06. Lindo

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Solo habían dos personas con quienes Sanzu se volvía vulnerable, Mikey y Muto, el cenizo de media coleta, siempre fue un amor imposible que jamás intentó mantener en secreto

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Solo habían dos personas con quienes Sanzu se volvía vulnerable, Mikey y Muto, el cenizo de media coleta, siempre fue un amor imposible que jamás intentó mantener en secreto.

La verdad, si fuera un perro, Sanzu meneraria la cola de alegría cada que esos ojo negros lo observaban con una sonrisa plasmada en sus labios. Luego estaba Muto, su capitán de división, en quien veía a un hermano mayor que nunca tuvo y confiaba ciegamente en el mayor.

—¿Sabías que los gatos se pierden más fácil que los perros? Cuando era niño tenía uno, era negro, pero se perdió.

Muto estaba haciendo el desayuno, mientras Sanzu yacía sentado frente a la mesa con una expresión de aburrimiento en su rostro. Los Kawata se habían ido a primera hora para asistir a la escuela, dejando solos a Muto y Sanzu.

—El negro es de mala suerte, eso dijeron cuando llorabamos por el gatito— agregó, divagando mientras esperaba el desayuno, observando a Muto cocinar en silencio.

—No sabía…no soy muy amante de los gatos— confesó el mayor, intentó no ceder ante la tentación de preguntar algo sobre aquel "llorabamos", cuestionandose internamente si Sanzu tenía alguien de su misma edad con quien había crecido.

—Yo no sé, nunca tuve más mascotas y el gatito solo duró unos meses en casa…además, éramos muy pequeños para poder cuidarlo dignamente, ¿Por qué los adultos les dan animales a los niños? Ella lo abraza muy fuerte, parecía querer asfixiarlo, era una idiota— agregó el menor, soltando un largo suspiro.

Muto había vivido solo desde hace dos años, la relación con su madre era complicada y jamás conoció a su padre, cuando vivía con su madre siempre era todo tan silencioso, y al mudarse solo fue igual.

Pero ahora era distinto, Sanzu hacía ruidos con su boca mientras esperaba el desayuno. Yasuhiro se sentía algo nervioso, jamás le había preparado la comida a alguien y Sanzu era algo exigente, usualmente comía sopas instantáneas, pedía a domicilio o comía lo que Nahoya le preparaba, jamás tuvo la necesidad de cocinar.

Pero Sanzu era especial, en todos los sentidos, no podía darle sopa instantáneo y ya, debía darle comida recién hecha.

—No me gusta eso.

La voz de Sanzu sacó a Muto de su pequeña burbuja, el más bajo estaba detrás suyo para que el aceite no le brincara mientras asomaba su cabeza cuidadosamente.

—¿No hay onigiris? El ramen también me gusta, quiero ramen— pidió el menor, mirando con desagrado el omelet de huevo y espinaca que Muto volteaba con cuidado para no romperlo.

Muto sintió unas inmensas ganas de golpear a Sanzu, se estaba esforzando por no quemar el maldito omelet y el más bajo sólo exigía algo más. Se dio media vuelta y jaló suavemente la mejilla de Sanzu, haciendo que este se quejara.

—Pues no hay nada de eso, comerás esto— ordenó el más alto, riendo suavemente por el puchero en los labios de Sanzu —Mañana te haré algo de ramen, lo prometo.

5THA DIVISIÓN [MuSan] ✅️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora