha, se acercó a Iñaki y lo miró desde arriba, mientras sus pupilas poco a poco se iban normalizando y una expresión de dolor se le iba dibujando en la cara, no había nada en los ojos de Fedora que le permitiera borrar de su memoria ese rostro en contrapicado la sensación de esa mano sobre su boca y su voz deslizándole palabras ofensivas mientras babeaba su pecho y jadeaba como un perro, Fedora apretó los dientes y le encajó una patada entre las costillas, el golpe apenas y lo movió, pues su cuerpo era más grande que el de ella y sus piernas no estaban acostumbradas a esos impactos, Fedora se dejó caer junto a él y dejó caer sus puños en el pecho, pero no consiguió una reacción diferente, la droga parecía aún tener efecto sobre su cuerpo y su percepción del dolor, o sencillamente el dolor del sometimiento previo era tal que no había algún otro estímulo que le hiciera responder; Fedora sabía que la escena debía verse patética, pero ninguno de los esbirros de Ángel hizo nada por tratar de controlarla ni detenerla, estaban allí para proteger la escena de algún fisgon u ocasional testigo, por evitar que alguien interrumpiera con la venganza que parecía ser tan necesaria para su jefe, pero ni el mismo Ángel hizo nada para parar con el huracán de violencia que parecía crecerle a Fedora desde las entrañas. Cuando ella vió que lo único que le contrastaba a Iñaki en la piel tersa de su rostro eran rezagos de la espuma que le había brotado de la boca, pero los esbirros de Ángel habían tenido el cuidado de no lastimarlo en lugares visibles, ésta imagen tan simple terminó por encolerizar más a Fedora, pensó en cómo iba ella a cargar por siempre con esa experiencia que la había reducido a un ser sin voluntad ni dignidad, y que él seguiría andando con esa cara que cautivaba a tantas mujeres y nunca supiera que ese episodio grotesco que vivió una vez en El Retiro tendría que haber sido un escarmiento para que no volviera a disponer de otra mujer de esa manera nunca más en su vida, sino que lo dejaría como un hecho aislado o, aún peor, que lo volviera una persona aún más violenta e ignorante de la otredad, así que Fedora fue por su cara, sus golpes parecían tan suaves que debía sentirlos más como caricias, entonces se quitó los guantes, se deshizo del abrigo y se subió a horcajadas sobre su pecho, este acto, al abrir las piernas, le generó un dolor que le subió desde los muslos hasta el pecho y le recordo subitamente lo que fue tenerlo dentro de su cuerpo de esa manera, haciendole tanto daño, desgarrándola por dentro, le hizo sentir la necesidad de desgarrarlo a él, y en ese impulso se dio cuenta que ella nunca había proyectado enfrentarse a un momento así, que su cuerpo no se había entrenado para enfrentar a nadie y asi lo intentara con todas sus fuerzas tal vez no le haría el daño que quería, estaba allí desatando puñetazos en la cara del tipo sin que este siquiera se percatara cuando sintió una mano tocarle la espalda, Ángel se agachaba a su lado, en el instante que lo volteaba a ver un destello le llamó la atención, había una daga en las manos de Ángel y se la ofrecía, ella no quiso ni hacer contacto visual con él, sus ojos estaban amarrados a la imagen de la daga, la tomó de inmediato y, cómo si fuera cosa de magnetismo la daga se levanto hasta sobre su cabeza y toda la energía de su cuerpo se concentró y subió desde su vientre por sus brazos hasta sus manos y se dejó caer justo entre las costillas de Iñaki, éste tosió sangre y desde el mango de la daga, que ya llegaba hasta la piel del moribundo, empezó a emanar sangre de manera incontrolable, Ángel se aceleró a quitarla de encima y la levantó como si fuera una pluma, la puso a salvo y con un gesto del brazo la instó a dar unos pasos hacia atrás, en ese mismo instante los esbirros de Ángel se afanaron a hacerse cargo de la escena, más que para socorrer a Iñaki, para ver cómo evitaban dejar mucha evidencia, mientras ellos se organizaban encima de los hombres tirados en el piso y Ángel trataba de alejar a Fedora del lugar del crimen, en cuestión de un segundo, como visto a través de una cámara lenta, en el espacio que quedaba entre las piernas de uno de los esbirros y el cuerpo convulsionante de Iñaki pudo ver cómo se le clavaba la mirada impactada de uno de los acompañantes de abusador, pudo sentir cómo dibujaba su rostro aterrado en su memoria para siempre hasta que finalmente algo entre esas miradas se interpuso y Ángel pudo sacarla de ese lugar, cuándo llegaron a la salida del jardín botánico él le pidió que siguiera hasta el punto de encuentro, que en breve saldrian todos pero por la puerta de Alcalá. Fedora caminó sin cansancio ni afán mientras se ponía los guantes y el abrigo, aún sintiendo sangre secándose en sus manos debajo de la tela, y el frío de tener mojados parte del pantalón y la blusa debajo del abrigo, sentía ese olor ferroso penetrarle la nariz de manera casi cortante y tenía la sensación de que todo transeúnte que le pasaba por el lado lo notaba, que podía ver como estaba toda salpicada del acto que acababa de cometer. Llegó al Oso y el Madroño y allí esperó alrededor de media hora hasta que llegó Ángel con algunos esbirros, cuando la encontró la abrazó y en medio de eso ella vió como todos los demás se despedían entre susurros y tomaban todos direcciones distintas, para cuando se deshizo el abrazo ya las lágrimas le inundaban la cara a Fedora, no pudo decir nada porque de manera sorpresiva fue interrumpida por un beso...

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⏰ Última actualización: Mar 12, 2023 ⏰

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