DEBES RESPETAR A TU REY

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Luego de tan desgarradora revelación, dos criadas fueron mis acompañantes a prepararme para el concúbito que se llevaría a cabo para la concepción. Aún no me puedo sacar sus palabras de la cabeza

—"Las cosas funcionarán de la siguiente manera señorita Firchiel, habrá encuentro cada tres días, hasta que usted pueda quedar en cinta, con excepción de los días en los que usted tenga su sangrado, luego de que esto ocurra los encuentros finalizarán, la señorita Francisca Lugdenbor se encargará de cuidarla y ayudarla durante todo su estado".

Cada tres dias...

Luego de que se esmerarán en prepárame fui encaminada en compañía de dos guardias a los aposentos del Rey Peur, no había marcha atrás.

Iba vestida con una túnica parecida a la anterior, pero esta era más transparente y encima tenía una capa de color negro que se amarraba al rededor de mi cuello, mi cabello caía a ambos costados de mis hombros.

Los guardias abrieron las puertas, permitiéndome el acceso al interior de esta. Se me ocurrió la demente idea de rogarle a su majestad que me dejará ir, que juraría que no diría nada, pero en el momento en que mi boca emitió tan solo una palabra.

—Su majestad...

—No te he ordenado que hables.

—Por favor su majestad se lo ruego déjeme ir, prometo con mi vida que jamás diré nada a nadie— Estaba tan asustada, pero si había tan solo una oportunidad de irme la tomaría.

El Rey Peur se paseaba en círculos al mi al rededor, evaluando quizás cada parte de mi

—Quítate la capa— ordenó, y eso fue un "no" para mis ruegos.

Hice lo que me pidió, la capa cayó a mis pies dejando al descubierto mi pequeño cuerpo que solo estaba cubierto por una delgada tela transparente

Sus ásperas y enormes manos acariciaron mis hombros, pude sentir el frío metal de sus anillos erizarme la piel, y como siguió bajando hasta llegar al principio de la túnica.

—Por favor su majestad— Suplique, en ese momento pequeñas lágrimas se escaparon de mis ojos

—Quítate la túnica— ordenó nuevamente

Obedecí, por mas rogará, por más que suplicara, él lo haría y nadie lo impediría.

Sus manos se deslizaron desde el inicio de mi cuello, hasta el medio de mis pechos, los apretó con ambas manos, bajo su rostro hacia la altura de ellos, acercó suficientemente su boca y procedió a lamerlos y chuparlos, no imaginé que haría lo que hice. Con todas mis fuerzas lo empuje y me acerque el pomo de la puerta, para mi mala suerte esta no abría.

Sentí un fuerte jalón en mi cabellera y como me empujaba hasta la orilla de la cama.

—Te voy a enseñar que a tu Rey lo debes respetar.

—Por favor, déjeme ir— Empecé a forcejear hasta que sentí cómo estampaban algo caliente contra mi rostro, me había abofeteado, sentía mi cara arder por el impacto.

No sé qué momento había bajado sus pantalones, hasta que lo sentí introducirse dentro de mi, un grito desgarrador se escapó de mi garganta, el dolor que sentí en ese momento fue totalmente indescriptible, empezó a moverse de manera más rápida y violenta. Con una mano me sostenía las mías por encima de mi cabeza y con la otra jalaba las hebras de mi cabello.

Mis labios solo servían para gritar de dolor, y mis ojos solo para llorar.

Había pasado al rededor de una hora, el Rey se había marchado y yo seguía inmóvil en la cama, no había podido mover del dolor que sentía en todo mi cuerpo, sigo sin poder sacarme sus palabras de mi cabeza

—Espero que para la próxima, entiendas que a tu Rey lo debes respetar

Intenté moverme y salir lo más rápido de aquella habitación, al pararme pude notar como un había un camino de sangre y un líquido blanco entre mis piernas, el dolor que sentía en esa zona fue agonizante.

Tomé la capa negra que yacía en el suelo, pero antes no pude evitar observar mi reflejo en el espejo que estaba en un lado de la recámara, no podía creer lo que veía, tenía el lado derecho de mi mejilla hinchado y algo colorado.

—Desearía haber muerto yo y no mi madre.

LA VENGANZA DE LA REINA DE HOFFENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora