Capítulo 13: Esa cosa rosa.

171 10 3
                                    

Hola tú que estás leyendo esto, solo quiero decirte que esta primera parte del capítulo es la continuación del anterior.

Espero les guste.

Isabella Waldorf

Horas antes...

Día viernes y me encontraba en la soledad de mi cuarto retocando mi maquillaje por tercera vez, escuchando de fondo a Matthew Wilder con Break my stride y repitiendo de forma reiterada aquel verso: Ain't nothin' gonna to break my stride, nobody's gonna slow me down, oh no, I got to keep on moving.... A pesar de tener un ritmo un tanto animoso ¡No me animaba en lo absoluto!

Y esto no quitaba el hecho de parecer una loca mientras cantaba y lloraba como una magdalena.

Lo bueno es que estaba sola.

Esta semana no fue la mejor, tuve un conjunto de emociones nada agradables y mi corazón dolía. Dolía porque hoy era el día límite para hablar con mis chicos sobre el estado de nuestra petición referente a la obra musical.

Aseguraba con franqueza que al darles la mala noticia no dudarían en abandonar el club.

Y los entiendo, para ellos es algo decepcionante ser pasajeros de un barco sumergido mil metros bajo el nivel del mar «y es que así de imperceptibles somos socialmente ante nuestros compañeros cuando mencionamos algo relacionado con el grupo de teatro» que por más que quiera salir a flote, en cada intento se hunde más. Parece ser una pérdida de tiempo, y no hace más que ponerlos en contra de sus familias y entorno por la defensa que le han dado al seguir esforzándose en cada pequeña obra que hemos hecho.

Los incentivé y entusiasmé con esta idea. Estábamos deseosos por mostrar nuestro talento escénico, sin embargo, hoy iba a ser yo misma quien hiciera explotar aquella burbuja.

Me sentía como un monstruo destruyendo los sueños de los demás. Y es que a veces me ponía a pensar ¿Debí callar y aceptar los dichos y actitudes de Jun en contra de mi persona con el claro fin de adquirir ese permiso, que tanto necesitábamos como grupo?

Claro que no o.... ¿sí?

«¡Ash!»

Era realmente horrible encontrarme con esa disyuntiva, porque se me dificulta a sobremanera ceder ante ese tipo de tratos.

Fuí respetuosa y realmente quería concederle mi ayuda, pero con solo rememorar sus palabras mi pálpito se afligía porque mis valores y amor propio siempre son y serán mi prioridad «A pesar de amar con mi vida el teatro y al grupo en sí».

Mis ojos insistían en remojar mi piel facial, y suspiraba constantemente mientras seguía formulando el discurso de cierre al club.

Me dirigí hacia el closet por aquel vestido rojo que había apartado hace una semana para este día. Se suponía que celebraríamos el cumpleaños de uno de los miembros del grupo y en conjunto precisaríamos también, que proseguiría en nuestra tarea artística.

Más que fiesta, era una reunión que comenzaba y terminaba temprano. Ha sido así en cada una de nuestras pequeñas celebraciones desde que se originó todo este asunto, nos vestimos elegantes, comemos demasiado y bailamos.

El frenesí de Isabella [Saga: Amor y Aflicción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora