Día 6. Cocinando juntos

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Hannibal sintió alcanzar la gloria el día que Will se mudó con él. Tener por fin a su amado al lado suyo, día tras día, noche tras noche, era algo que lo llenaba de extasis, que lo convertía de nuevo en un joven lleno de energía y vitalidad para disfrutar la vida y el amor. Will era perfecto, lo había aceptado como pareja y se había entregado a él por completo, se habían fundido en una sola persona que vivía y respiraba al unísono, mostrando al mundo que su amor era el más fuerte que hubiera existido. Libres de sospechas por sus crímenes, tenían carta blanca para hacer y deshacer el mundo a su antojo. En efecto, Hannibal se sentía en la gloria con su dulce Will al lado suyo. Con Will todo era perfecto y maravilloso.

Excepto, claro, por los desagradables hábitos alimenticios que Will traía de su vida de soltero. Hannibal sentía una verdadera repugnancia por las comidas chatarra que Will solía pedir por delivery cuando él estaba fuera de casa u ocupado con otra cosa, y no tardó ni una semana en hacerle notar su disgusto a su novio.

-Te lo he dicho en infinitas ocasiones, Will, incluso antes de ser pareja. No necesitas comer esa basura, yo puedo cocinar para ti todo lo que haga falta. No tienes por qué seguir pidiendo que traigan eso a casa.

-Hay que ver, Hannibal… ¿acaso no comemos tus platillos a diario? Desayuno, almuerzo y cena, sin falta. Te esfuerzas mucho por preparar todo y por cierto que estoy agradecido, pero…

-¿"Pero"? ¿Dijiste "pero"?- lo interrumpió el mayor con un tic en el ojo. Will hizo un esfuerzo por no reírse en su cara.

-Pero- recalcó- eres un hombre ocupado con un trabajo importante, y hay veces en las que no tienes tiempo para cocinar, y debemos salir a comer afuera. Eso estaría bien si no fuera porque te empeñas en ir a los sitios más caros, ¡y eso no puede ser, escuchas! Ya sé que eres rico pero me sienta mal ver que gastes tanto dinero en cosas innecesarias como cenas de lujo, cuando bien puedo pedir al McDonald's o al Burger King que me traigan…

-Suficiente- volvió a interrumpir Hannibal, asqueado.- No quiero oír más excusas. Will Graham. No pienso consentir que mi novio se alimente de esas porquerías, y es mi última palabra. Si el problema es mi falta de tiempo, despacharé a un par de pacientes para hacérmelo y poder cocinarte más.

-¿Cuándo hablas de despachar te refieres a derivarlos a otros psiquiatras … verdad?

-Lo que sea más rápido. Me da igual, solo quiero proveerte de alimentos apropiados y evitar que sigas mancillando tu hermoso cuerpo con esa comida repugnante.

Will rió sin contenerse ante tanta seriedad, y luego se acercó a Hannibal para abrazarlo.- Ay, Hannibal… ¿qué voy a hacer contigo, a ver? Eres muy extremo. Para ti no hay decisiones intermedias, o es todo o es nada… ¿no lo crees?

-Yo soy como soy y no pienso cambiar, Will. 

-Está bien, que tampoco te lo he pedido. Me gusta tu lado obsesivo, pero me sabe mal que estés dispuesto a "despachar" a tus propios pacientes para tener tiempo para cocinar. ¡Sí tan solo yo supiera hacerlo! Podría cocinar cuando tú estés ocupado y así la cosa sería más justa. Pero soy incapaz de hacer un huevo frito. Te destruiría la cocina antes de poder sacar un plato decente.

A Hannibal se le iluminó la cara al oír eso, como si hubiera tenido una idea fantástica.- Es cierto que no tienes muchas dotes de cocinero, a juzgar por cómo comías antes de mudarte aquí… ¿pero qué tal si yo te enseño? Podríamos empezar con algunos platos sencillos, así minimizamos los daños a la cocina. Y así podrías tener comida casera sana en vez de basura cuando yo esté ocupado en alguna reunión o no pueda hacerlo por ti.

-Pues… ¡no suena tan mal! Así me sentiré un poco más útil, como el resto de adultos funcionales.- Sus ojos azules brillaron de entusiasmo infantil, y besó a Hannibal en la mejilla para agradecerle.- Has tenido una muy buena idea, Hanni. ¡Te felicito!

Hannigram Week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora