⚠️: Trauma. Heridas explícitas.
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El suelo estaba helado. Se sentía como estar sentado sobre un lago congelado. Sus piernas, tan gélidas y tiesos como témpanos de hielo, no mostraban el mínimo esfuerzo por levantarse.
Todo estaba en silencio. El macaco de seis orejas, conocido como una leyenda, tal y como un cachorro trataba de arrastrarse por la fría superficie bajo él, desesperadamente buscando, lo que suponía, era una salida a su temor. Apenas habiéndose movido unos cuantos centímetros, se detuvo al sentir una ráfaga de calor en su rostro.
Su ojo izquierdo, su único ojo, ardía. Como si una llama sin fin hubiese sido colocada directamente en su córnea, derritiendo el globo ocular. Sintió la sangre derramarse por su mejilla, como si fuese una tétrica cascada. Se derrumbó en el suelo al segundo siguiente. Todo lo que salía de su garganta eran gritos desesperantes, cargados de agonía y sufrimiento. Lágrimas amargas caian desde su ojo derecho, ciego, pero el único que era capaz de expresar la agonía del demonio.
No podía si quiera pensar. El fuego no cesaba, la tortura tampoco.
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El rey mono despertó en la hamaca de su casa, en medio de la noche. Su pecho subía y bajaba bruscamente, y su boca abierta trataba desesperadamente de tragar algo de aire para calmarse. No recordó haber tenido un mal sueño o estar enfermo. Se tocó la frente en busca de fiebre, pero no sintió nada. ¿Si quiera era capaz de enfermarse?
Lo único que aparentemente pudo haberlo despertado fue la falta de aire. ¿Pero por qué?
Divagó de nuevo en sus borrosos recuerdos, tratando de encontrar algún otro detonante. Lo único que pudo distinguir fue un rostro totalmente oscuro, como una sombra; y un grito. Un desgarrador grito de agonía, proveniente de una voz dolorasamente familiar.
Su cuerpo se puso en alerta nuevamente; abrió los ojos como platos, y saltó de la hamaca para salir a toda prisa de la casa. Ya afuera subió a su nube; en tan poco tiempo, recorrió tanto terreno a tal velocidad, que fue incapaz de si quiera darse cuenta. En un alejado tramo de la ciudad, rodeado de establecimientos abandonados y faroles apagados, se detuvo frente a uno de aquellos edificios.
Allí, estando frente al dojo de Macaque, sin siquiera haber entrado, el mismo agónico grito de su sueño inundó sus oídos y resonó en su cabeza. Tan rápido como pudo, abrió la puerta de una patada y buscó al demonio por la sala principal; no estaba. Los gritos no cesaban, él no estaba allí, pero no se oían distantes. Sun wukong corrió escaleras arriba hasta encontrarse con varias puertas cerradas. Por suerte la primera que decidió abrir resultó ser la correcta.
Macaque se encontraba recostado en su cama; él cubría su ojo izquierdo con ambas manos, arqueaba la espalda hacia arriba, con todo su pelaje erizado. Cuando Wukong finalmente corrió unos pasos dentro del cuarto, los gritos de agonía del demonio se acompañaron por un llanto incontrolable. El rey mono subió a la cama, tomando los antebrazos del hombre agonizando mientras se incaba a su lado.
—¡Macaque! —le gritó— ¡Macaque levantate! ¿Qué pasa?
Sun wukong tomó al macaco y lo recostó sobre sus piernas. No había sangre, ni ninguna herida aparentemente grave. Sus gritos se desvanecieron lentamente, conforme el sonido del llanto inundaba la habitación. El rey mono aparto lentamente las manos del demonio de su rostro, confirmando su sospecha. Macaque abrió lentamente sus ojos, para observar al hombre quien gritaba su nombre.
Como pudo se apoyó de sus manos para sentarse. Su cuerpo hiperventilaba. Aún en pánico, era incapaz de decir nada, y sus lágrimas continuaban cayendo sobre sus cobijas.
—¿Macaque?
Sun wukong trató al menos de hacerlo reaccionar, pero logró más que eso. Macaque habló.
—Mi.. Mi rostro..
Tartamudeaba, y tomaba pausas al hablar reiteradas veces para tragar una nueva bocada de aire. Ante la preocupada mirada del rey, él continuó.
—Mi rostro ardía... y.. mi ojo... mi ojo se derretía... sentí fuego en mi cara... Y.. y..
Aterrado, volvió a sollozar.
—No podía.. ¡No podia ver!—dijo, entre un angustiante grito. Le faltaba el aire.
Sun wukong, en un inconsciente arrebato de compadecimiento, tomó a Macaque de los hombros y lo apoyó en su pecho, colocando una de sus manos en su cabeza. El segundo no puso resistencia alguna. El rey acariciaba suavemente el cabello del demonio, mientras este terminaba de quebrarse. Su respiración era descontrolada. Su pecho se undia y bajaba mientras temblaba; sollozando.
—Respira Macaque.. estas bien.. —le dijo—. Fue un sueño Macaque, solo un sueño.
El macaco se llevó la mano al pecho, tratando de controlar el palpitar de su corazón.
—Estaba aterrado... —dijo este.
Sun wukong sintió culpa por ver a su compañero así. Después de todo él le había arrebatado su ojo y confianza en primer lugar; pero Macaque no pareció importarle aquello. En lugar de abrazarlo, el demonio entrelazó la punta de su cola con la de Sun wukong; este último no lo apartó. Finalmente el angustiado Macaque se calmó. Ya respiraba con normalidad, más sin embargo seguía cabiz baja; aun débil.
El rey los arrastró a ambos más cerca de la almohada de la cama y se recostó junto a él, ocultando la cabeza de Macaque en su pecho mientras lo abrazaba. Él lo observó en silencio unos segundos, apartando los mechones de cabello de su rostro. Logró ver claramente la cicatriz del demonio en su ojo derecho, el cual apesar de estar totalmente ciego, era capaz de derramar lágrimas. Sólo allí logró ver el demacrado estado en el que se encontraba él. Más sin embargo, y a pesar de todo lo que le había hecho, sintió la necesidad de hacerse cargo, por la culpa quizás.
Wukong continuó acariciándole, y mientras un nudo se le formaba en la garganta, escuchó una frágil voz.
—Gracias.. —dijo Macaque antes de dormirse, o tal vez desmayarse. El rey mono contuvo un llanto inminente; solo pudo soltar unas cuantas lagrimas mientras sonreía. Se encontraba tranquilo, sabiendo que Macaque ya lo estaba. Decidió quedarse junto a él hasta la mañana siguiente, o hasta que él mismo lo empujara de la cama y lo insultara mientras lo echaba del dojo. Se rió ante esa posibilidad, más no se preocupó.
El rey le regaló un pequeño beso en la frente a Macaque, antes de él también cerrar sus ojos.
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✨️ MONKIE KID ONE SHOTS ✨️
FanfictionHistorias cortas (y no tan cortas) que se me van ocurriendo de vez en cuando. ‼️ADVERTENCIA‼️ -La imagen que aparece como portada no es de mi autoría. Créditos a su respectivo autor. -Las historias pueden contener temas fuertes. Se recomienda discre...