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Un día de descanso bien merecido. El señor Tang había pasado las últimas semanas visitando casi diariamente a sus amigos en Pigsy's Noodles. No es que no disfrutara la compañía de sus amigos, pero como toda persona, le gustaba de vez en cuando escapar de la realidad y las relaciones para tomar un respiro.

Caminó unas calles con su bolso, escuchando los cortos pero bellos cantos de las aves gracias al silencio de la ciudad. Era una mañana muy tranquila y agradable, para estar en el lugar en la que estaba, usualmente muy transitado y ruidoso. Se detuvo a las puertas de una pequeña cafetería, muy hogareña y familiar. Entró y saludó con gusto a la camarera que lo recibió con un amable gesto.

    —Lin. ¿Como te ha ido? —dijo, parándose delante del mostrador mientras la mencionada regresaba a su lugar en la caja registradora.

    —De lo mejor. Un gusto verte Tang—saludó la mujer mientras recogía unas pequeñas basuras de la mesa. —El gusto es mío. Tang sacó su billetera y colocó algo de dinero frente a su conocida.

    —Dame un café negro porfavor.
    —Enseguida —respondió ella, guardando el dinero para cobrar el pedido. Lin corrió a las mesas detrás de ella para preparar el café, mientras su cliente admiraba las pinturas en las paredes del establecimiento.

    —Un café negro con azucar saliendo.
Tang hizo una mueca al recibir su bebida. —Siempre se me olvida pedirte que le pongas azúcar —dijo tomando la taza. La chica soltó una leve carcajada.

    —Es increíble que yo tenga que decidir que lleva el café de mi cliente.
Tang estaba por decir algo más, hasta que Lin interrumpiera cualquier cosa que haya estado por decir. —Debo irme, se acabó mi turno—dijo—. Espero disfrutes tu café. La mujer tomó su bolso de un perchero cercano y se fue del local, sin siquiera voltearon a ver.

Tang se giró algo sorprendido antes de sentarse en una de las mesas. Lin, su vieja amiga de la universidad y dueña del café solía sentarse junto a él en ese tipo de mañanas, cuando la tienda estaba vacía. Estando solo ellos 2, conversaban por mucho tiempo, sobre intereses y novedades de sus vidas, como los libros que solían leer juntos en la escuela. Pero desde hace ya varios meses, y desde el nacimiento de la hija de Lin, dejó de verla tan seguido. En cierto punto, llegaban a no hablarse durante semanas, y Lin era tan cortante como si fuera una desconocía. Aparentemente hoy tuvo suerte, pero realmente la extrañaba.

Habían muchas cosas que quería contarle.

Tang se sintió sumamente decepcionado y angustiado, temiendo a perder a una de las únicas amigas que tuvo. No estaba molesto por ver a Lin ignorarlo, pero no podía evitar sentir que se estaba quedando atrás con su vida. Mientras su amiga ya había formado una familia, el seguía siendo el mismo nerd quien ella conoció en preparatoria. Un largo suspiro de resignación salió de su boca, mientras que percataba del frío café que ahora tenía en su taza. Se obligó a sí mismo a quitarse los lentes y masajear sus ojos. No había notado la campana de la puerta sonar, hasta que escuchó unas familiares voces a sus espaldas, las cuales susurraban.

Intrigado giró su cabeza hacia esa dirección, solo para ver a unos viejos compañeros de su escuela, viéndose los unos a los otros, fingiendo indiferencia. Tang los reconoció de inmediato, aquellos hombres, ahora mayores, fueron la pesadilla que lo atormentaba cada día de su juventud. Amargos recuerdos del abuso que sufría por parte de algunos de ellos, el como destrozaban sus lentes en cada oportunidad que tenían, como le gritaban dolorosos insultos, y todas las  amenazas derivadas de su simple gusto por la lectura, solo le provocaron asco en el estómago y un gélido escalofrío.

✨️ MONKIE KID ONE SHOTS ✨️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora