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El bullicio en la cancha de básquetbol y las porras repetitivas lo estaban aturdiendo, lo bueno es que el partido ya había terminado. La verdad es que el ni siquiera quería estar ahí, pero su hermana estaba tan feliz y emocionada que le hizo prometer ir a verla.

Helbram ya se había ido pues dijo que tenía una cita con una chica de un parche y un muchacho de cabello rojo y largo, y para ser sinceros, no entendió muy bien todo el palabrerío que le soltó.

Al ver que su hermana empezó a recoger sus cosas, él bajó de las gradas hasta la puerta del gimnasio; desde ahí observó como Ban se acercó a su hermana, intercambiaron un par de palabras y después se despidieron solo con un gesto de manos. En cuanto al cenizo, bueno ninguno se había dirigido palabra alguna, y es que desde esa noche fuera de su casa habían dejado de hablar, incluso por mensaje, de hecho el último mensaje que recibió de Ban aún esperaba por ser leído, desde hace 20 días.

La verdad, se sentía culpable por lo que sucedió, pues no fue capaz de decirle a su hermana la verdad–aunque ésta ni siquiera haya preguntado. Le dolía no hablar con Ban, pero sabía que había hecho lo correcto al no dejarse llevar por sus sentimientos, lo sabía al ver a su hermana dar brincos camino a casa, haciendo que la falda de su uniforme rebotara; luciendo tan feliz y radiante como el sol que comenzaba a ocultarse.

Estaban a unas cuantas casas de llegar a su hogar cuando la voz de Elaine llamó la atención del castaño—¿Hermano?, ¿hola?, ¿estás bien?

—¿Eh?, si, si. Estoy bien. ¿Qué tal las cosas con Ban?—preguntó de regreso, el por qué no lo sabe exactamente. Tal vez porque quería saber si el cenizo se ha comportado diferente con ella.

—Terminamos—soltó la rubia como si nada.

—¿Qué?, pero tú ¿estás bien?— preguntó el castaño deteniéndose unos pasos frente a la chica.

—Estoy bien. De hecho fui yo quien lo terminó— respondió mientras se detenía.

—¿Por qué?

Elaine esbozo una pequeña sonrisa amable—Te escuché hablar con Helbram.

En ese momento Harlequin sintió que su corazón se paró por un segundo, un escalofrío le recorrió por el cuerpo y su estómago comenzó a doler.

—Esa noche iba a preguntarles si querían ver una película los tres juntos porque hace tiempo que no lo hacemos, pero cuando llegue a la puerta escuché lo que pasó con Ban. Yo no sabía que hacer, no sabía si debía entrar, quedarme o simplemente irme pero entonces lo que tú dijiste me hizo darme cuenta de lo egoísta que he sido contigo...

Harlequin estaba perplejo, quería decir algo, lo que fuera pero parecía que su voz se había perdido.

—Luego, los ví, a ti y a Ban afuera de la casa— decía la rubia con cuidado, pues hermano de repente se veía enfermo—. Esa vez, bajé a tomar agua pero entonces vi sombras por la ventana, pensé que serían ladrones pero al acercarme a la puerta escuché sus voces, iba a abrir porque pensé que algo les había ocurrido pero escuché a Ban decir algo sobre no poder olvidar lo que sea que haya pasado entre ustedes, así que decidí mirar por la ventana y fue cuando los vi besarse.

»Quiero que sepas que para ese entonces, yo ya estaba pensando en como decirle a Ban que ya no estuviéramos juntos pero no sabía cómo. Pero luego de dos días decidí no seguir aplazando ese tema.

Harlequin soltó el aire que tenía retenido, pasó una de sus manos por su cara y luego preguntó—¿Por qué?

—Siempre has sido tú el que ha hecho de todo para verme feliz, me has protegido siempre; ahora es mi turno de hacerte feliz. Y no puedo retenerlo a mi lado si él quiere a alguien más. Además Ban y yo no somos compatibles, siempre estamos peleando; lo platicamos y llegamos a la conclusión de que solo somos amigos; después te doy los detalles si quieres.

You belong with meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora