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Donghyuck no pudo quitarse de la mente el par de ojos  que tiene el padre de su alumno

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Donghyuck no pudo quitarse de la mente el par de ojos  que tiene el padre de su alumno.

Y sabía que era muy pronto para sentir algo por alguien al quien solo había visto una vez en su vida.

Pero así es Donghyuck, se enamora rápido y le rompen el corazón.

Al de ojos café claro no le importaba pues sabía que era parte de crecer y tendría demasiadas decepciones amorosas a lo largo de su vida, hasta encontrar a la persona indicada.

Suspiró quitándose los lentes pues ya le habían cansado. Leer le cansaba.

Miró la hora del reloj de su muñeca y aún tenía tiempo antes de que comenzara con su trabajo.

De lunes a viernes trabaja como maestro en un prescolar y el sábado en un restaurante como mesero.

El dinero que gana como docente no le alcanzaba para sus gastos personales y es por eso que tiene dos empleos para solventarse.

Comió un poco de la comida que ayer le había sobrado.

Miró sus redes sociales por algún rato hasta que se aburrió y decidió dejar su celular en la cama.

Se levantó para darse un ducha rápida para no perder el tiempo.

Extrañaba la época de la universidad en donde
salía todos los fines de semana de fiesta.

Se vistió rápidamente con el uniforme del restaurant.

Salió de su departamento y tomó el bus para llegar pronto.

Había olvidado sacar un paraguas ya que siempre llueve en la capital de Corea.

Se maldijo internamente al ver las enormes nube grises que cubría el cielo.

Bajó del bus y entró al restaurante saludando a quien se le atravesara.

Saludó al único amigo que tenía ahí, un castaño de rasgos extranjeros.

— Renjun, hola — sonrió Donghyuck.

— Hola, Dongs — sonrió de vuelta — hoy hay mucha gente.

— Me gusta que haya mucha gente, dejarán buenas propinas.

— Odio que haya mucha gente, me incómoda. 

— En cierto punto me abruma — Donghyuck le dio la razón al castaño.

Guardó su gabardina junto con su gorro y guantes en su locker.

Su turno terminaba hasta las diez, aún faltaba cinco horas para irse a casa y disfrutar su día
libre.

Tomó su libretita junto con un lapicero y lo guardo en el mandil negro que siempre usaba para evitar ensuciar su ropa.

Ágilmente se paseaba con la charola de metal por todo el restaurante entregando las órdenes que le pedían.

Cada persona que entraba al restaurante salía satisfecho por el servicio que ofrecía el rizado y siempre lo elogiaban con su jefe.

Kindergarten  ➛ MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora