lindos ojos avellana

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Otra vez despierto con golpes en el cuerpo, mis ojos hinchados por llorar toda la noche y unas ojeras manchadas por las venas reventadas dentro de mi piel, con las muñecas rojas, cortadas al igual que muslos. Ella está junto a mi dormida, tranquilamente, tan tranquilamente que parece un Ángel, un maldito Ángel peor que satanás.

Me levanté de la cama manchada de sangre y fluidos por la noche anterior, las fotografías de mi cuerpo desnudo tomadas por la camara instantanea están tiradas en todo el piso, perfectamente podría ser una escena del crimen.

Entrando en el baño puse una toalla con los ojos cerrados en el espejo, no podía verme sin vomitar, me generaba tanto asco mi cuerpo tocado y violado por sus estupidas manos, no simplemente por mis desordenes alimenticios, abrí la regadera y entré el agua caliente ardía en contacto con con mi cuerpo cortado. Tomé las tijeras a un lado del estante de los jabones y volví a cortar mi cabello aún más corto, no quería tener algo que me recordara a ella, el corte estaba casi a raz de mi cabeza y los mechones de cabello corrían mojados por mi cuerpo. ¿Cuanto más piensas aguantar?

–¡Amor! Donde mierda estás.

No contesté y en silencio puse seguro en el baño, cerré la cortina del baño y cerré a la regadera, me senté en silencio y aguanté la respiración, dejé de respirar segundos, tal vez un minuto pero lo suficiente para que perdiera la consciencia y escuchar vagamente gritos por parte de Atenea en la puerta del baño.

Estuve tal vez unos segundos o minutos inconsciente, y sentí tanta paz como nunca, era como un vacío, vacio tan relajante, silencio oscuridad y la presión de mi pecho se había ido, era un sentimiento que deseaba desde hace mucho; pero me sacó de ahí, me devolvió la respiración y borroso vi su rostro molesto y preocupado.

–Atenea...

Me abofeteó muy fuerte que rompió mi labio inferior para después abrazarme y llorar, lloró tanto que no sabía como calmarla.

–¿Estás idiota? ¡Me Asusté mucho por ti! ¿Qué olvidas que si te matas tambien lo voy a hacer yo?

–¿Tú porque?

–Porque ni muerta vas a dejar de ser mía, perra. – su rostro dejó de parecer triste y volvió a su misma for sin expresión, limpió sus lagrimas como si nada hubiera pasado y me levantó del suelo. –Alístate hoy si quiero que te veas como la puta que eres, vamos a beber.

–No quiero salir.

–No te estoy preguntando, cámbiate y te maquillas esos golpes, no quiero hablar con policias hoy.

–Que no quiero salir.

–¿Quieres que te de otra? –levantó  su mano y la dejó caer bruscamente.

Me asusté y me hice para atrás – Ya me cambio.

–Y ponte un gorro te ves horrenda así.

Me saco del baño y me aventó a la cama, ella comenzó a vestirse y yo tomé las cosas de mi cajón, me puse un vestido corto color rojo con mis converse rojos y mis calcetas de orejitas. Me miró de pies a cabeza com una mirada morbosa que incomodaria a cualquiera. A este punto no veía otra salida, era huir o morir.

–Vámonos entonces.

Salimos de la casa y caminando llegamos un mini súper, entró a comprar bebidas y yo esperé a fuera, por casualidad o destino me topé con la niña bonita del parque, aquella belleza de cabello largo lacio piel morena clara y ojos avellana, me reconoció y con una sonrisa se acercó a mi.

–¡Hola bonita! Que haces aquí.

Entré en pánico, Atenea estaba dentro y si me veía hablando con ella me mataría o la mataría a ella.

–¿Te acuerdas? Soy Melissa.

–Si, voy a una fiesta.

–Oh igual yo– bajó la mirada y notó los moretones que tenía. – ¿qué te pasó?

–Me caí de la bicicleta, pero creo que se te hace tarde...

Confundida miró alrededor –¿Estás bien?– se acercó mas a mí y esa maldita pregunta hizo que mis ojos se llenaran de lagrimas. Odio que pregunten si estoy bien, porque la respuesta es no.

–Si, ya vete por favor.

Se alejó y empezó a caminar sin decirme algo más, miré si Atenea había terminado de pagar y me miraba fijamente a través del vidrio de la tienda. Algo malo pasaría hoy, salió y me tomó fuerte de la muñeca.

–¿Quien es ella y de donde te conoce?

–Es una prima, me la encontré de casualidad.

–mmh, vamonos ya.

Estando en la fiesta Atenea bebió mucho, y se estaba besando con otros chicos y chicas, ignoró completamente que estaba ahí, se le pasó tanto la mano que se metió en el baño con un tipo, me quedé en un sofá viendo a la demás gente divertirse, y a lo lejos estaba Melissa, bailando con los chicos del parque que la acompañaban.

Mi corazón se aceleró y reí un poco por su forma de bailar, era completamente ridículo, descoordinada daba vueltas con sus amigos, notó mi mirada y sonrió saludandome a lo lejos. Atenea estaba tan concentrada bebiendo y cogiendo en el baño, no me vería.

–¡Bonita ven!

Me acerqué sonriendo y me dio una vuelta para bailar.

–Tu eres muy misteriosa, ¿lo sabes?  Me gustan las niñas así.

–¿Te gusto yo?

–Me gustas tú.

Parecía algo ebria pero solo le sonreí, tomó mis mejillas y me besó, un beso tan calido que no quería que me soltara.

–Ya quítate de aquí Melissa, vayanse a besar a otro lado. –dijo el pelirrojo alborotando el cabello de la bonita castaña.

–Cállate. Ella va a ser mi novia, mira que bonita es.

–Su cabello rulo corto se ve lindo. – agregó el rubio con una sonrisa.

–Se le ve hermoso, ven preciosa vamos a tomar algo mientras me hablas de ti.

–Pero fuera de aquí, ¿vamos a un restaurante?

–Vamos, kanne pasas por mi.

–De acuerdo. –contestó el pelirrojo.

Salimos de la fiesta corriendo y riendo, estar con ella era mucho más fácil y sencillo que con Atenea, me sentía con más confianza.

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Basada en hechos reales.

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Veneno Del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora