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NARRA MÍA:

   Después de haber tomado una... unas copitas de más y de que se nos suba el alcohol nuevamente, nos pusimos a hablar de manera más suelta: nos chupaba todo un huevo.

—¡Chee, estaría re piola meternos a la pile!— Dije al quedarme viendo fijamente la pileta.

—¡Chee, estaría re piola que me comas la pija!— Dijo él burlándose de mi entusiasmo.

—Fuaa ¿'tamos alzado hoy, Maurito?— Dije riendome.

—Vos me tenes re alzado, Malenita.— Me respondió mientras me miraba con una sonrisa, por lo que yo rodee los ojos.

—Dale, yo me meto de una.— Cambié de tema sacándome la remera, haciendo que quede en top y short.—¿Te metes?¿O no te da?— Lo desafíe, a lo que él se levantó con una sonrisa.

   Se sacó la remera quedando solo en una bermuda suelta y se sacó el celu del bolsillo, para después correr hacía mi y tirarse conmigo entre sus brazos.

—¡La concha de mi madre, está helada esta mierda!— Se quejó él cuando saco la cabeza a la superficie, por lo que yo reí.

—¿Qué pasó?¿Te arrepentiste?— Le dije riendo al verlo tenso.

—¿Con quién te pensas que hablas, nena? Yo, Mauro Román Monzón, nunca pero nunca se arrepiente de las cosas.— Dijo él con su típica voz que pone cuando hace alguna joda.

—Nunca digas nunca, Maurito.— Le dije yo para guiñarle un ojo y darme vuelta para ir al borde. Pero antes de que llegué, sentí su mano en mi brazo haciendo que me de vuelta y quedemos cara a cara.

   De a poco nos fuimos acercando más al borde, hasta que mi espalda chocó con la pared de la pileta. Su respiración chocaba con la mía y estaba loca por que nuestros labios hagan lo mismo, pero esta vez iba a dejar que él lo haga.

—Mía, creo que el alcohol está haciendo su efecto.— Susurró él mientras miraba mis labios.

—Hace rato que lo hizo.— Dije yo queriendome reír por su voz.

   Este chico nunca toma, pero cuando lo hace, se descontrola: actúa sin pensar las cosas, dice lo que quiere y la mayoría son boludeces, se comporta como un nene chiquito y sus caprichos son un infierno (aunque en esa parte, yo soy igual)

—No te rías, estoy hablando en serio.

—Entonces no hables, prefiero que digas todo de la forma más cuerda.— Dije con una sonrisa mientras le acariciaba suavemente el costado de su cara, bajando hasta su cuello: él ama que haga eso.

   Él agachó su cabeza y suspiró. Levanto la mirada y pude ver una sonrisa hermosa de su parte, me abrazó y me apretó contra su pecho.

—¿Salimos? Me estoy cagando de frío.— Escuché que habló en mi espalda.

—Okey.— Respondí yo separando el abrazo para después poner mis manos en el borde y subir.

   Él me siguió y al los minutos ya estábamos en la afuera envueltos en una toalla. Yo fui a buscar una lona que usó cuando salgo a la plaza para poner en el piso y sentarnos ahí.

~Tú Me Curas Esta Soledad~ Mauro Monzón♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora