XI

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Te seguiré, aún cuando mis pies duelan. Siempre te encontré, porque mi felicidad empieza en ti.

"¿Seguro que estarás bien?"

El joven le miro y asintió, no queriendo preocupar a su tio.

"Si. Algún día iba a pasar de todas formas" menciono con una pequeña sonrisa, buscando romper la pesades de ese momento.

"Zen..."

"Tio. Gracias, realmente te agradezco que te preocupes por mi, pero mi padre me enseño como seguir mi vida. Ya soy un hombre adulto. Agradezco todo, enserio. Pero ahora... quiero continuar con esto. Los años de trabajo de mi padre por fin han dado fruto, y no pienso dejarlo cuando se ha llegado lejos. No permitiré que esto se termine, el legado que dejo se que será recordado por muchos" menciono, al ver a distintos rostros reunirse en conjunto para despedir al artista de grandes obras que marco la vida de muchos. Obras que se encontraban alrededor exhibiéndose bajo el nombre de su padre, Uzui Tengen.

Tanjiro se aparto al verlo subir al estrado, sintió la presencia de Tomioka a su lado, quien lo abrazo por detrás.

"Uzui fue un gran padre" Tomioka dijo al ver a su sobrino dirigirse a la multitud como todo un hombre culto y con aires de liderazgo.

"Siempre lo fue" añadió el omega sonriendo, pero no pudo evitar derramar algunas lagrimas al ver el bullicio de las personas entre aplausos. Menos pasar por alto la sonrisa grande de Zen, menos esos ojos brillantes que le recordaron a Zenitsu.

Tu hijo creció bien, Zenitsu.

Ya no era el pequeño bebe que perdió a su madre recién nacido, aquel que lloraba si no tenia el olor de sus padres cerca, ahora era un alfa hecho y derecho, que continuaría el camino de su padre. No por presión, sino por admiración y la belleza del arte. Una pasión que compartió con Uzui, una que quizá le dará sus hijos y los hijos de estos a los demás.

Zen tenia 28 años cuando Uzui murió, de un momento a otro dejo de respirar postrado en su cama solo en su habitación, nunca dejo de aferrarse del cuadro donde aparecía su madre al lado de su padre. No lloro, pudiera sonar como algo terrible no derramar lagrimas ante la perdida de un padre, pero el no lo sentía una perdida, sino un alivio al ver la pequeña sonrisa en el rostro de Uzui, tal vez feliz de por fin dejar ese mundo, después de haber luchado por él contra la depresión por tantos años. Pero ahora poder dejar todo después de haber cumplido su deber como padre de cuidar a su hijo, guiarlo y ayudarle a pavimentar su camino fue algo que hizo con amor. Zen lo supo, su padre lo amo, al igual que su madre en su ultimo respiro.

Observo ambas lápidas, una al lado de la otra. Se arrodillo y reverencio hasta posar su frente en el pasto.

"Gracias por todo... Papá... Ma-mamá. Seguiré siendo un buen hijo para ustedes, lo juro. P-prometo no defraudarlos... A-así que no se preocupen, por favor. Solo mírenme" tembló en su lugar al recién llorar en silencio. Sus ojos se aguaron más al sentir una leve caricia en su cabeza, una que desde que tiene memoria sentía antes de cerrar los ojos al caer dormido. Aunque nunca se lo dijo a su padre, Zen podía sentir a su madre al oler un aroma dulce ante de caer en la oscuridad de los sueños.

Sonrió ahí mismo, al sentir un pequeño golpecito en su espalda, algo que su padre siempre hacia para alentarlo cuando las cosas se ponían difíciles.

No estaba solo, nunca lo estuvo, y nunca lo estará...














Uzui despertó de golpe, su cuerpo se agito, sintió el cuerpo pegajoso cayendo en cuenta del sudor en su cuerpo.

LONELY -UZUZENWhere stories live. Discover now