Capítulo 4

393 30 16
                                    

Amelia

Me desperté por el frío ya que me destape.

Abrí lentamente los ojos y vi a Lockwood poniéndose su corbata negra.

-Hola, perdón si te desperté.

-Buenos días, no me despertastes tu tranquilo.

-Voy a bajar a hacer el desayuno, cuando quieras baja.

-Vale, me cambio y bajo.

Subí a mi habitación y Lucy se estaba duchando.

Me puse una camiseta ancha y unos pantalones de chándal.

Bajaba por las escaleras distraida cuando en el último escalón me resabelé.

Pero en vez de darme contra el suelo unos brazos me abrazaron impidiendo mi caída.

Lockwood y yo nos miramos a los ojos.

Sentí que el mundo se paraba antes de salir del trance y separarme de el.

-Perdón me tropecé.

Solté una risa nerviosa ante la cálida sonrisa del chico alto al final de la escalera, separandonos un solo y mísero escalón.

-No pasa nada, estaba a punto de llamarte. Hice tostadas con queso fundido y la tetera está puesta.

Me dejó pasar y nos dirigimos a la cocina.

La tetera empezó a hacer ruido avisando de que el agua ya estaba hirviendo.

-¿Donde están las tazas?

Lockwood señaló un estante.

-Estas son las tazas grandes, si quieres más pequeñas están dentro del armario al lado del extractor.

Lo miré.

-Mmmm. Tu quieres una taza grande. ¿Cierto?

Asintió con la cabeza mientras dejaba la tetera en al mesa.

Cogí dos tazas grandes y las llevé a la mesa.

-Naranja, gengibre o té negro, también tenemos manzanilla con y sin anís.

-Gengibre, ¿le puedes hechar un poco de limón?

-Claro.

Cogió un limón de la nevera y lo partió a la mitad. Exprimió su zumo en mi taza y me la trajo junto a la de el.

Serbí el agua y cada uno puso su respectiva bolsita de té.

Cogí una de las tostadas de queso que estaban en un plato enfrente a mi.

Le di un mordisco y un sabor agrio me vino a la boca.

-Estan quemadas.

-¿Qué?

-Las tostadas, están quemadas

El chico pálido enfrente a mi me miró con cara de indignación.

-Como te atreves.

-Lo que oyes.

Le respondí con una sonrisa burlona.

-Tendre que probarlo por mi mismo.

Me arrevató mi tostada de la mano y le dió un mordisco

-¡Eh! Mi tostada.

-No era que no la querías.

Don't  leave me- Anthony LockwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora