»--CAPÍTULO 7--«

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Datos para orientarnos:

Cuando Ariadna viaja en el tiempo por primera vez, lo hace en el año 338 a.de.C. En aquel momento tenía 17.

Nos encontramos en el año 337 a.de.C.

Alejandro Magno: Nació en el año 356 a.de.C: Edad: 19 años.

Nuestra Protagonista: Ariadna: tenía 23 años en su mundo. Cuando retrocede en el tiempo su edad también lo hace, por lo tanto, tiene 18 años en el año 337 a.de.C.


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PoV: Ariadna

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PoV: Ariadna

Ha transcurrido una semana en total desde que desperté y retomé fuerzas para continuar con nuestro viaje. Margot ha cuidado de mí, nos hemos estado trasladando hacia lugares donde encontrar fuente de alimentos. 

Sin embargo, una noche decidimos que lo mejor para las dos sería vivir en un pueblo con los perfiles bajo, pues no es recomendable por lógica estar en el bosque, ya que hay diversidad de peligros rondando, y no puedes descuidarte ni dormir tranquilamente, no sabes qué o quién puede aparecer en un abrir y cerrar de ojos.

-Margot, debemos continuar- le digo, mientras le ayudo a levantarse de las raíces donde se encontraba sentada.

-Ya voy, ya voy, qué niña impaciente- refunfuñaba la anciana.

-Ya claro, yo soy la impaciente y tu eres la verdugo autoritaria- le digo en broma para tratar de que el tiempo se pase rápido.

-jajaja...ahora la niña resultó ser animal de circo- dice con sarcasmo.

-Oye...!!!- la miro indignada- Ya abuela, súbete a mi espalda para poder llegar más rápido- mientras me arrodillo para que suba.

-No....Puedo sola, mis huesos serán viejos, pero duros de roer- menciona con orgullo notorio.

De pronto, me apresuro a tomar a Margot de los hombros y le tapo la boca para que no grite.

-Shhhh...mira- le susurro indicándole- un caballo salvaje.

-Y...???- me susurra.

-¿¡¿Quién eres y que has hecho con la anciana Margot..?!?- le susurro con sarcasmo- Ay...Margot, es obvio que voy a domarlo para usarlo como un transporte veloz- le comento mi plan.

-Bueno querida...Todo tuyo- dice mientras se sienta a beber agua de la cantimplora.

Coloco los ojos en blanco, mientras trazo mi plan de ejecución. Observo atentamente, y decido acercarme lentamente y de frente mientras mantengo un brazo extendido y en mi mano una manzana rojiza y apetecible, lo que hago es captar la atención del gran caballo blanco como la nieve y, sus llamativos ojos carbón como el abismo más profundo.

Alejandro MagnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora