You belong with me

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Fin de semana, los días más sagrados para Harlequin, o como su mejor amigo le llama: "la encarnación de la pereza". Y es que si hay algo que a Harlequin le moleste más que ver la luz de alguna habitación encendida y que ésta esté vacía, es que la gente no tenga respeto por lo sagrado y le despierten a las nueve de la mañana en un sábado.

Para él, sus fines de semana comienzan a las doce del día, por lo que levantarse a las nueve de mañana es casi madrugar para él así que con un humor de los mil demonios se levantó de la comodidad de su cama para abrir la puerta pues alguien ha estado tocando el timbre como loco, tanta es la insistencia que le hace preguntarse cómo es que no se le ha quedado pegado en los dedos.

Casi grita al ver a la persona detrás de la puerta y es que ¡por los dioses! espera que Ban necesite algo de vida o muerte porque de verdad que él no quería ir a la cárcel a sus 18 años por asesinato y menos el de su crush.

—¿Qué quieres?— preguntó el castaño dirigiéndose a la cocina con Ban a la siga.

—Sólo quería saber si Elaine está en casa, no me contesta los mensajes desde ayer y no atiende el teléfono.

—No sé, tal vez salió con Elizabeth y Diane, ¿a dónde pudo haber ido? no me lo preguntes, tampoco lo sé— mencionó al ver que Ban hizo ese lindo gesto que siempre hace cuando no sabe algo. Soltó un suspiro al ver que el cenizo tomaba asiento en la barra de la cocina—Y, ¿ya desayunaste?— pregunta con un muy ligero rubor en sus mejillas mientras saca el cartón de leche del refrigerador. Al cerrar la puerta de este se percata de una nota pegada a ésta.

Cariño, les dejé comida para calentar.
Salió algo urgente en el trabajo, trataré
de estar con ustedes antes de la cena.
Los amo. Mamá <3

<<Ya no me sorprende. También te amo, mamá, cuídate mucho>>

—De hecho no, he estado dando vueltas toda la mañana. Es que Jenna me pidió ayuda con un nuevo cargamento de flores que llegaron a su tienda.

Oh, por cierto, Ban trabaja de vez en cuando con la señorita Jenna, ella es dueña de una florería a unas cuadras. Es que enserio, ¿puede éste baboso ser mejor? trabaja, estudia y es capitán del equipo de básquetbol, ¿hay algo que no haga bien?, bueno es medio idiota con su novia, lo que con culpa le alegra, para ser sinceros.

Y, volviendo al tema de las flores, hasta apenas notó que tiene manchas de tierra en sus mejillas, brazos y parte de su ropa.

—Ve a limpiarte— dijo mientras colocaba el pan tostado y unos huevos en la barra—Desayunemos juntos— pidió con una sonrisa lo hizo que el corazón de cenizo latiera más rápido, sumándole a eso que el castaño estaba despeinado y aún llevaba su pijama, Harlequin se veía realmente lindo.

Sin decir nada, se dirigió a lavarse la manos, trató de no hacerle mucho caso a las sensaciones que tuvo hace un rato con Harlequin, la verdad prefería ignorarlo a estar confundido, al terminar regresó listo para ayudar al más bajo con el desayuno.

El resto de la tarde se la pasaron haciendo tarea juntos la verdad es que a Harlequin le agradaba en sobremanera pasar tiempo con el más alto y, en ocasiones, le gusta imaginar cómo sería si Ban nunca se hubiera fijado en su hermana y fuera él quien estuviera en el corazón del más alto. Helbram una vez le dijo: «"¿Por qué no luchas por él?"» y no lo va a negar, lo pensó muchas veces pero no sería capaz de hacerle eso a su hermana, además no quiere perder su amistad con el más alto.

Por otro lado, Ban veía con su vista periférica como el castaño fruncía el ceño y en ocasiones negaba ligeramente, sonrió de manera disimulada, le encantaba pasar el tiempo con Harlequin, le gustaba ver ese gesto que hacía cuando estaba concentrado habría seguido detallando el rostro de su amigo hasta que llegó la gemela rubia haciendo que dirigiera toda su atención hacia ella a lo que Harlequin simplemente se fue a su habitación.