Capítulo 15: Castigo.

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Ayer fue el cuarto día de tutoría «Sí, ya es martes»  y la relación entre Jun y yo no ha cambiado mucho respecto a su simpatía fuera del horario teórico, pero sí, hemos congeniado intachablemente en cuanto le explico algún concepto de la asignatura. Me escucha con atención y participa activamente en las dinámicas que le propongo, tal y como, preguntas o resolución de ejercicios químicos. 

Una de las cualidades que puedo destacar de él, es que tiene una suntuosa memoria y lo he comprobado cuando de imprevisto le pedí que mencionara oralmente tres características principales del zinc

Lo hice solo para corroborar su atención estos últimos días, y me lleve una satisfactoria sorpresa. 

Pero aquello es el lado virtuoso de nuestro diminuto vínculo educativo y solo sucede estando dentro de las cuatro paredes de mi habitación, fuera de eso ¡No hay nada! y tengo razones suficientes para ratificar mi pensamiento. 

Es un maldito mal educado, ni siquiera es capaz de saludarme en la escuela.

Y claro que tengo todo el derecho a quejarme, digo, no busco ser mejores amigos, pero si espero una relación cordial fuera de nuestro horario de estudio. Estuvimos juntos por cuatro días seguidos, lo he estado ayudando y hemos dialogado como dos personas civilizadas ¡incluso hemos soltado un par de risitas! y él solo se insolenta a ignorarme como si no me conociera. 

Es un tonto.

También y como es de esperarse, con Jun no puede haber ni siquiera un día completo de tranquilidad, puesto que lo anterior no es el único suceso reprochable. Ayer volví a tratar de convencerlo de lo beneficioso que sería usar la información del cuaderno que le he dado para estudiar y resolver los deberes en clases, pero me volvió a discutir e insistió en que no lo llevaría. 

«Y no lo hizo el muy desgraciado». 

¿Cómo debería sentirme? En la escuela vuelve a ser el rompecorazones que ocupa cada rincón del lugar para disfrutar de diversas figuras femeninas. Él nunca deja de ser el joven apuesto que jamás se encorva y solo regala sonrisas sarcásticas, es el mismo que te observa desde la cima y te hace sentir como un pequeño insecto «incluso menos que eso». 

Es un insensible. 

Y mientras yo, sigo siendo la misma Isabella Waldorf dentro y fuera de la burbuja intelectual. No diré que no me afecta su actitud «claramente sí lo hace, si no, no estaría con mis reproches mentales en contra de su persona»  pero seguiré saludandolo mil veces más por que mi educación y buenas costumbres son mi corona y no debo perderla. 

Ahora me encuentro en el entrenamiento de los animadores moviendo el esqueleto sin cesar, porque de lo contrario ni dios me podría salvar de un forzoso castigo que estoy segura implicaría; deshidratarme por el sudor que como una esponja siendo estrujada eliminaría.

Puedo ver a Seon-young y a Yihoo en las gradas, comiendo y jugando cartas. 

Noto las violentas e inmaduras discusiones que nacen entre ellos y sonrío ante eso ya que con prontitud atraigo a mi juicio esa famosa frase de la madre de Forest Gump: "tonto es el que hace tonterías" y ellos son la clara definición de aquello «me incluyo» más no me enoja, ni los reprendo. Son mi alegría, mi pilar fundamental, siempre. 

Ya no podría imaginar mi presente y futuro sin estos maniáticos

Niego con la cabeza mientras una radiante curva persiste en mi semblante, no les aparto la mirada «pareciera que tengo frente a mi un show de circo» estoy ensimismada por sus acciones.

El frenesí de Isabella [Saga: Amor y Aflicción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora