𝐓𝐒𝐔𝐊𝐈 𝐔𝐁𝐔𝐘𝐀𝐒𝐇𝐈𝐊𝐈 ||| ᴋɴʏ ғᴀɴғɪᴄᴛɪᴏɴ
❝ La primogénita del Patrón que se unió a la organización de Cazadores de Demonios con el permiso de su padre, haciendo que este rompiera siglos y siglos de tradición. Otros decían que era favoritis...
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Meses pasaron, exactamente siete meses desde su encuentro con la Luna Superior Cero. Durante ese período de tiempo de casi medio año, entrenó día y noche y se sometió bajo un entrenamiento tan estricto que la mayoría de Pilares no podrían completar. Ella era estricta con sí misma pero en este tipo de momentos, lo era el triple. Pensaba que ya era inútil estará descansando aquí mientras te recuperas de las heridas, odiaba este lugar con todo su corazón. Cuando podía estar matando cientos de demonios, así que por lo tanto estaría salvando la vida de la gente pero este caso era una tanto diferente. Sentía la frustración de primera mano, Tsuki ya luchó previamente con este maldito demonio y aún así batalló con él sin éxito. Terminó con el mismo resultado o peor como le dijo Shinobu, algunas antiguas cicatrices se volvieron a abrir por este encuentro. Había alguna vez que el pensamiento de que no era merecedora de ser una Pilar rondaba su mente, no se sentía en términos iguales con los demás. Nunca lo hizo.
La sensación de ser diferente, no poder compararse a ellos o poder identificarse en algo con ellos. Ya que todo ellos, incluso los del Cuerpo de Cazadores de Demonios, habían sido afectados gravemente o sus vidas habían cambiado drásticamente a causa de las criaturas llamadas "Demonios". Si es cierto que el Rey de los Demonios condenó a su familia básicamente, los condenó a este perpetuo trabajo constante. Aunque ella no podía sentirse identificada con eso, no le importaba sinceramente. No le importaba el daño que hubiera hecho, porque ella vio que no todos ellos eran malos. O que por lo menos podían ser agradables.
—¿Qué haces Tsuki?—era Shinobu.—Tienes que estar descansando con los heridas que me llevas, por favor vuelve.
—No puedo, debo entrenar para la próxima misión.
—Me han informado que no participarás en misiones de tan alto rango, lo que me parece un desperdicio de talento pero entiendo en parte. El Patrón no puede ser imparcial contigo, es tu padre también y no quiere verte morir.
—Ese hombre preferiría morir antes de aceptarlo.
Dijo con desprecio total por su familia en general, ella odió desde el día uno desde que nació. La prioridad de su padre fue siempre en el Cuerpo de Cazadores de Demonios, en su misión de vida de aniquilar al Rey de los Demonios, nunca en su familia de una manera normal como cualquier cabeza de familia lo haría. Hasta usaba a sus demás hermanos menores para el Cuerpo ya sea para quienes dirigían la Selección final o recibían a los Pilares quienes venían a la residencia. También estuvo atrapada bajo esa manto de cuidado que les daba su padre, hasta que decidió desobedecerlo y convertirse en una cazadora de Demonios. Más tarde en una Pilar.
Todos los demás lo veían como un padre cariñoso y bueno, que amaba a su familia sobretodo. Eso mismo era lo que su padre quería aparentar.
—Mi padre no es quién aparenta, puede que sea el padre perfecto ante vuestros ojos pero os aseguro que nunca lo es y nunca lo será.
—Tsuki, no deberías de expresarte así de él.
—Puedo hacer lo que sea que yo quiera.—respondió harta de este tipo de conversaciones.
Una de las razones que le caían tan bien el Pilar del Agua y el Pilar de la Naturaleza era porque no insistían en este tipo de temas familiares en lo que ya sabían la respuesta, ellos tenían conocimiento de su opinión en este tema era imposible de cambiar. Ella vivió demasiado tiempo en una jaula y la primera vez que tuvo la oportunidad de ser libre, no miró atrás hacia su familia sino la libertad que tanto añoró. La libertad que siempre quiso.
—No tienes derecho de opinar sobre estos temas, Pilar de los Insectos, así que no me vuelvas a dirigir la palabra si es para esto.—dijo seriamente mientras entraba dentro de la Mansión Mariposa.
Entró dentro de la Mansión Mariposa, ya le habían quitado el buen humor que tenía ese día. También odiaba que su humor del día se pudiera ser tan fácilmente arruinado por su padre, que pudiera moldear tan bien su vida aun habiendo asentado aquellos límites. Y ahora él le había puesto unos límites que no solo la rebajaba, sino que desperdiciaba a uno de sus mejores Pilares. No, su mejor Pilar que podría estar salvando vidas pero por su orden ella no lo estaba haciendo. Siempre pensó que casa segundo que gastaba aquí, habían muchas personas muriéndose que ella podría haber salvado. Existía una culpa que realmente no era suya pero ella sentía como suya.
Aunque no pasaba un día en el que no pensaba en la oferta hecha por el Rey de los Demonios, pero eso ya era demasiado. Si siquiera aceptara eso, no solo iría en contra de su familia, sino de sus valores y principios como humano. Sería una traición insuperable para todos y ella misma. Amaba demasiado como para dejar de sentir.
—¿Por qué me pones tanto a prueba?—se murmuró a sí misma mientras se hacía camino hasta su cama desde hace meses.
—¿Quién te pone a prueba Tsuki?—preguntó Akihito por detrás suya.
—Oh, eres tú. No esperaba verte por aquí ya que me he enterado que has recibido todas mis misiones, lo siento por eso también.
—Eso no es nada, solo un poco más de trabajo. Pero hice el tiempo de venir a verte porque me han dicho que estás muy irritable últimamente además de que has empezado a gritar a la gente.
—Nada de lo que preocuparte.—él mostró una de esas miradas de que no se lo creía.—Te lo juro que estoy bien, solo un poco frustrada pero nada.
—Algo de ese enfrentamiento te ha tocado los nervios, dime y tal vez te pueda ayudar.
—Ellos me ofrecieron convertirme en un demonio.
Confesó por primera vez a uno de sus mejores amigos, quien tenía una expresión de sorpresa al principio pero luego cambió. Ella le contó todo lo que sucedió a lujo de detalle y cómo se sentía al respecto, y que su frustración porque su padre no la dejaba ir a ninguna misión de su categoría. Una cosa llevo a la otra y pasó una tarde entera desahogándose de sus últimos problemas hasta que llegó la hora de que él se fuera.
Akihito realmente lucía como un ángel.
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