Capítulo 51

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Pisadas torpes y tropiezos constantes eran la nueva realidad que vivía la chica quien intentaba alejarse a toda prisa de ese macabro lugar, pero la herida en su cuerpo ya sangraba a mares dejándole en muy mal estado. —"No, no, no. Tengo que salir de aquí... Ese tipo me va a matar si me atrapa." —Pensaba al tiempo que se apoyaba en las paredes logrando llegar a la zona principal de la fábrica ya con la salida a la vista. A sólo un par de metros cerca de la libertad, un golpe devastador impactó en su espalda haciéndola caer de rodillas contra casi al borde del desmayo. —¿A dónde crees que vas? Es grosero irse sin despedirse de tus amigos así que tendrás que permanecer un rato más aquí conmigo. —Mark sujetó con furia el pelo de Julia empezando a arrastrarla por toda la fábrica hasta lanzar su cuerpo contra una de las paredes.

Los ojos de Juliana que antes veían la salida como un camino de libertad ahora la contemplaban con temor al ver entrar al almacén a todos los sirvientes que Mark tenía a su disposición. —¡Pasen, pasen por favor! De seguro todos aquí recuerdan a Julia. Nuestra chica pródigo ha vuelto para trabajar con nosotros; lastimosamente no volverá a ser la matona de la organización pero si será la nueva mascota de todos ustedes. No sean tímidos, pueden hacer lo que quieran con ella. —La risa perturbadora del demonio del distrito era la sinfonía que adornaba el lugar que alentaba a sus hombres para ir sobre la chica indefensa, el primero en dar un paso hacia adelante para tomar a Julia fue el mismo criminal de poca monta que llevó a Juliana hasta ese sitio en primera lugar. —Estás un poco sucia y llena de sangre pero, sigues estando bien buena. Las chicas indefensas son mis favoritas...

¿Indefensa? Para nada, sí había alguna palabra que calzara a la medida de esta mujer "indefensa" de seguro que no lo era. Al segundo en que el depravado quiso poner su asquerosa mano sobre  Julia, ella reaccionó moviéndose a gran velocidad lanzando un poderoso puñetazo noqueando al hombre. Todos los presentes, incluido el criminal Dorian Mark, vieron con sorpresa la fuerza pura que Juliana Mondi poseía. —Esto acaba aquí y ahora de eso le encargo yo. ¡Así que si quieren pelear me aseguraré de convertirlos en mis perras!

Julia levantó la guardia pese al enorme dolor que recorría su cuerpo, plantó firme sus pies sobre el sucio suelo de la fábrica y se lanzó al ataque contra todos los subordinados que Mark mandó para abusar de ella. Tan rápido como se acercaba un sujeto para golpearla era rápidamente repelido por sus golpes de dinamita que mandaban a volar al tipo que se pusiera delante de ella. Uno tras otro caían como moscas, aunque había un gran problema con la situación por la que la boxeadora estaba pasando y que fue crucial para aventajar a los criminales: Los golpes que había recibido con el bate de clavos le causaron heridas y hemorragias tan profundas que la perdida de sangre comenzaban a mermar su resistencia, su velocidad y sobre todo su fuerza. Fue cuestión de tiempo para que Julia se viera superada por la cantidad de hombres con la que peleaba y una inevitable lluvia de golpes cayó sobre ella igual que el epicentro de un huracán. Las gotas que distinguían la belleza inigualable de una lluvia ahora se habían transformado en cientos de millones de puñetazos y patadas que azotaban la piel de una chica que gritaba y peleaba con uñas y dientes para poder sobrevivir. Los ojos de aquella mujer se tornaron de una tonalidad pálida, casi blanca; cuando empezó a ser vencida y solo quedó el movimiento instintivo que realizaba para mantenerse en pie y seguir batallando mientras lo único que se escuchaba dentro de su cabeza era el particular sonido de estática que la volvía incapaz de comprender por lo que estaba cruzando.  

—"¿Cuántos tipos ya cayeron? Aún siguen llegando, eh? Para estas alturas pensé que ya había acabado con ellos." —Pensaba para sí misma sintiendo como su cuerpo renunciaba a su control y continuaba andando de manera instintiva hasta que un violento impacto del bate de clavos rompió su guardia haciéndola retroceder regresando a la chica de su inconsciente. —Nada mal, mí niña. Mira a tu alrededor ya acabaste con más de cincuenta hombres... Me temo que hasta aquí llegó tu suerte. —El criminal se dirigió con gran rapidez sobre la boxeadora desatando ahí mismo un combate aguerrido dónde la sangre era el manto que llevaría la dirección de la batalla. Los sobrehumanos puños de Dorian descargaban ira desenfrenada contra el rostro de la chica dejando a su paso un podredumbre rastro de carmesí. Aunque Julia fuera poseedora de mucha experiencia en combate la realidad era que se encontraba a años luz de poder darle un gran combate al criminal por lo que pasó a una postura completamente defensiva para resistir hasta contraatacar, el problema era que la arrolladora fuerza de Mark empezaba a hacer retroceder a la chica estando a pocos metros de acorralar la contra la pared.

—¿Hija, cómo te fue en la escuela?
—Vamos, te llevaré por un helado y pasamos a recoger a tú papá.
—¡Corre Juliana! ¡Sálvate!
—Vive hija... Vive una buena vida... Te amo.

Con cada golpe que el hombre incrustaba sobre la mujer está última recordaba con tristeza el día de la muerte de su familia, casi podía escuchar nuevamente el sonido de la balas y los gritos de las personas inocentes que caían desplomadas, consumidas por el fuego violento que envolvía al Distrito 13.

—Oh, pero qué tenemos aquí? ¿Cómo te llamas niña? —Esa enferma noche en que los padres de Julia fueron asesinados por las balas perdidas de un cártel criminal en un restaurante, el jefe de dicha organización fue a ver su macabra obra como si de un artista se tratara encontrando en medio del caos a una chica huérfana de 15 años a la que decidió tomar como suya; y en su retorcida forma de ver el mundo, él la salvó. —Tus padres están muertos, eh? No te preocupes, no los necesitas; ven conmigo y yo te daré una nueva vida.

Bestias AgresivasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora