Había un atmósfera de tensión, nervios y lujuria alrededor de ellos. Él sentía que ella estaba siendo muy coqueta con él, no estaba seguro si por qué estaba ebria, le gustaba mucho o por otra cosa... Por la mente de Ovidio pasaban muchas cosas, entre ellas:
1. Que podría ser una trampa y le estén poniendo un 4 para que caiga y/o lo atrape la DEA, el gobierno mexicano o lo quieran matar los enemigos. Es demasiado común utilizar infiltrados en esto y más aún mujeres así de atractivas y sobretodo jóvenes. Esto hace que los capos no desconfíen mucho de ellas. Eso se lo había enseñado su hermano Iván, al estar con tantas mujeres él había tenido estos percances, hasta habían vendido fotos suyas.
2. Pensó también que la chica estaba más borracha de lo habitual y quizás no sería lo conveniente aprovecharse de esa situación, se notaba su poca experiencia en esos lugares, consumiendo alcohol y queriendo acercarse a alguien como él. Sabía que ella no tenía idea de dónde se estaba metiendo.
3. Y por último y no menos importante: Su edad, y sí, no le llevaba muchos años, pero sabía que ella podría ser hija de algún hombre que quizás esté buscándola. Él no quisiera eso ni de broma para alguna de sus hijas. Y aunque no se consideraba una persona totalmente buena, sabía con quienes si y con quienes nunca. Él y sus hermanos jamás se metían con la gente o con las jovencitas que podrían ser sus hijas. Al menos no de esta forma, donde parecía ser que ella estaba muy ebria. Si realmente quisiera estar con él esperaría a qué esté sobria.
-¿Qué tanto piensas?- No sé había dado cuenta que seguía ahí sentado muy serio, mirándola y pensando en todo lo anterior -¿Todo bien, Ovidio?
-Sí- Raspó su garganta -Es sólo que me quedé pensando en unos pendientes. Ahora, póngase de pie por favor- Le habló firme pero con respeto. Ella lo hizo sin imputarse. Ovidio empezó a recorrer su cuerpo de pies a cabeza con ambas manos, pero sin ningún tipo de manoseo o morbo, lo hizo simplemente para revisar que no trajera armas o algo más consigo misma atorado en su ropa.
-Ey, ¿Qué haces?- Ester se movió incómoda y se alejó un poco.
-No te preocupes chula, sólo estoy revisando que no traigas micrófonos, armas, drogas o algo parecido.
-En la entrada nos revisaron, ¿O es que sólo querías manosearme de más? A parte no se por que te preocupa que traiga drogas, si aquí hay como para aventar al cielo- Ester esperó a sus adentros no haber dicho nada que lo ofendiera. Ovidio sólo soltó una risa.
-Así es, preciosa. Pero aquí no entra otra mercancía que no sea la mía. ¿Si me explico?- Se acercó a ella dominante. Ella sólo asintió la cabeza, esto a él le causo gracia y lo calentaba un poco. Apenas y la conocía y ya sentía que tenía poder sobre ella o que la estaba intimidando -Y de los micrófonos sólo estoy asegurándome de que vengas sola.
-¿Y de las armas?- Preguntó Ester con humor.
-Pues lo mismo, aquí la única pistola que entra es la mía. Perdón, las armas- Ambos empezaron a reír.
-Bueno, es bueno saberlo. Ya estoy advertida- Ester lo miró tranquila y sonriendo.
-¿Y bueno güera? ¿Vas a seguir tomando?- Preguntó Ovidio viéndola a los ojos, para percatarse que tan ebria estaba. Y si, sus ojos se veían un poco rojos.
-Claro que sí- Exclamó entusiasmada- Ven, vamos con mis amigos. Te los presento- Ester lo agarró del brazo y lo jaló hacía la salida, pero más tardo Ester en agarrarlo que en lo qué Ovidio la jaló de vuelta a él.
-No, chula- Le dijo ahora los dos estando más cerca -No puedo salir a socializar así nomás. No sé que gente que pueda verme esté allá abajo.
-Pero todo Mazatlán te conoce y no te dice nada, ¿No?
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Destinos - Ovidio Guzmán.
Ciencia FicciónEster Exposito, desde muy joven fue envíada a a España, a los 2 años para ser exactos. Su madre Angelica Palacios muchos años fue una mujer de la vida galante en Culiacán, donde reside el padre de su hija, pero ante un evidente ataque al cartél dond...