¿Cuantas veces seguiría permitiendo esto? Si cada palabra que sale de su boca es una lágrima para mi, cuantas veces no le rogué amor, cuantas veces no le pedí un abrazo, cuantas veces no estuve para ella y me compensa viniendo solo cuando necesita algo de mi y se va cuando no me quiere cerca, sin embargo me dice que me ama, eso me confunde aún más.
-Buenos días amor.
-Buenos días mi amor. -respondí con una cálida sonrisa aún con los ojos cerrados.
-¿Como está tu dedo? - dijo revisando bruscamente mi mano.
- Auch, aún duele así que no seas tan brusca, pero mejor que ayer.
A quien engañaba, había dormido unos cuantos minutos esa noche, el dolor que sentía me quemaba viva y yo solo podía ahogar mi dolor en lágrimas tibias que me negaba a dejarlas caer, su presencia me hacia sentir ansiosa además de tener miedo, no sabía como reaccionaria; lo cual me daba más miedo. Maldita incertidumbre.
-Hoy voy a patinar, ¿quieres venir?
-Claro.
-Vístete.
Salió de la habitación y tomé mi celular, había cientos de mensajes de un grupo desconocido, fue cuando caí en cuenta que era aquel de esa tarde. Tuve que haber aceptado por error, comencé a leer los mensajes y todos eran muy amables, eran tan solo 4 personas en ese grupo - No será un problema - elegí un personaje de roll y comencé a hablar con ellos. Me sentía libre, podía ser quien quisiera y actuar como de verdad era la yo que quería mostrarle al mundo, mi verdadero brillo que Atenea había apagado.
Pronto se acercaba al cuarto apagué el teléfono y me vestí lo mas rápido que pude, mi cabello largo era difícil de peinar pero a ella le gustaba, adoraba mi cabellera larga, rizada con tinte en las puntas. Y me gustaba hacerla sentir feliz con mi persona, me daba paz de cierta forma.-No me gusta, cámbiate. Vamos al parque no a un desfile.
-No es tan llamativo, además yo no patinaré.
-Que te cambies. - Me arrojó una camiseta de un estampado con mi banda favorita y aunque amaba la camiseta, el que me pidiera usarla para cubrir lo que evidentemente se marcaba en mi cuerpo me hacía detestarla. Detestaba que me pidiera cosas así.
-De acuerdo, ¿pero me das un beso?
-No tengo ganas, luego.
-Oh, está bien.
Mi corazón se aplastó provocándome un dolor mucho peor que el de mi dedo, salió del cuarto dejándome así, solo era un beso ¡Solo quería un simple beso! Por todo lo que me hizo sentir y ella se fue, sin remordimiento o culpa. Odiaba que hiciera eso, a la mierda sus sentimientos, ¡al carajo los míos!
-¡Atenea!
-¿Que quieres?
-No iré contigo. Consíguete a tus malditas zorras- dije arrojando le su chaqueta a la cara. - Y no vuelvas a hablarme.
Me tomó de las muñecas con fuerza y me arrojó al piso, estaba débil como para levantarme rápido del suelo, colocó su pie en mi pecho apretando cada vez más y más fuerte contra el piso hasta dejarme casi sin aire. -En esta casa mando yo, y yo decido cuando terminar contigo.
Me soltó y salió de la casa sin dejarme decir algo más, tosiendo recuperando el aliento con lágrimas en los ojos mientras miraba el techo recordé el porque no me había revelado jamás, ¿como imaginé que podía revelarme? Si tan solo fuera más fuerte.
Horas después me acerqué el espejo con una cuchilla en la mano, veía borroso y los ojos hinchados de haber llorado tanto, mi obsesión con ella no pararía tan fácil y debía terminar con eso, fuí deslizando la cuchilla por mis dedos sin cortar gravemente mi piel, la posicione y lo hice.Corté el primer mechón de mi cabello largo que llegaba poco después de donde termina el seno a la altura de mi hombro. Lloré nuevamente y corté otro y otro hasta que terminé de cortar todo el cabello, levanté la vista para verme en el espejo cuando me vi de otra forma. Las facciones de mi cara iban a juego con mi cabello, el color natural de mi pelo resaltaba mis ojos y los rizos que se hicieron más definidos marcaban el hoyuelo de mis mejilla, por primera vez me sentí bonita.
Estaba emocionada por contarle como me sentía a Atenea, comprendería y al verme mucho mas bonita me preferiría de esta manera, tal vez y solo tal vez, ella me amaría de la misma forma que la amaba yo. Recordé sobre el grupo así que esa tarde estuve el día hablando con el grupo tranquilamente, se sentía como una familia pues durante el transcurso se iban uniendo nuevas personas, personas que sin darme cuenta amaría con todo el corazón.
- Estoy en casa - dijo entrando por la puerta trasera.
-Te extrañe - la besé y sus labios esta vez estaban resecos como de costumbre, no besó a nadie.
-Te cortaste el cabello...
-¿No te gusta? -Dije con alegría en el rostro esperando una aprobación.
-Me gustabas más con el cabello largo - sentí mi corazón quebrarse otra vez pero lo disimule con un pequeño berrinche - prefiero a tu otra tú.
- ¿Entonces no me veo linda?
Di que si por favor dime que si.
- ¿No te agrada? - la miré rogando con las expresiones de mi cara para que me dijera que sí.
-No me gusta.
Maldición, no este sentimiento otra vez. Me separé de ella tratando de regresar las lágrimas que querian salir con urgencia de mis ojos encerrándome en el baño, me mire en el espejo a punto de llorar, me gustaba lo que veía pero otra parte de mi le daba asco verme, no me gustaba mi reflejo. La odiaba por hacerme odiarme, el avance de sentirme bonita se habían ido al caño. Mi esfuerzo, dedicación y el intento de mejorar mi amor propio lo destruyo en menos de cinco minutos, ¿tan estúpida tienes que ser? Diciendo que eres un diez siendo completamente un menos 100, deja de mentir, de mentirte a ti, Atenea.
Después de unos minutos salí y ahí estaba ella, viendo televisión ignorando mi persona por completo, el odio y la ira que se apoderaba de mi corazón no sería en vano, te dejaré marcada de por vida Atenea charlees, te dejaré una cicatriz tan grande y dolorosa, mucho más de lo que me has dejado a mi. Lo prometo.
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Basada en hechos reales
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Veneno Del Corazón
Fiksi RemajaLo complicado que puede ser amar a otra persona es que puede hacer que dejes de amarte a ti mismo y más cuando esa persona es Atenea charlees, una pareja que deja destrozada a nuestra protagonista, entre la oscuridad de una mala relación conoce a la...