Capítulo 5

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Cuando Lockwood entro me bajé la manga.

-Hola, ¿estás bien? Te oí llorar.

Se sentó a mi lado y se fijó en mi brazo. Al parecer me había empezado a salir sangre y se creó un pequeño charco encima de la cama.

Mierda, mierda. Se dio cuenta.

Pareció que mi corazón se paró ante la mirada de preocupación del chico sentado a mi lado. Cogió lentamente mi brazo con cuidado de no hacerme daño y subió la manga. Se sorprendió al ver las marcas de mis uñas chorrear y la gran cicatriz de la quemadura.

Aparte la mirada.

No quería ver su cara de decepción como la de la señora Haringson al descubrir lo mismo que el.

-Por que te haces esto.

Me digne a verle a la cara. No supe distinguir si estaba preocupado, triste o enfadado. Baje la mirada.

-Desde cuando.

-Poco después de que mis padres murieran.

Le explique todo.

Le abrí mi corazón.

A el que casi era un desconocido.

Pero confiaba en el.

Sentía que había pasado por la misma situación que yo ahora.

Y finalmente me rompí.

Estalle en un llanto doloroso a quien lo oyera.

Transmitía todo el sufrimiento que tenía guardada en mi.

Ese llanto contenía la impotencia de no poder haber ayudado a mi familia.

La culpa por lanzar aquella bomba de sal.

La nostalgia por mis padres y hermanos.

El odio que me tenía a mi misma.

Lo sola que me sentía en esos momentos.

Y el me abrazó.

Me consoló por Dios sabe cuánto tiempo.

Me entendió con su silencio.

Arreglo una muy pequeña parte de mi corazón roto en miles de pedazos.

No sé si alguien me escucho llorar o entro en la habitación.

En ese entonces para mí el mundo se había parado.

Sólo existimos Lockwood y yo abrazados.

El consolándome y yo desahogándome con el llanto.

Rato después me tranquilice y me separé de el. Me di cuenta de que el había cogido mi mano, desde hace ya un rato, supuse. Pero no me importó.

-¿Estás mejor?

Asentí con la cabeza mientras secaba mis lágrimas con la manga de mi jersey cuando recordé que estaba lleno de sangre y por lo tanto tenia la cara manchada de esta. Lockwood se acercó lentamente a mi dejando apenas unos centímetros separando sus labios de los míos, paso su dedo por mi mejilla eliminando de mi piel el liquido rojizo. Le miré a la cara y no voy a ocultar que me dieron ganas de besarle. Y me pareció que a el también quiso. Pero no me atreví a hacerlo.

¿Qué tal si el se echaba atrás?

¿Y si me equivocaba y lo que vi no es lo mismo que yo sentía?

El no se atrevió a acortar ese espacio que los dividía, es más, se alejó con expresión dulce.  Miro mi brazo una vez más antes de levantarse y tenderme la otra mano.

-Ahora tendremos que curarte esas heridas.

Cogí la mano tendida por el chico enfrente a mi y así levantándome par a salir de la habitación.

Nos dirigimos a la cocina y en todo ese camino no me soltó la mano. 

Locwood

Cuando comenzó a llorar me di cuenta de lo que estaba sufriendo. Pero yo ya sabia como se sentía ese dolor, aunque aún no estaba preparado para hablar de ello. La abracé pensando que agradecería el gesto, ya que yo cuando estuve en su situación lo abría hecho. Le cogí la mano por inercia, pero al ver a Amelia que no apartaba la mano no la solté. 

Tras un rato de estar abrazados George apareció por el umbral de la puerta. Al ver aquella escena se sorprendió, se veía dispuesto a interrumpir aquel momento cuando yo negué con la cabeza indicando que no sería el momento adecuado para irrumpir en la habitación. Este retrocedió así desapareciendo de la estancia.

Tiempo después noté como poco a poco se calmaba así separándose de mi. Se limpio las lagrimas de la mejilla con la manga, dejando así un pequeño rastro de sangre. Casi por impulso me acerque a ella lento y con cuidado. Cuando me di cuenta estaba apenas a centímetros de su rostro limpiando la parte de su cara ensangrentada. 

Hazlo, bésala.

Estaba a punto de hacerlo cuando rectifiqué alejándome de ella. Miré su brazo aún sangrando. Me levanté sin soltar la mano que aún sostenía y le tendí la otra.

-Antes tendremos que curarte esas heridas.

Estaba dispuesto a bajar y curárselas. Aunque tenía pensado hacerle prometer que no volvería a hacerlo. Amelia cogió mi mano sin soltar el agarre de la opuesta. Bajamos y no le solté la mano.

Amelia

Cuándo llegamos a la cocina me dijo que me sentara y se fue al baño para coger cosas para sanar mis heridas.

Apreció por la puerta con alcohol, gasas y una venda. Se sentó en la silla al lado mío y empapo la gasa con alcohol. Cogió el brazo donde estaban las marcas aún sangrando y subió la manga de mi jersey.

-Esto te va a doler.

Cuando la presionó sobra las heridas escoció horrible. Solté un pequeño gemido de dolor antes de que Lockwood quitara la gasa con restos de sangre de mi brazo, así liberando un poco el escozor. Tras esto cogió la venda y la envolvió sobre las heridas. Observo el vendaje asegurándose de que este no se soltaría.

-Ya está, antes te tengo que pedir una cosa.

-¿El qué?

 Me tendió el dedo meñique.

-Prométeme que no lo vas a volver a hacer. ¿Si? Y recuerda, si necesitas ayuda o quieres hablar de ello siempre estaré aquí, para lo que necesites.

Cogí su dedo con el mío.

-Lo prometo.

Así el chico de cabello azabache y tez pálida y yo hicimos nuestra primera promesa. No savia si iba a ser capaz de lograrla cumplir. Pero si sabía que lo intentaría. 

Esa fue la primera de muchas promesas que los ilusos chicos se declararían. Aquel nuboso sábado en Londres  fue el día en que los caminos de estos dos jóvenes  se entrelazaron, así dictando que nunca se separarían lo suficiente el uno del otro como para olvidarse o dejar de quererse. Aún sin saberlo Anthony Lockwood y Amanda Edevane con aquella primera promesa también se avían prometido la lealtad y amor para siempre.

Así fue como estos dos individuos antes desconocidos se declararon amantes incondicionales.

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Espero que hayáis disfrutado de este capítulo tanto como yo lo disfruté escribiéndolo. Aclaro que esto fue dos días después de que las aceptarán en la agencia. Y recuerden si os gustó votad<3

Att: Ali:)

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Don't  leave me- Anthony LockwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora