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Amores

Ella se quedó esa mañana en su casa, no quería volver

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Ella se quedó esa mañana en su casa, no quería volver. Ya que desde que nació siempre sintió que era la diferente de su familia, la que no encajaba entre todos esos seres perfectos que los conformaban, que ese nunca fue su hogar. Algo en lo que podría refugiarse cuando el mundo se le caía encima, esa casa estaba llena de un aura negativa que ella no podía explicar.

—A buenas horas que te despiertas, te he dejado el desayuno en la cocina. Yo me tengo que ir a una misión ahora mismo.—comentó el pelinegro

—Gracias.—dijo ella mientras se levantaba y se acercaba a él, dándole un beso en la mejilla.—Buena suerte en tu misión Tomioka.

Le sonrió dulcemente antes de que esta se fuera, apreciaba mucho todo lo que hacía por ella. Él la comprendía más que su propia familia, él era su familia. Compartían una relación un tanto íntima de la cual pocos conocían, ya que ninguno de los dos quería que esto se diera a conocer. Además de que con esto estaría rompiendo alguna de la reglas que había en el Cuerpo de Cazadores de Demonios. Se dirigió a la cocina donde encontró en la mesa algunos onigiris recién hechos y un té que le encantan. Disfrutó un rato del desayuno, poco tiempo después llegó su cuervo kasugai diciendo que tenía una misión en la Montaña del Eterno Invierno.

Era conocida por estar nevando todo el año ahí, aunque fuera verano esa montaña seguiría cubierta de nieve de pies para arriba. También había rumores de que un demonio se alojaba ahí y era el causante de tal hecho en la montaña, era posible pero nunca fue confirmado.

—¿Qué?

Musitó Tsuki sorprendida ante la otra noticia que le acababan de dar, Akihito había sido herido en una de sus última misiones y estaba en un estado de gravedad. Su corazón dio un salto, le costaba respirar. Es como si estuviera perdiendo la habilidad de respirar a cada minuto o segundo que pasaba de recibir tal noticia, ella lo quería tanto como un hermano. No se la misma forma que Tomioka pero le tenía un lugar asegurado en su interior.

—¿Qué pasó?

—Fue un encuentro con una Luna Superior.

No le fue dada más información sobre el asunto de parte de su cuervo kugasai, además no tenía más tiempo de escuchar sus palabras porque ya había llegado al pie de la montaña. Como le habían contado, los primeros diez metros del pie de la montaña estaban desolados. Ni un rastro de gente, ni una casa y ningún campo de cultivo. Y para estar ahí abajo aún hacía un frío que sentías que te ibas a helar. A medida que se acercaba a la montaña y lo que definitivamente no la hizo retroceder fue al ver a varios miembros del Cuerpo de Cazadores de Demonios con todas sus extremidades fuera de su cuerpo. Como si hubieran sido arrancadas. Y la sangre era reciente.

Ella conocía solo un demonio que fuera capaces de tal atrocidad.

Kisuke, La Luna Superior Cero.
La Mano derecha de Kibutsuji.

Tuvo un encuentro anterior con este demonio tan único y especial, justo la noche en la que se encontró a Kibutsuji. Para mala suerte de ella, se enfrentó previamente a este monstruo devora humanos y ya estaba débil de por sí por aquel combate y lo de encontrarse en aquel entonces al Rey de los Demonios que su padre tanto quería destruir...era simplemente alucinante.

Recordaba como si fuera ayer aquella lucha que tuvo con este demonio y cada cicatriz que le dejó en el cuerpo, estaba más que impaciente por enfrentarse a él una vez más.

—Esto..—musitó sorprendida de la escena que se encontró más arriba de la montaña, de la gran cantidad de miembros Cazadores de Demonios que habían. Y cómo seguramente habían muerto en agonía y terror.—Juro que te mataré.

—Lo hiciste la última vez que nos vimos, esa estúpida promesa querida Tsuki.

Se dio la vuelta al oír esa horrible voz, otra vez ese odioso demonio quién dejó aquella cicatriz en ella. Podía ver la reluciente sonrisa de aquel demonio, que se juntaba con sus ropas llenas de sangre que tintaban todo el camino hasta la cumbre de la montaña. Tsuki no le podía tener tanto asco, odio y repugnancia a otro ser en el universo, él era incapaz de sentir emociones humanas pero decía que la amaba. Algo totalmente absurdo, ella nunca se enamoraría de un demonio. Imposible.

—Vengo a cumplirla, Kisuke, y esta vez no fallaré.

—Disfrutaré viéndote intentarlo.

Al cabo de unas cuántas horas luchando, no era capaz de cortarle el cuello a aquel demonio y sus resistencia y capacidad iban bajando a medida que pasaba el tiempo. Tenía toda clase de herida sobre su cuerpo y él apenas nada, con su regeneración instantánea y ella tenía tres heridas de gravedad contadas. Se le acababa el tiempo.

—Mira el penoso estado en el que te encuentras, parece que te vas a rendir. Si hubieras-

—De eso nada, ni en mil años aceptaría ser un maldito demonio. Eso significaría ir en contra de todos a quienes les tengo aprecio, incluso mi familia.

—Te has vuelto más maleducada con los años, deberías dejarme de hablar.

—¿Para qué? Solo repites las cosas aún sabiendo qué resultado te espera, tú eres el patético.

—Me aburre hablar contigo.—resopló Kisuke.—Terminaré con esto de una vez.

Con esas palabras, ella sabía qué ataque iba a utilizar. El mismo que uso la última vez para derrotarla, sabía que no podría escapar de la situación en su condición. Así que se reguardo tras un árbol, esperando amortiguar el ataque. Pero igualmente sintió aquella brisa helada pasar por ella, y como poco a poco eso le inducía el sueño profundo que le hizo cerrar los ojos.

Antes de caer en el suelo profundamente dormida, escuchó el mensaje que le dejó:

"El señor Muzan te sigue esperando, esa oferta siempre estará en la mesa para ti. Mi querida Tsuki"

 Mi querida Tsuki"

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𝐔𝐁𝐔𝐘𝐀𝐒𝐇𝐈𝐊𝐈  ✅ // CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora