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El calor del verano era sumamente molesto, no había mucho que hacer aquel día y la pelea interna seguía.
Muto sentía curiosidad por saber quién sería el ganador de dicha disputa, internamente deseaba ver una pelea entre Draken y Mikey, ¿El invencible Mikey de verdad era invisible? Quizás, si se enfrentaba contra un fiel amigo, perdería por primera vez.
-¡Mierda!, ¡Jodido calor!
La queja de cierto pelirosa lo hizo mirar sobre su hombro; Sanzu se había quedado quieto para hacerse una chongo, pero al no tener una liga no lograba nada, el menor soltó un gruñido disgustado y miró a su capitán en busca de ayuda.
-¡No te quedes ahí, ayúdame!- se quejó, señalando al más alto.
Yasuhiro rodó los ojos y soltó un suspiro, algo disgustado por las exigencias de su vicecapitán, se acercó al chico y -con ayuda de una liga que siempre usaba en la muñeca- ató el largo cabello, para luego seguir caminando a la par.
-Sí tanto calor tienes, córtate el pelo, es más fácil así- sugirió Muto, pues no era la primera vez que Sanzu se quejaba por algo así. Con el paso de los años supo leer al menor, sabía que si Sanzu estaba muy callado era porque su mente divagaba en algún mal recuerdo de su extraño pasado, si sonreía de lado era porque algo le disgustaba e intentaba disimular, si jugaba con su cabello era porque la plática no le interesaba y si miraba al piso...
Mierda.
Si miraba al piso significa que algo malo pasaría, o eso quería pensar porque jamás había pasado algo, usualmente Sanzu soltaba un suspiro y se iba antes de que todo se descontrolara.
-No quiero, me gusta mi cabello largo.
-Ni siquiera lo cuidas, tus puntas están abiertas- atacó Muto, pues le era extraño que alguien quien decía adorar su largo cabello no tuviera el mínimo cuidado. Un gran ejemplo seia Baji Keisuke, aquel azabache tenía el cabello más sedoso que Muto pudo tocar en su vida.
-Solo...me gusta tener el pelo largo- susurró el menor, sin mirar a su capitán.
Muto suspiró, a veces no entendía a Sanzu.
-Mikey me pidió hablar con un chico de la 3ra diversión, ¿Quieres acompañarme?- propuso Muto, últimamente Sanzu actuaba más extraño de lo usual, siempre que el verano llegaba, su vicecapitan parecía sobrepensar cada mínimo movimiento.
Eran los cuatro meses más cansados para Muto, tenía que vigilar al menor durante ese lapso de tiempo, asegurarse de que no cometiera ninguna tontería cómo pelear con gente en la calle.
-Qué pereza, prefiero dormir un poco.
Muto observó de reojo al más bajo, en silencio, pendiente a cualquier reacción.
-Bien, entonces, te llevaré a casa.
-Puedo ir solo, no necesito niñero- se quejó el más bajo, mirando con seriedad a Muto -Capitán, ¿Por qué insistes tanto? Ya te dije que no te entrometas en mi vida privada, yo no sigo nada de las mujeres que besas en los bares.