Serenia

IV. Traición

Este capítulo está dedicado a WannChan y a Juli-Cony.

Honestamente llegué a pensar que esta historia apestaba y era muy aburrida y pensaba abandonar el barco, pero ellas me dijeron al unísono "Esperamos actualización de 'Serenia' y hemos releído los primeros capítulos varias veces mientras tanto" Entonces ¿Cómo podía dejar con el corazón roto a dos lectoras tan preciosas, lindas y horny por los protagonistas de este relato? No pude y aquí está la continuación gracias a ellas.

Gracias chicas por devolverme el espíritu pirata.

IV

Cuando la Tierra de Flama fue atacada por buques de guerra imperiales el asalto llegó sin previo aviso y sin consideración a pesar de que los habitantes de aquella pacífica nación respetaron y obedecieron intachablemente todos los mandatos imperiales por más de 150 años.

Fue un ataque simultáneo a las 3 islas principales, la división a cargo era la sexta bajo el liderazgo del almirante Gyuutaro.

La residencia Rengoku vivía un día normal y rutinario. Uzui ya había zarpado de regreso al País del Oeste algunas semanas atrás. Kyojuro se encontraba poniéndose al corriente con los deberes de líder del país de la flama, pues su padre cada vez se interesaba menos por esas tareas.

Mientas Kyojuro se encontraba charlando con un grupo de agricultores de arroz, escuchó a lo lejos el sonido de cañones disparando sin cesar en la costa. Inmediatamente Rengoku montó un caballo de pelaje negro y se dirigió a galope hacia el origen de aquellas explosiones que para su pesar no dejaban de sonar una y otra vez.

Luego de largos y angustiantes minutos, Kyojuro arribó a la zona costera y sus ojos citrinos fueron testigos de la escena de su país bajo ataque imperial. El primogénito se paralizó durante casi un minuto. Los edificios que rodeaban el puerto principal estaban hechos pedazos y los civiles huían de los despiadados soldados imperiales. Muchas personas sangraban y estaban llenas de polvo. Los atacantes gritaban con crueldad y obligaban a los civiles a arrinconarse.

Fue cuando percibió a la gente sufrir que Kyojuro reaccionó. Inmediatamente cabalgó en busca del gobernador imperial. Lamentó profundamente no cargar con su espada en esos momentos.

El caballo pateó la puerta de la ostentosa casa con banderas y símbolos imperiales, Kyojuro bajó del corcel y comenzó a gritar el nombre del gobernador exigiendo una explicación inmediata a aquella invasión sin precedentes ni justificación.

— Shinjuro Rengoku — habló el gobernador detrás de él. Aquel era un hombre largo y flaco, siempre había tenido un carácter indiferente. Estaba acompañado por una docena de soldados quienes sostenían sus afilados y peligrosos sables imperiales desenvainados. — Se te sentenció a muerte por alta traición al imperio y ahora por el poder que me confiere su majestad imperial, haré cumplir tu sentencia.

Kyojuro reaccionó a tiempo y realizó una maniobra rápida y ágil. Sus movimientos fueron imperceptibles para los soldados y en cuestión de minutos los venció a todos a mano limpia, incluso logró robar el sable a uno de ellos.

El gobernador, aterrado y escandalizado por la sencilla victoria de parte del rubio, cayó en cuenta de que se había equivocado de Rengoku.

— ¡Tú! ¡Serás sentenciado a muerte al igual que tu borracho padre, no te atrevas a ponerme un dedo encima, maldito salvaje!

— Gobernador — habló Kyojuro con una voz impresionantemente fría. — No creo que se encuentre en términos de exigir nada en estos momentos. — Rengoku realizó un movimiento violento con el sable en mano y la punta de este hizo cosquillas en la garganta del hombre imperial. — Le exijo que me explique por qué están atacando tan despiadadamente a la pacífica gente de la flama.